La Generación del 14 o Novecentismo
Llamamos Generación del 14 o Novecentismo a un grupo de intelectuales españoles que, nacidos hacia 1890, alcanzan su madurez en los años veinte.
Culturalmente, los años veinte son un periodo de gran plenitud (“Edad de Plata”), en el que conviven en España muy diversas tendencias, heredadas algunas del pasado (novela realista) y marcadamente innovadoras otras (Vanguardias). En conjunto, después de este periodo el arte se definirá de un modo rotundamente nuevo. Históricamente, el periodo se abre con la I Guerra Mundial de 1914 y se cierra con la gran crisis capitalista de 1929, fenómenos que enmarcan un momento de plenitud del gran capitalismo norteamericano (Los “felices años 20” y la expansión internacional del llamado modo de vida americano).
Aunque las diferencias estéticas e ideológicas que presentan entre sí los autores de este grupo han llevado a menudo a cuestionar que se los pueda considerar una generación literaria, se viene incluyendo en el Novecentismo a los escritores del periodo que, sin caer en el irracionalismo de la Vanguardia, se oponen también a los escritores del 98 por razones de edad, ideología, estética y formación intelectual. Así, sus rasgos principales se resumen en:
- Sustituyen los modos autodidácticos de los autores del 98 por una preparación sólida y firme, incorporando a España la figura del intelectual burgués.
- Exaltan los valores universales por encima de los nacionales, y pretenden la “europeización de España”. Por ello, están en conexión con las corrientes más exigentes de la cultura europea.
- En lo estético, prescinden de la subjetividad del 98 y el irracionalismo de la Vanguardia, aunque se acercan a la “deshumanización” y el “arte puro” (el arte como creación autónoma de belleza al margen de todo sentimentalismo). Su ideal se resume en “claridad y belleza”.
El ensayo es el género predominante. Como características generales deben destacarse el espíritu crítico, el rigor en la exposición de ideas y la claridad como ideal estético. Además, dominan dos grandes temas: por un lado, el tema de España, aunque afrontado ahora desde presupuestos más humanísticos (sociología, historia, etc.) y menos subjetivos que en el 98; y por otro, la reflexión teórica en torno al hecho estético y la belleza.
Figuras Clave del Novecentismo
Destacan nombres ideológicamente tan dispares como los de Manuel Azaña, Eugenio D’Ors, Américo Castro o Ramón Menéndez Pidal, aunque el periodo aparece dominado por la figura de José Ortega y Gasset. Afronta el problema de España en su España invertebrada, y la reflexión sobre el arte contemporáneo en La deshumanización del arte, breve ensayo en el que fija el concepto de deshumanización en el arte y describe el arte contemporáneo como puro y minoritario.
La Novela Novecentista
En cuanto a la novela, viene caracterizada por su gran variedad. Convive una línea realista heredada del realismo decimonónico (Blasco Ibáñez, Concha Espina) con una novela que pretende innovar los temas o el estilo, acercándose al lirismo, el impresionismo y la deshumanización, con la intención de renovar el género. Destacan, en esta línea, los nombres de Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animado), Ramón Pérez de Ayala (novelas poemáticas: Prometeo, La caída de los limones) y, sobre todo, Gabriel Miró, autor de novelas de estilo muy cuidado, abundantes metáforas, escasa acción y profundo lirismo, que se presenta al lector como sucesión de estampas impresionistas. Deben citarse al menos Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso.
La Poesía del 14
La poesía del 14 es, en principio, una poesía pura, deshumanizada e intelectualista, si bien no existe un autor cuya producción al completo pueda asociarse a estos principios. Pueden destacarse los nombres de León Felipe (difícilmente clasificable por su originalidad: Versos y oraciones del caminante) y José Moreno Villa (El pasajero, aunque pronto evoluciona hacia el surrealismo).
Juan Ramón Jiménez: Un Pilar de la Lírica Novecentista
Pero sin duda la figura fundamental de la lírica del 14 es J. R. Jiménez, que ofrece una amplia obra en continua búsqueda de un estilo personal, y que por tanto resulta también difícil de clasificar. Desde una perspectiva general, el propio Juan Ramón distingue al final de su vida dos claras etapas en su producción, separadas por la publicación del Diario de un poeta recién casado (1917), si bien esta división resulta algo simplista, y tiende a dividirse su obra en cuatro etapas:
- Neorromanticismo (1900-1905): Los primeros libros reciben la herencia del neorromanticismo intimista de Bécquer y su sentimentalismo. Destaca Alma de violeta.
- Modernismo (1900-1917): Es obvia la influencia de Darío en la preocupación formal, la adjetivación colorista y sensorial y la musicalidad del verso, además de en los temas. Destacan La soledad sonora y (en prosa) Platero y yo.
- Poesía pura (1917-1950): Tras su viaje de bodas a América y la publicación del Diario de un poeta recién casado (1917), la poesía de J. Ramón da un giro hacia la deshumanización y la poesía pura o desnuda, se hace intelectual y tiende a la eliminación de lo anecdótico, en busca de lo esencial de las cosas (Eternidades, 1918; La estación total, 1936). Por ello, gana en concisión y hermetismo.
- Hermetismo (1950-1958): Puede aún hablarse de una cuarta etapa, absolutamente personal, caracterizada por el hermetismo formal y un misticismo que identifica a Dios con la belleza, en las coordenadas de un panteísmo muy personal. Destaca, en esta etapa, Dios deseado y deseante.