Panorama de la Literatura Hispanoamericana y el Teatro Español del Siglo XX

Literatura Hispanoamericana de la Segunda Mitad del Siglo XX

La literatura hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX estuvo marcada por diversos conflictos y acontecimientos como la emancipación y revolución de muchos países, el ajuste político, la instauración de dictaduras militares, que contrastaron con la implantación de regímenes izquierdistas en otros países. En los años 40 comienza a surgir una nueva corriente que se inicia con el artista Franz Roh, quien ponía el acento en la peculiaridad del continente, es decir, el mestizaje cultural. Esta novela se centra en la realidad vital del hombre y se hace más intelectual y compleja en sus formas y su contenido, con la intención de reflejar una angustia metafísica. Para ello, introduce un elemento mítico legendario mágico, lo que dará lugar al realismo mágico.

En los años 30 y 40 aparecen nuevas corrientes narrativas:

  1. Novela de dictadores cuyo precursor es Valle-Inclán (Tirano Banderas).
  2. Novela metafísica cuyos temas son el tiempo, el sentido del universo, la clave de la realidad, incluyendo relatos cortos.
  3. Novela existencial, donde se ofrece una reflexión sobre el sentido de la existencia humana en una sociedad opresiva y falsa.

Los autores más destacados de esta etapa son Miguel Ángel Asturias, uno de los mejores exponentes del realismo mágico (El señor Presidente); Alejo Carpentier, muy centrado en el concepto de lo real maravilloso (El siglo de las luces); Juan Carlos Onetti, en el que se da una meditación sobre la existencia amarga y pesimista (El astillero) y Ernesto Sábato (El túnel), cuyo eje temático es la soledad del hombre contemporáneo.

En los años 60 se produjo el boom de la novela hispanoamericana, un fenómeno no solo literario sino también sociológico. Las características de este boom son:

  1. La necesidad de un lector activo.
  2. La existencia de un tiempo y espacio simbólico, con frecuentes saltos temporales.
  3. La mezcla de una gran variedad de historias que se entrecortan constantemente.
  4. El cambio continuo de narrador y de punto de vista.
  5. La aparición de la novela lúdica, que con el paso del tiempo llegará a España.

Esta situación benefició a un grupo de escritores que empezaron a escribir en los 50. Gabriel García Márquez, que fue uno de los autores más destacados, cuya obra más importante es Cien años de soledad, que narra la vida de la familia Buendía y Macondo, su ciudad, desde el inicio de los tiempos hasta su desaparición. Otras obras son Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera. Otros autores importantes son Juan Rulfo con Pedro Páramo, que narra la dura historia de Juan Preciado; Mario Vargas Llosa con Pantaleón y las visitadoras y Julio Cortázar con Rayuela.

Con el tiempo, los integrantes del boom fueron perdiendo la imagen de grupo y a partir de los años 70-80 aparecen con un marcado carácter individual que hace difícil definir las características comunes, pero aun así podemos nombrar algunas como, por ejemplo, la evolución del realismo mágico a la vida cotidiana; el humor y la ironía esenciales en las revisiones del pasado personal; las referencias literarias y cinematográficas a diversos autores; una elaboración lingüística donde se ve el interés por la elaboración lingüística y lo que esta puede comunicar; la producción de novelas menos comprometidas y más centradas en problemas personales. Destacan, entre otros, Isabel Allende con La casa de los espíritus o Roberto Bolaño con Los detectives salvajes.

Por otro lado, a partir de 1920 comienza a desarrollarse el cuento hispanoamericano, que engloba diferentes tendencias: el cuento realista centrado en algún aspecto de la realidad exterior (realismo existencial), el cuento fantástico que introduce en lo cotidiano un elemento de extrañeza y el realismo mágico, donde tanto la realidad como la fantasía se encuentran en un mismo mundo, y los microrrelatos. Por su parte, destacaron los cuentistas Horacio Quiroga, creador del cuento (El almohadón de plumas), Borges (El Aleph) y Adolfo Bioy Casares (La invención de Morel).

Teatro Español Posterior a 1939

El género teatral posterior a 1939 engloba tres décadas de férrea dictadura, iniciadas con el levantamiento militar en la retaguardia del bando republicano, y la posterior historia franquista. La posterior posguerra fue aún más dura, y los españoles quedaron marcados por el hambre y la autarquía. Sin embargo, poco a poco la ruptura del aislamiento fue mejorando la situación económica y social, y esta renovación culminó con la muerte de Franco y la elaboración de una nueva constitución, que equiparó a España con otros países de su entorno.

El ámbito cultural también estuvo muy influido por la Posguerra, con el exilio de muchos intelectuales y artistas, lo que llevó a una disminución, en general, de la calidad literaria tras la instauración de la democracia. La creación teatral de la inmediata posguerra se vio limitada, tanto por la desaparición de los autores más innovadores, como por la férrea censura civil y eclesiástica, lo que impidió la entrada de nuevas corrientes.

Las características de este nuevo teatro burgués son:

  1. Afán de entretenimiento, aunque también se escriben dramas de tesis y dramas históricos.
  2. Valores tradicionales, como el trabajo, la honradez, etc.
  3. Una crítica contenida, siempre centrada en las costumbres de la clase media burguesa.
  4. Un final feliz, al que se añade una dosis de sentimentalismo trivial.

En cuanto a los temas que se desarrollan, se centran en dos tipos: un mundo real, girando en torno a temas como el infortunio amoroso, la infidelidad conyugal o los problemas económicos, protagonizados por clases altas y pudientes; y un mundo poético, donde se introduce un mundo fantástico y un elemento inverosímil.

El estilo se caracteriza por los ambientes burgueses, ya que las obras giran en torno a la burguesía, y técnicas cinematográficas, como los saltos temporales y cambios de lugar. Entre los autores, destaca Miguel Mihura, con su obra “Tres sombreros de copa”; Edgar Neville, con “El baile” y otros menos influyentes como Calvo Sotelo (“Una muchachita de Valladolid”) o J. Luca de Tena (“¿Dónde vas, Alfonso XII?”).

Durante los años 50, la permanencia de la dura censura llevó a la mayoría de dramaturgos a la creación de un teatro burgués, pero frente a ellos fue desarrollándose un teatro realista y centrado en los problemas sociales, el soterrado. Uno de los autores que mejor representa este teatro es Buero Vallejo, cuya obra se divide en tres etapas: una etapa contemporánea, caracterizada por “Historia de una escalera”, que trata la frustración y mediocridad de tres familias madrileñas; una etapa histórica, en la que se transmiten problemas existenciales y sociales (“Las meninas”); y una última etapa, donde se afrontan los problemas de tortura por la degradación humana y política. Otros autores son Alfonso Sastre (“Escuadra hacia la muerte”) o Antonio Gala (“Noviembre”).

En los años 60 y 70, la tímida apertura de la censura franquista permitió la entrada de corrientes europeas, fundamentalmente para la creación de obras que intentan oponerse a los cánones establecidos y se concibe como un espectáculo total. Sus autores más destacados son: Fernando Arrabal, que introduce el teatro pánico, rebelándose contra la sinrazón del mundo (“Pic-nic”); y Francisco Nieva, centrado en un lenguaje culto y en el uso de piezas cortas y la división cinematográfica en frecuencias. Escribió un teatro furioso (“Nosferatu”); teatro de farsa (“La señora Tártara”) y teatro de crónica.

A partir de 1975, las innovaciones en el contenido y las técnicas dramáticas se manifestaron en

España con todo vigor, y este nuevo teatro se caracterizo por: 1º el surgimiento de nuevos foros de debate; 2º la consolidación de los teatros independientes; 3ªla influencia del teatro de calle y el teatro independiente; 4º la recuperación de los clásicos y los autores censurados, como Lorca o Valle-Inclán; 5º el éxito de la comedia musical. Este fue llevado a cabo por una gran variedad de autores, como José Sanchis Sinisterra (“El cerco de Leningrado”), Fernando Fernán Gómez (“Las bicicletas son para el verano”) o Fermín Cabal (“Tú estás loco”).

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