NARRATIVA DESDE 1975 HASTA LA ACTUALIDAD
1. CONTEXTO HISTÓRICO
En 1975, tras la muerte de Franco, es proclamado rey Juan Carlos I. Adolfo Suárez, presidente del gobierno, es el principal protagonista de la llamada Transición. Se legalizan los partidos políticos prohibidos y muchos exiliados regresan al país (Rafael Alberti.) Tienen lugar las primeras elecciones generales y en 1978 se firma la Constitución.
La novela es el género por excelencia de esta época. Además, la novela es un objeto de consumo y por ello la importancia del mercado condiciona la creación literaria. Muchos autores se ven dominados por las exigencias editoriales, la obsesión por las ventas, la publicidad de las obras y la propaganda que suponen los premios (un premio es un reclamo editorial y por ello proliferan).
2. CarácterÍSTICAS LITERARIAS
Es muy difícil establecer unas carácterísticas comunes a los novelistas de este tiempo. Hace falta un poco de perspectiva para determinar qué es lo define el arte literario en nuestros días. A pesar de las diferencias entre los escritores y las tendencias diversas que coinciden en nuestro tiempo, podemos considerar que todos ellos coinciden en los siguientes rasgos:
Tienden a utilizar recursos más tradicionales (sin abandonar el camino de la experimentación).
Su objetivo principal es la anécdota, es decir, todos valoran el placer de contar.
El tono humorístico es una nota dominante en casi todos los autores.
Ya no hay grandes héroes en las novelas. Muchos personajes aparecen como seres desvalidos.
Se observa una tendencia al intimismo, a contar experiencias personales.
3. AUTORES Y OBRAS
En la década de los 70 coexisten varias tendencias, por lo que respecta a la novela. Se mantienen los estilos anteriores y aparecen algunas novedades.
En muchas ocasiones se emplea el término de novela posmoderna, para referirse a la novela posterior a 1975. Destacamos dos carácterísticas importantes:
Los novelistas renuncian a explicar el mundo y los problemas que derivan de él.
Son habituales los juegos del autor, que construyen textos sorprendentes, aludiendo a referencias conocidas por el lector, tal como vemos en la novela de Quim Monzó en la que rescribe el cuento La Cenicienta. Esta novela se titula La monarquía.
4. LOS AÑOS 80
Entra en crisis la fiebre experimental y se vuelve a una novela más tradicional, en la que lo más importante sigue siendo el argumento. Se pierde el afán por acumular novedades y se emplean con moderación los experimentos anteriores. Lo más importante vuelve a ser contar bien una historia.
Para poder hacer un análisis de la literatura de esta época es necesaria una perspectiva que no tenemos. Por ello vamos a enumerar las tendencias que se aprecian sabiendo que existen muchísimos otros autores que no vamos a citar y que puedes añadir tú según tu propio bagaje y las lecturas que hayas hecho, los libros que hay en tu casa, etc.
Experimentalismo:
Se trata de la renovación formal de los 60, pero no tan radical como en esa década. La carácterística dominante es la búsqueda de un lenguaje perfecto muy elaborado. Además, incluye la reflexión en sus obras. La obra cumbre de este periodo es Volverás a Regíón de Juan Benet.
La novela policíaca:
Este tipo de novela relata una historia policíaca que resulte interesante y atractiva al lector, y al mismo tiempo, denuncia aspectos sociales.
Muchas veces narra momentos históricos, pero son una trama de ficción. El primer autor que empleó todas estas carácterísticas es Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta (1975), que incluye en su novela los acontecimientos de la Semana Trágica de Barcelona. Esta novela contiene muchos de las carácterísticas estudiadas (perspectivismo, varios tipos de narrador, desorden cronológico), pero además parodia algunos géneros y destaca la utilización de diversos materiales narrativos (como cartas, artículos de periódico, entrevistas, informes policiales…) Otro autor muy importante es Manuel Vázquez Montalbán, que es el creador de la saga del detective Carvalho. Estos dos escritores también escribieron otro tipo de novelas no policíacas. Lorenzo Silva también ha creado una serie de novelas, protagonizada por una pareja de Guardias Civiles, el sargento Bevilacqua y la cabo Chamorro. En todas sus novelas podemos apreciar su personalidad polifacética, sus dotes como narrador y una visión crítica hacia la España de la época. No solamente destaca por su labor como novelista, sino también por su labor poética.
Novela histórica
Se trata de un tipo de novela influida por El nombre de la rosa de Umberto Eco.
La restauración de la democracia supuso un nuevo modo de explicar los acontecimientos históricos. Podemos mencionar El hereje de Miguel Delibes y El capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverté. También cabe destacar a autores que escribieron novela experimental en loa década de los 60. Se trata de Eduardo Mendoza con La ciudad de los prodigios y Gonzalo Torrente Ballester con La isla de los jacintos cortados o bien Crónica del rey pasmado (en todos esos casos se trata de novelas históricas.) José María Merino es otro de los autores importantes del período, que escribíó una trilogía dedicada al público juvenil: El oro de los sueños.
Novela lírica:
De tono intimista o autobiográfico. Destaca Juan José Millás, Julio Llamazares, Soledad Puértolas o José María Merino.
La metanovela:
Se trata de novelas que fabulan acerca del proceso de la escritura. Destaca Luis Landero con Juegos de la edad tardía.
Literatura y periodismo:
Las relaciones entre la literatura y el periodismo son estrechas en esta época, en la que las comunicaciones sociales cobran importancia. Muchos escritores colaboran en la prensa y escriben artículos para el periódico: Rosa Montero, Elvira Lindo, Juan José Millás.
Otros escritores elaboran relatos de ficción muy documentados, cercanos al reportaje periodístico.
La renovación en la novela tiene que ver con la influencia de modelos europeos y norteamericanos de los años 20, como Kafka, Proust y Joyce, así como de la novela hispanoamericana con Vargas Llosa, La ciudad y los perros, y Cortázar, Rayuela, fundamentalmente.
La obra fundamental que renueva este periodo es Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín-Santos. Rompe con el Realismo social pre-cedente para llegar a lo que el autor llama “Realismo dialéctico” a través de nuevas técnicas narrativas inspiradas en la obra de James Joyce, autor del Ulises, como el monólogo interior. Además utiliza también la segunda persona y el estilo indirecto libre. La novela habla de la frustración, la impotencia y el desarraigo de un joven médico investigador del cáncer en el Madrid de los años 50, reflejando la realidad nacional en ese marco social concreto. Otras obras importantes son: la trilogía de Los gozos y las sombras (1957-62) de Gonzalo Torrente Ballester; Cinco horas con Mario (1966) de Miguel De-libes; Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo; Últimas tardes con Teresa (1966) de Juan Marsé; Volverás a Regíón (1967) de Juan Benet y San Camilo 1936 (1969) de Camilo José Cela.
Carácterísticas de la novela experimental:
Se inicia la experimentación en la novela, producíéndose los siguientes cambios y nuevas técnicas narrativas:
Desaparición del narrador omnisciente.
Uso del perspectivismo (diversos enfoques de la misma historia)
Se relega a un segundo plano el argumento: la anécdota tiene un papel más importante. Finales abiertos.
En la estructura desaparece el capítulo y aparecen las secuencias (no numeradas).
Las técnicas más usadas son el contrapunto (combinar diversas historias) y el caleidoscopio (mostrar muchos elementos a la vez).
Se rompe la regularidad temporal y se crea un caos cronológico (por influencia del cine) con avances y retrocesos temporales (prolepsis y analepsis).
El protagonista está en conflicto con el entorno o consigo mismo.
Se utiliza el monólogo interior, que reproduce en primera persona los pensamientos de un personaje como brotan de su conciencia, desordenados, caóticos, sin lógica ni articulación coherente. Esto lo diferencia del soliloquio.
El narrador interviene y denuncia (sátira, parodia).
Estilística: gran riqueza lingüística. Nuevas palabras (neologismos). Desaparece la frontera entre prosa y verso así como la puntuación.
Adquiere importancia lo visual.