Miguel Hernández: Un Recorrido por su Obra y Evolución Ideológica

Influencias Literarias en la Obra de Miguel Hernández

Miguel Hernández fue un poeta que se empapaba de todo lo que leía y oía. Por ello, su primer motivo de inspiración fue la literatura oral de tipo popular. Pero a la vez, su aprendizaje literario se inclinó también a la imitación de los escritores cultos que pertenecen al canon de los clásicos. En resumen, la tradición en la producción de Miguel Hernández se vio influenciada por:

  • Tradición de los clásicos literarios españoles:
    • Poesía de los Siglos de Oro.
    • Poesía y teatro de la modernidad.
  • Tradición popular y raigambre oral:
    • Poesía anónima.
  • Poesía y cubismo literario.
  • Surrealismo.

Desarrollo Cronológico de las Influencias

Tradición de los Clásicos Literarios Españoles

Leyendo su obra poética, podemos rastrear una selecta historia de la literatura española. Dada su adhesión a la tierra, se siente influido, en su primera etapa, por el costumbrismo regionalista. La influencia costumbrista se funde con la identificación emocional y vital de Miguel Hernández con la naturaleza. Miguel Hernández combina la influencia de Fray Luis de León con la de Antonio Guevara.

En sus inicios, Miguel Hernández se crea la necesidad de mostrar que sabe interpretar sus lecturas y que ya es experto en el uso del lenguaje poético más culto y elevado. Para ello, recurre, por ejemplo, a las menciones y resonancias de la mitología griega y latina en los autores del Siglo de Oro. Tampoco en esta etapa de formación de una voz propia, Miguel Hernández renuncia a los grandes poetas del amor o a los escritores épicos del Romanticismo, como Bécquer, Espronceda o Zorrilla.

Los Escarceos Vanguardistas: El Surrealismo

Los contactos de Miguel Hernández con la vanguardia fueron escasos. Destaca su conexión con el purismo de Jorge Guillén, Juan Ramón Jiménez y los poetas simbolistas.

Con un paso más hacia su compromiso social, Miguel Hernández experimenta a mediados de 1935 un giro ideológico que se traduce en un giro de lenguaje literario también. En los cantos jubilosos y en los desahogos de la segunda mitad de 1935, se pasa del racionalismo de la metáfora barroca al irracionalismo incontrolado, al cultivo de la imagen que brota del subconsciente. El surrealismo se relaciona comúnmente con una perspectiva onírica irracional y con un proceso de distorsión de la realidad que produce efectos absurdos y alucinantes. Esto causará que el lector no asienta emocionalmente, puesto que considera ilógica e irracional la relación entre la imagen y la realidad que representa. Existe una dualidad tradición-vanguardia en Miguel Hernández entre 1935 y 1936. En definitiva, en su obra confluyen lo clásico y lo moderno, lo tradicional y lo renovador.

Etapas Poéticas de Miguel Hernández

La poesía de Miguel Hernández comienza en su juventud, a pesar de tener una educación limitada debido al ambiente rural en el que nace. En este entorno, Miguel logra entablar diversas amistades que en años futuros serían decisivas para el desarrollo de su poesía, entre estas destaca José Marín. La primera etapa poética de Hernández son sus poemas de adolescencia, poemas que exaltan la belleza de la naturaleza mediante figuras literarias y musicalidad. En estos no se reconoce un estilo propio del autor, sino más bien son poemas que recogen variadas influencias literarias. El carácter descriptivo del entorno que adoptan estos poemas tiene como resultado el uso de términos agrestes, los cuales de aquí en adelante serán característicos de la poesía del autor. Gracias a las amistades mencionadas antes, Miguel Hernández realiza su primer viaje a Madrid, el cual no es exitoso, pero produce su maduración literaria. Al regresar de Madrid, Miguel Hernández escribe su primer libro, Perito en lunas, en 1933. Este poemario refleja la etapa de maduración que se produjo en el autor, ya que refleja un estilo propio. En este destaca la gran presencia de imágenes y metáforas presentes en poemas que se basan principalmente en su entorno. Eran poemas crípticos y difíciles de entender. Es importante mencionar los poemas que Miguel Hernández escribió con marcas religiosas.

Estas marcas religiosas dieron origen a El silbo vulnerado, poemario de temas amorosos y naturaleza. Hace nuevas amistades, como Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, con lo que se produce un cambio de ideología en el poeta, que rechaza a la Iglesia y ostenta una actitud menos conservadora. Miguel Hernández busca devolver a su poesía aquello que sus amistades cultas reclaman. Entonces se incorpora a la Escuela de Vallecas, un grupo de escritores que aprecian la belleza de la naturaleza. Destaca aquí la crisis sentimental que atraviesa el poeta debido al amor, por lo que escribe El rayo que no cesa en 1936, que describe emociones fuertes, presenta temas como el amor, el desengaño y la pérdida, y cuyos poemas son ricos en iconografía. Así, el lector puede presenciar lamentos y desesperanza en esta obra, basada en sonetos. Tras la publicación de este libro se produce el estallido de la Guerra Civil. Miguel Hernández se introduce de lleno en la guerra.

En su siguiente obra, Viento del pueblo, que se basa en temas como sucesos bélicos, lucha y sufrimientos, los cuales se tratan con un tono de ensalzamiento de la moral del pueblo. Después escribe El hombre acecha en 1939, donde predomina un tono reflexivo y destaca el llamado a la libertad con temas en los que se refleja la amargura, las vivencias directas del poeta en la guerra. Con el fin de la guerra, Miguel Hernández es encarcelado, y en estos años (1939-1940) escribe sus últimos poemas, con tono lúgubre que refleja su soledad. Los temas de esta recopilación de poemas se basan en emociones internas de Hernández, en cuyas escrituras se hace evidente la influencia de su vida personal y de Josefina Manresa. Finalmente, en 1942 muere en Alicante.

Claves Ideológicas y Evolución en la Poesía de Miguel Hernández

Para entender las claves ideológicas de la poesía de Miguel Hernández y su evolución, es imprescindible considerar el entorno vital del poeta en los dos momentos de esta trayectoria. Miguel Hernández nace en Orihuela, donde había una mentalidad conservadora. El poeta, además, se educó en dos colegios religiosos. A todo ello hay que añadir una influencia que fue decisiva en su vida: la de su amigo Ramón Sijé, muy católico. Sijé también tuvo un peso determinante en la educación autodidacta del poeta, ya que le prestaba libros. Por todo ello, no es de extrañar que las primeras coordenadas ideológicas de Miguel Hernández estuvieran dentro de ese conservadurismo católico que se respiraba en su ciudad y entre su círculo de amistades. Buena muestra de ello son algunos de los poemas publicados en la revista El Gallo Crisis.

Pero su vida en Madrid le hace conocer otra realidad distinta, lo que le abre otros horizontes. Además, entabla amistad con el círculo de los poetas de la Generación del 27 y conoce a figuras como Pablo Neruda, de clara militancia comunista, y que le anima a romper con Sijé y todo lo que este significa. Añadamos a todo ello los orígenes humildes del poeta y su conciencia de clase, junto con el estallido de la guerra en el año 1936, y el resultado será el giro ideológico del poeta, que además ingresará en el Partido Comunista y se comprometerá intelectualmente con el bando republicano.

Compromiso Político y Poesía de Guerra

En lo que a su poesía se refiere, la imagen del poeta comprometido políticamente la encontramos en sus dos libros de guerra:

  • Viento del pueblo (1937): dirigido a los soldados del bando republicano y al pueblo llano, a los que insta a levantarse en armas contra los rebeldes, con una simbología muy explícita. Frente a ellos exhibe su optimismo revolucionario, acompañado de improperios dirigidos no solo a los sublevados, sino también a los conformistas. Un grupo importante de poemas son aquellos en los que denuncia la condición de oprimidos de algunos sectores de la población, a los que anima a rebelarse. Paralelamente, el estilo en esta obra se hace más claro y transparente para ser comprendido por la población rural y proletaria, está lleno de vocativos, imperativos y abunda la segunda persona, dado su carácter de llamada a la revolución. El tono épico recorre estos poemas para apelar a la solidaridad, a la lucha por el bien colectivo.
  • El hombre acecha (1939): es publicado cuando es inminente la derrota republicana. En su visión pesimista de la guerra en general, sin embargo, seguimos encontrando ese compromiso político en poemas como “Rusia”, nación que encarna la esperanza de una victoria y de un futuro de fraternidad universal. Igualmente, aparecen invectivas contra los burgueses y los capitalistas, desde una visión ortodoxa del marxismo. Sin embargo, este libro acusa el cansancio de la guerra, de tanta muerte y barbarie. Un tono pesimista y desolado invade el libro en poemas como “El tren de los heridos”.

Finalmente, en Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), ya derrotado, enfermo y en la cárcel, el poeta vuelve a lo intimista. El compromiso político cede ahora su sitio al lamento nostálgico por la pérdida de los seres queridos, sobre todo Josefina.

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