Narrativa Española del Siglo XX hasta 1939: Modernismo, Vanguardias y Generación del 27

Narrativa Española del Siglo XX hasta 1939

La Prosa de Principios de Siglo

En el campo de la prosa, al igual que en la poesía, se observa una crisis del Realismo, dando paso a tendencias innovadoras. Se caracteriza por una prosa impresionista, con predominio de la sugerencia, la imprecisión, el gusto por la vaguedad simbolista y la pincelada rápida, así como la tendencia a lo inconcluso. Temas comunes son el voluntarismo frente a la abulia, la pasión frente a la inteligencia, problemas de personalidad y críticas sociales. La crisis de la novela realista no lleva a un modelo alternativo, sino a diversos experimentos narrativos. Algunos autores relevantes son:

  1. José Martínez Ruiz, Azorín: Sus obras más interesantes son La Voluntad, Las Confesiones de un Pequeño Filósofo, Los Pueblos (cercanas al ensayo) y Castilla. Los Pueblos y Castilla son colecciones de artículos y relatos breves de temas diversos: evocaciones, lecturas y tipos peculiares. Su prosa muestra un predominio de lo descriptivo y discursivo.
  2. Miguel de Unamuno: Su primera novela histórica fue Paz en la Guerra. En 1902 publica Amor y Pedagogía, una fantasía satírica y grotesca. Su novela más importante es Niebla, subtitulada «nivola», por apartarse de los cánones narrativos. Se caracteriza por la eliminación de pasajes descriptivos, abundancia de diálogos y monólogos, y protagonistas individuales. Otras novelas son La Tía Tula y San Manuel Bueno, Mártir. Sus novelas son un juego intelectual con múltiples interrogaciones, con concentración de la acción y ausencia de descripciones, salvo las simbólicas.
  3. Pío Baroja: El novelista por antonomasia de su época. Escribió casi una decena de libros de cuentos y más de 60 novelas. Se distinguen tres etapas: la primera, la más importante, con la trilogía La Lucha por la Vida (La Busca, Mala Hierba y Aurora Roja); la segunda, con Memorias de un Hombre en Acción, de tema histórico; y la tercera, con sus memorias, Desde la Última Vuelta del Camino.
  4. Ramón del Valle-Inclán: Tres períodos: a) Etapa modernista, con las cuatro Sonatas; b) Etapa del primitivismo, con la trilogía La Guerra Carlista, marcada por la violencia, crueldad y destrucción; c) Etapa de los esperpentos, con Tirano Banderas y El Ruedo Ibérico, próximas a los esperpentos en estilo, lenguaje, personajes y la relevancia del diálogo.

La Prosa en el Novecentismo y las Vanguardias

  1. Gabriel Miró: Primera etapa modernista (Las Cerezas del Cementerio). Segunda etapa con una prosa personal, centrada en descripciones de ambientes y sensaciones, con mínima acción. Destacan Nuestro Padre San Daniel y El Obispo Leproso.
  2. Ramón Pérez de Ayala: Sus primeras novelas, Tinieblas en las Cumbres, La Pata de la Raposa y Troteras y Danzaderas, tienen carácter autobiográfico.
  3. Ramón Gómez de la Serna: Conecta con las nuevas formas de expresión europeas. Las greguerías (humorismo + metáfora) son el eje de su obra. El erotismo es un tema recurrente en sus novelas.

La Prosa en la Generación del 27

Se pasa de una literatura vanguardista a una obra que refleja las preocupaciones morales, sociales y políticas. Influyen las ideas de Ortega sobre la novela como juego intelectual, desdeñando la narración tradicional. Se valora la originalidad, las escenas insólitas, la fantasía, la creación de ambientes, el humor, el ingenio y la ironía.

  1. Francisco Ayala: Publicó relatos en la Revista de Occidente, reunidos en El Boxeador y un Ángel. Retomó su obra en el exilio tras la Guerra Civil.
  2. Max Aub: Novelas experimentales (juegos léxicos y metafóricos) como Geografía o Fábula Verde. Desarrolló su obra en el exilio.
  3. Corpus Barga (Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna): Relatos vanguardistas como Pasión y Muerte y Apocalipsis.
  4. Rosa Chacel: Novela experimental, monólogo introspectivo como Estación, Ida y Vuelta.

Características comunes de este grupo: compromiso sociopolítico, estética realista, temas sociales y políticos, proyección hacia un futuro mejor y la realidad de la ficción. Destacan José Mas y Ramón J. Sénder.

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