Evolución de la obra de Valle-Inclán. Justifica la inclusión de Luces de Bohemia en la etapa que le corresponda
Ramón
María del Valle-Inclán es un autor nacido en Pontevedra en la segunda mitad del Siglo XIX que se inició en el Modernismo y acabó llegando al esperpento tras una trayectoria de amplia experimentación. Cultivó tanto la poesía como la novela y el teatro, género en el que alcanza sus mayores logros. En todos ellos se observa la evolución de un Modernismo elegante a la distorsión de la realidad carácterística de la Generación del 98.
Su recorrido se puede dividir en tres etapas, de las cuales la primera se inicia con la publicación de cuentos, tras los que aparece su primer libro Féminas, obra de influjo francés. Posteriormente le seguirán libros como Epitalamio, Jardín umbrío, Corte de amor y Flor de Santidad. Pero la producción cumbre de esta etapa son las Sonatas, cuatro novelas de estilo modernista publicadas por este orden: Sonata de Otoño, Sonata de Estío, Sonata de Primavera y Sonata de Invierno, todas ellas con el Marqués de Bradomín como protagonista y con el amor y la muerte como temas. Es la exaltación de un mundo decadente, visto con una mirada nostálgica y distanciada. Para ello emplea una prosa rítmica, refinada y rica en efectos sensoriales.
A esta primera etapa, le sigue el ciclo de las Comedias Bárbaras: Ágüila de Blasón, Romance de lobos y Cara de plata. Por ellas se mueven personajes extraños y violentos con pasiones de fuerza alucinante, en un ambiente rural gallego y con un lenguaje más fuerte. Con estas obras se inicia su “teatro en libertad”. La evolución estilística se acentúa en la trilogía de novelas La guerra carlista (Los cruzados de la Causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño), donde destaca el heroísmo ROMántico y la brutalidad de la guerra. Por este motivo, aparece un lenguaje desgarrado con la presencia de un léxico rústico.
Así llegamos a 1920, inicio de la tercera etapa en la trayectoria de Valle–
Inclán, año en el que se publican obras dramáticas decisivas como Farsa italiana de la enamorada del rey, Farsa y licencia de la Reina Castiza, Divinas palabras y Luces de
Bohemia. Esta última es la primera obra en la que Valle-Inclán utiliza el nombre de esperpento, aunque en todas ellas se mezcla o trágico y lo burlesco, es decir, la deformación “esperpéntica” ya está presente. En los años siguientes escribe Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán, recogidos bajo el título de Martes de Carnaval. En estos aparece una realidad degradada con personajes marginales o fantoches.
Conviene citar las novelas de esta última época, tales como Tirano Banderas y El ruedo ibérico, compuesto por La corte de los milagros, Viva mi dueño y Baza de espadas. En estas novelas se cultiva un estilo desgarrado de incalculable fuerza crítica.
Entre todas las obras citadas de su última etapa cabe destacar Luces de Bohemia: primer esperpento. Es la primera obra a la que Valle da ese nombre y en la que presenta su teoría del nuevo “género”. El mismo protagonista parte de la afirmación “Nuestra tragedia no es una tragedia” y de esta imposibilidad de la tragedia surge el esperpento. Este género lo define con la referencia a los espejos cóncavos de la calle del Gato, así lo compara el propio Max Estrella, personaje principal, cuando afirma que “España es una deformación grotesca de la civilización europea”, criticando así la vida española de su tiempo. La obra se basa en la distorsión de la realidad y en la parodia de los modelos clásicos, así como en la creación de un lenguaje donde tanto lo sublime como lo vulgar conviven en partes iguales.
Para finalizar, de importancia es señalar también la influencia recibida de la corriente barroca española, representada por Quevedo y Goya. Afirma el autor en Luces de Bohemia “El esperpentismo lo ha inventado Goya”.
Luces de Bohemia en el contexto histórico y literario de su época
Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán, aparecíó por primera vez en la revista España en 1920. En 1924 se publica el libro con tres escenas añadidas: la II, la VI y la XI. Con esta obra nace un nuevo término retórico: el esperpento, que designa lo feo, lo ridículo, lo grotesco, la disconformidad.
La obra se sitúa en el período político de la Restauración, aunque tiene referencias a otros momentos de la historia del país para retratar el ambiente social y político de una época caracterizada por su inestabilidad y la ausencia de soluciones. Se hace referencia a la alternancia entre el partido conservador y el liberal junto a sus respectivos líderes, Maura, que aparece varias veces en la obra y es ferozmente criticado, y García Prieto. También se hace mención a la Ley de Fugas aplicada al preso catalán y se cita a Carlos II, Felipe II e Isabel II, entre muchos otros. Valle presenta un país rural, con una industrialización creciente en Cataluña y Euskadi, altos niveles de analfabetismo y gran conflictividad social. También se incide en la importancia del periodismo en ese momento por su contribución a divulgar ideas y formar la opinión de los ciudadanos.
Desde el punto de vista literario, no es fácil adscribir a Valle a un movimiento determinado ya que se caracteriza por la búsqueda incansable de un estilo personal. Así, evoluciona desde una etapa modernista, pasando por una fase de transición, hasta la tercera etapa, en la que el escritor encuentra un estilo totalmente personal, el esperpento.
En el contexto literario europeo destaca Émile Zola, quien insistíó en la necesidad de retratar las costumbres y los problemas humanos mediante el análisis psicológico. Más tarde, en el continente convivirán el teatro simbolista, expresionista y vanguardista, a pesar de que en España no hubo grandes renovadores del teatro. Ante esta situación, se divide el teatro español en dos grupos: teatro comercial, el cual predominó, y teatro innovador, siendo éste minoritario.
El teatro comercial estaba dirigido al público aristócrata y burgués. Se dividíó en tres vertientes: la comedia burguesa de Jacinto Verdaguer, teatro continuador del Realismo pero renovando la escenografía; el teatro poético, escrito en verso y muy ligado al Modernismo, con autores como Eduardo Marquina; y por último el teatro cómico para entretener al público, en el que sobresalen los hermanos Quintero y Carlos Arniches.
Por su parte, en el teatro innovador cabe destacar algunos intentos de renovación que se llevaron a cabo. El teatro desnudo de Unamuno, el antirrealismo de Azorín, y el teatro de Lorca, probarán suerte con un teatro no siempre comprendido y apoyado por el público. Por último, el teatro de Valle-Inclán se clasifica en tres ciclos. El primero de ellos, el ciclo mítico, sitúa todas las obras en Galicia, donde presenta una sociedad arcaica y conflictos. Ejemplo de ello son las Comedias Bárbaras y Divinas Palabras. En el ciclo de la farsa introduce personajes de farándula y el uso de disfraces, como en Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza. En su último ciclo, el esperpéntico, la realidad aparente es destruida y se revela tal y como es. Ejemplo de esta perfecta deformación es Luces de Bohemia.
En síntesis, se puede afirmar que la obra critica la mediocridad de la cultura española y la escasa preocupación de algunos de sus escritores por el auténtico arte.
Luces de bohemia y la realidad política y social
Una primera versión de Luces de bohemia aparece en 1920 en la revista España. En 1924 se publica en libro con las escenas II, VI y la XI añadidas. Valle cuenta la última noche de la vida de Max Estrella, poeta miserable y ciego. La obra destacará lo trágico e imposible de vivir en una España deforme y absurda. De hecho, toda la crítica ha intentado destacar el aire de queja y de protesta que el esperpento encierra. Esta es la primera gran obra literaria española en la que desaparece el héroe para que sea una colectividad entera su personaje.
Entre los recursos empleados por el autor, es importante la utilización de la historia de manera anacrónica para producir su deseado efecto deformador. Se producen saltos temporales como la alusión a las últimas colonias españolas (1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la Revolución rusa (1917), o el hecho de que Rubén Darío (que muere en 1916) sobreviva a Benito Pérez Galdós (que fallece en 1920).
La obra retrata el estado degradante del sistema político nacido con la Restauración, sistema que se caracterizaba por la alternancia pacífica en el poder de los dos partidos mayoritarios, el liberal y el conservador. De ambos partidos se critica a políticos, especialmente al conservador Maura cuya impopularidad durante estos años era enorme, al liberal García Prieto e incluso a Alfonso XIII. Se arremete contra el mal gobierno y contra la corrupción, mostrando también el hambre y la ignorancia del pueblo.
La corrupción se manifiesta en los “fondos reservados” que los Ministerios de Gobernación y Estado distribuían sin control. También se sobornaba a periodistas, así los periódicos ocultaban información o la suavizaban. Ante esta situación, de especial fuerza es la protesta ante la represión policial que, junto a la ridiculización de la policía, se puede observar en las escenas en que Max se encuentra ante el obrero catalán condenado a morir por la “ley de fugas” y la muerte de un niño a consecuencia de la represión callejera.
El tema de la muerte es destacable por considerarse como medio de liberación del sufrimiento que padecen los personajes. Desde el mismo comienzo Max nombra el suicidio. Además, se observan muchas víctimas inocentes, como el caso del niño de la escena XI. Con ello el autor propone mostrar la falta de valores éticos de la sociedad española.
Asimismo, los personajes se enfrentan de maneras diversas a la muerte. Max Estrella, como ya se ha nombrado, es partidario del suicidio, mientras que el preso catalán, conocedor de su fin, se yergue con una entereza casi fatídica.
Pero la conflictividad social no es la única referencia a la realidad en Luces de bohemia.
También podemos hallar menciones religiosas. Max clama por una “religión nueva” que debe regenerar España. Tal vez por eso bautiza al preso catalán, que se llama Mateo, como Saulo.
En síntesis, Luces de bohemia manifiesta una profunda disconformidad con la España de la época y contiene un duro ataque a la realidad española. Todo ello parece remitirnos a las palabras de Max Estrella: «España es una deformación grotesca de la civilización Europea».
Modernismo y 98 en Luces de Bohemia
Modernismo y Generación del 98 surgen como reacción contra la cultura y las Letras del Siglo XIX, y revelan la insatisfacción del escritor ante el mundo. Teniendo esto en cuenta, es importante señalar las diferencias más destacadas entre ambos movimientos en Luces de bohemia, obra capital de Valle-Inclán.
La obra valleinclaniana evoluciona desde el esteticismo modernista de su juventud a la preocupación por la regeneración del país típicamente noventayochista desde Luces de Bohemia, publicada en 1920, punto de inflexión en la evolución de su obra.
Esta obra es la primera calificada por el autor como esperpento, género definido por él mismo en la escena XII al compararlo con la deformación que causan los espejos de la calle del Gato, pues propiamente se trata de la deformación grotesca de la realidad y de los problemas sociales, que corresponden con los últimos años de la Restauración: corrupción política, protestas callejeras, etc. En definitiva, el esperpento sirve para poner de manifiesto los problemas de España y su necesidad de cambiar y regenerarse, postura que defienden los miembros de la Generación del 98.
En lo que hace referencia a los personajes del drama, el afán de caricatura de la realidad social española de la época es una actitud que se puede clasificar de noventayochista, así como el hecho de esperpentizar las diferentes capas sociales. Los poetas modernistas tampoco se escapan del esperpento, no obstante también se pone en manifiesto la penosa situación de estos. Esto se debe a que Valle-Inclán también es modernista por lo que respeta esta actitud. La muerte de Max, el último gran modernista, representa el final del Modernismo en España.
Por otra parte, los temas principales de la obra son la crítica al poder, el problema de España, la miseria y los problemas sociales, la muerte y la religión y la bohemia y el Modernismo. Los tres primeros entran entre las principales preocupaciones de la Generación del 98. La corrupción y el abuso de poder está muy presente en la obra, representado por el Ministro, el librero e incluso don Latino. Las víctimas del poder son los personajes “trágicos”: el preso catalán ejecutado, la madre y su niño muerto y Max Estrella. La muerte sobrevuela la obra constantemente, se abre y se cierra con las referencias al suicidio colectivo. Además, la religión era uno de los aspectos sobre los que reflexionarían los autores del 98. En uno de los diálogos se habla de la necesidad de crear una “nueva religión”.
En el personaje de Max Estrella observamos una evolución del “yo” al “nosotros”, un tránsito del individualismo al compromiso humano, social y político. Una evolución parecida podemos observar en la obra de Valle-Inclán: del Modernismo esteticista y decadente a la estética crítica del esperpento asociada con la Generación del 98.
Asimismo, en su proceso esperpentizador, Valle-Inclán experimenta con el lenguaje, proponiendo interesantes engendros híbridos como la famosa exclamación de Max: “Yo también chanelo el sermo vulgaris”. En la obra convive el registro culto con el lenguaje de la calle y del mundo marginal. Su voluntad de estilizar el lenguaje, jugar con las palabras y fusionar registros es una de las carácterísticas del Modernismo. No obstante, por su intención distorsionadora no se aleja del esperpento.
Por último, Luces de bohemia contiene altas dosis de poesía, fusión de géneros y el empleo abundante e innovador de figuras retóricas son rasgos carácterísticos del Modernismo.
Como se ha ido viendo, Modernismo y Generación del 98 son conceptos complementarios y pueden convivir en una misma obra y un mismo autor enriqueciendo a ambos.
Modernismo y 98 en Luces de Bohemia
Modernismo y Generación del 98 surgen como reacción contra la cultura y las Letras del Siglo XIX, y revelan la insatisfacción del escritor ante el mundo. Teniendo esto en cuenta, es importante señalar las diferencias más destacadas entre ambos movimientos en Luces de bohemia, obra capital de Valle-Inclán.
La obra valleinclaniana evoluciona desde el esteticismo modernista de su juventud a la preocupación por la regeneración del país típicamente noventayochista desde Luces de Bohemia, publicada en 1920, punto de inflexión en la evolución de su obra.
Esta obra es la primera calificada por el autor como esperpento, género definido por él mismo en la escena XII al compararlo con la deformación que causan los espejos de la calle del Gato, pues propiamente se trata de la deformación grotesca de la realidad y de los problemas sociales, que corresponden con los últimos años de la Restauración: corrupción política, protestas callejeras, etc. En definitiva, el esperpento sirve para poner de manifiesto los problemas de España y su necesidad de cambiar y regenerarse, postura que defienden los miembros de la Generación del 98.
En lo que hace referencia a los personajes del drama, el afán de caricatura de la realidad social española de la época es una actitud que se puede clasificar de noventayochista, así como el hecho de esperpentizar las diferentes capas sociales. Los poetas modernistas tampoco se escapan del esperpento, no obstante también se pone en manifiesto la penosa situación de estos. Esto se debe a que Valle-Inclán también es modernista por lo que respeta esta actitud. La muerte de Max, el último gran modernista, representa el final del Modernismo en España.
Por otra parte, los temas principales de la obra son la crítica al poder, el problema de España, la miseria y los problemas sociales, la muerte y la religión y la bohemia y el Modernismo. Los tres primeros entran entre las principales preocupaciones de la Generación del 98. La corrupción y el abuso de poder está muy presente en la obra, representado por el Ministro, el librero e incluso don Latino. Las víctimas del poder son los personajes “trágicos”: el preso catalán ejecutado, la madre y su niño muerto y Max Estrella. La muerte sobrevuela la obra constantemente, se abre y se cierra con las referencias al suicidio colectivo. Además, la religión era uno de los aspectos sobre los que reflexionarían los autores del 98. En uno de los diálogos se habla de la necesidad de crear una “nueva religión”.
En el personaje de Max Estrella observamos una evolución del “yo” al “nosotros”, un tránsito del individualismo al compromiso humano, social y político. Una evolución parecida podemos observar en la obra de Valle-Inclán: del Modernismo esteticista y decadente a la estética crítica del esperpento asociada con la Generación del 98.
Asimismo, en su proceso esperpentizador, Valle-Inclán experimenta con el lenguaje, proponiendo interesantes engendros híbridos como la famosa exclamación de Max: “Yo también chanelo el sermo vulgaris”. En la obra convive el registro culto con el lenguaje de la calle y del mundo marginal. Su voluntad de estilizar el lenguaje, jugar con las palabras y fusionar registros es una de las carácterísticas del Modernismo. No obstante, por su intención distorsionadora no se aleja del esperpento.
Por último, Luces de bohemia contiene altas dosis de poesía, fusión de géneros y el empleo abundante e innovador de figuras retóricas son rasgos carácterísticos del Modernismo.
Como se ha ido viendo, Modernismo y Generación del 98 son conceptos complementarios y pueden convivir en una misma obra y un mismo autor enriqueciendo a ambos.
Los personajes de Max Estrella y don Latino
Luces de bohemia, primer esperpento de Valle-Inclán publicado en 1920 en la revista España, es una obra por la que transitan más de cincuenta personajes a los que el propio autor calificó de «enanos o patizambos que juegan una tragedia«. Se pueden diferenciar por su base real o ficticia y según su estrato social. Mientras que a los personajes de menor importancia los describe a partir de su apariencia externa, a los más importantes los describe por sus cualidades internas. Para la caracterización de dichos personajes, se centra principalmente en el habla. Entre todos ellos sobresalen los dos principales: Max Estrella y don Latino de Híspalis.
Max Estrella parece remitir a la figura de Alejandro Sawa, amigo personal del autor. Ambos escritores de la bohemia, casados con mujeres francesas, que mueren ciegos, locos y en la más absoluta miseria. Es un ser consciente de su talento y de su superioridad intelectual y moral, y así provoca con orgullo al mundo burgués. Por otro lado, es un personaje lleno de contradicciones y muy complejo. Es crítico y denuncia las injusticias sociales pero acepta una pensión vitalicia del ministro. En él se mezclan el humor y la queja, la dignidad y la indignidad. Además, destaca su creciente furia contra la sociedad y su sentimiento de fraternidad hacia los oprimidos. Max utiliza un habla violenta como forma de liberarse de la frustración que le producen su miseria y su ceguera.
En cuanto a don Latino, aparece como un gran fantoche, una caricatura de la bohemia que sire de contrapunto del protagonista. Se le suele caracterizar con el papel de perro y de lazarillo, ya que casualmente, Sawa solía ir acompañado de un perro. Es un personaje inmoral, desleal, cobarde y mezquino. Se aprovecha de Max, le engaña, le estafa, le roba e incluso le deja morir al negarse a prestarle el abrigo siendo consciente de la enfermedad de este. Por otro lado, don Latino reúne también varias personalidades simbólico-míticas: la de un Sancho Panza que acompaña a su dueño o la de un Lazarillo engañando a su amo ciego.