Narrativa Española de Posguerra (1939-1970): Del Realismo al Experimentalismo

Narrativa Española de Posguerra (1939-1970)

La Novela de los Años 30

La novela de los años 30, al igual que la poesía, tendió hacia la rehumanización y el compromiso social, tras abandonar la deshumanización de los años 20. En esta línea se encuentran autores como Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala y Rosa Chacel, quienes al acabar la guerra se exiliaron por su apoyo a la República. Su obra se desarrolló al margen de la literatura que se producía en España y, en general, trató con insistencia el tema de la guerra.

Los Años 40

Tras el fin de la Guerra Civil (1939), los años 40 se caracterizaron por la búsqueda de caminos narrativos que rescataran la tradición novelística española, perdida desde la irrupción de la vanguardia y la deshumanización en los años veinte. Durante este periodo, la producción novelística fue escasa, con la excepción de novelistas del 14 (Gabriel Miró, Francisco Ayala) y de la generación del 98, especialmente Pío Baroja.

La obra de Camilo José Cela en estos años es fundamental. Prescindiendo de la guerra civil como eje central, parte de la novela realista española, desde Baroja hasta Cervantes y el Lazarillo. Incorpora el objetivismo distanciado, cuyas raíces se encuentran en Baroja y Valle-Inclán, dando lugar a la novela «tremendista». Esta narrativa, desde la frialdad y la distancia, explora aspectos desagradables como la violencia, la brutalidad o lo escatológico (La familia de Pascual Duarte, 1942).

También destaca Carmen Laforet, ganadora del Premio Nadal de 1944 con Nada. Esta etapa culmina con la publicación de La colmena (1951), de Cela, una sucesión de estampas que muestran tres días en la vida de diversos personajes grises y vulgares, hostigados por el hambre, la incertidumbre y la sexualidad atormentada.

Los Años 50

La colmena reorienta la narrativa hacia el realismo. En un primer momento (1951-1955), se busca un realismo objetivista. Destacan autores como Miguel Delibes (El camino y Las ratas), Gonzalo Torrente Ballester (Los gozos y las sombras) y Juan Goytisolo (Juegos de manos).

En 1955 aparece El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, con una técnica «magnetofónica» que lleva el objetivismo a su máxima expresión. Esta obra marca un punto de inflexión, tras el cual la narrativa se orienta hacia el realismo comprometido o social, buscando el cambio político. Aparecen nombres como Carmen Martín Gaite (Entre visillos), Ana María Matute (Fiesta al noroeste) e Ignacio Aldecoa, quien cultivó el cuento, género que vive un auge gracias a autores hispanoamericanos como Borges y Cortázar.

Los Años 60

En 1962, Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, inaugura una nueva forma de realismo y novela social, explorando nuevas técnicas narrativas. La novela española de los 60 se orienta hacia la experimentación, influenciada por autores como Kafka, Joyce, Cortázar, García Márquez y Vargas Llosa. Se difuminan los límites entre géneros, se emplean estructuras no lineales, perspectivismo polifónico, indirecto libre, monólogo interior y metáfora vanguardista.

Destacan autores como Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa), Juan Benet (Volverás a Región) y Juan Goytisolo (Señas de identidad, 1966). Escritores consagrados como Cela (Mazurca para dos muertos), Delibes (Cinco horas con Mario) y Torrente Ballester (La saga/fuga de J.B.) continúan su producción, adaptándose al experimentalismo.

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