Narrativa Española Anterior a 1936
Introducción
A comienzos del siglo XX, la novela se regía aún, en general, por los esquemas del Realismo y Naturalismo de la segunda mitad del siglo XIX. Entre los novelistas que continúan la tradición realista destacan Vicente Blasco Ibáñez, Palacio Valdés y Concha Espina. La crisis de fin de siglo se manifestó también en la novela, tanto en los temas (se tiende al subjetivismo) como en las formas (voluntad de renovar el estilo y las técnicas narrativas).
Las primeras manifestaciones de la nueva sensibilidad se muestran de forma inequívoca en cuatro novelas publicadas en 1902, firmadas por autores de la Generación del 98: La voluntad, de Azorín; Amor y pedagogía, de Unamuno; Camino de perfección, de Baroja; y Sonata de otoño, de Valle-Inclán.
1. La Novela de la Generación del 98
Características de la novela
- Es una novela configurada en torno a un personaje central, el protagonista, que suele representar las ideas y preocupaciones del autor. Son héroes casi trágicos que evolucionan hacia una situación espiritual límite.
- El proceso de cambio se centra en la mentalidad del protagonista y no en sucesos externos.
- El interés del argumento no reside tanto en la acción externa como en las discusiones y conversaciones de los personajes.
- Sustituyen los incidentes por diálogos que señalan un estadio de desarrollo mental del protagonista.
- La realidad no se describe objetivamente, sino a través de la sensibilidad del personaje central.
Temas
- Preocupación por el problema de España: Crisis colonial. Los autores buscan respuestas abstractas y filosóficas. España les interesaba en el plano de las ideas y creencias, por eso buscan la esencia de lo español en la tradición, en la literatura clásica medieval, en el pueblo llano.
- Las preocupaciones filosóficas: Cuestiones como el sentido de la existencia o el destino son fundamentales en muchas obras. Derivan de la influencia de Nietzsche y Schopenhauer.
- Unas mismas inquietudes literarias: Crítica al realismo y búsqueda del lenguaje preciso y natural, alejado del barroquismo y la retórica de parte del siglo XIX. Creación de una lengua sencilla y espontánea, marcada por un claro antirretoricismo, expresión popular, párrafos breves, renovación de la técnica de la novela y predilección por el ensayo.
Autores y Obras
Miguel de Unamuno
Recoge temas que le preocupan a él y elimina todo lo que no es esencial en el relato. Novela densa, filosófica y esquemática, pero también apasionada, que es lo que Unamuno llama nivola. Depuración de elementos da lugar a hallazgos renovadores. Suprime alusiones al paisaje y circunstancias que rodean a los personajes. Numerosos y extensos diálogos. Aparecen preocupaciones ideológicas y existenciales del autor. Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921), San Manuel Bueno, mártir (1933).
José Martínez Ruiz (Azorín)
Su literatura gira en torno al tiempo, su fluir constante, la fugacidad y, a la vez, la permanencia de paisajes y sentimientos, con abundantes descripciones paisajísticas de Castilla. El paisaje se corresponde con el estado anímico del autor, normalmente melancólico. Estilo: modelo de precisión, sencillez y claridad. Frases breves sin enlaces o unidas por puntos. Léxico muy rico. Buscar su propio estilo es su principal preocupación. La narración se reduce a la descripción de las sensaciones de los protagonistas y de los ambientes. Destacan La Voluntad (1902), Confesiones de un pequeño filósofo (1904), Don Juan (1922) y Doña Inés (1925).
Pío Baroja
Concibe la novela como el género que puede incluir todos los otros géneros: la reflexión filosófica, la aventura, la descripción. Sus novelas incluyen reflexiones, descripciones, anécdotas y muchos personajes. La vida es superior a la literatura, por eso la literatura debe supeditarse a la vida y reflejarla de la forma más clara y directa posible. Los personajes barojianos suelen ser seres asociales y rebeldes. Los ambientes suburbaniales, la vida de los humildes y los problemas sociales, políticos y económicos llenan gran parte de su obra. Su estilo es antiestilo, pues pretende recoger la lengua viva y pone la escritura al servicio del contenido; emplea un lenguaje antirretórico que da un tono ágil y espontáneo. Consigue una narración rápida, unas descripciones expresivas y un diálogo verosímil y vivo. Baroja clasificó sus novelas en trilogías.
Ramón María del Valle-Inclán
Toda su obra obedece al rechazo del realismo tradicional, lo que se manifiesta de formas diferentes en su producción. Comenzó su trayectoria narrativa dentro del Modernismo y evoluciona hacia una creación personal e innovadora: el esperpento. Su primera gran obra es Sonatas (de otoño, de estío, de primavera y de invierno). Se caracteriza por una prosa modernista. Su última obra es El ruedo ibérico y se encuadra dentro del expresionismo esperpéntico.
La Novela en el Novecentismo y el Vanguardismo
Se conoce con el nombre de Novecentismo o Generación del 14 a los autores que suceden a la Generación del 98 y alcanzan su plenitud literaria en la segunda década del siglo XX: Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna (greguería).
Inquietud por los problemas de España, aunque rechazan la violencia dramática y subjetiva de sus predecesores y adoptan una postura más equilibrada e intelectual. Defienden el arte puro, cuyo único objetivo es el placer estético. En la novela se desprecia el realismo.
La Novela de la Generación del 27
Realizan un tipo de novela que renueva las estructuras, se construye sobre una base metafórica y evasiva del entorno, y practica el juego y la experimentación. Su único compromiso es con el arte. El valor de la novela reside en su coherencia interna, lingüística y estructural. La influencia del Surrealismo dio lugar a un tipo de narrativa irracional y absurda, donde las imágenes oníricas prevalecen por encima del argumento. Novela vanguardista (Pedro Salinas y Max Aub) y novela social (Ramón J. Sender y César Manuel Arconada).