Literatura Española e Hispanoamericana del Siglo XX

La Generación del 27

La Generación del 27, llamada así por el homenaje en honor a Góngora que celebraron en 1927, es una de las generaciones literarias más importantes de la historia de la literatura española. Es sobre todo una generación de poetas, pues con excepción de Federico García Lorca, que cultivó el teatro con gran brillantez, lo mejor de la obra del resto está en su poesía.

Rasgos comunes

Poseen unos rasgos comunes, sobre todo apreciables en su primera etapa. Se pueden resumir como la síntesis de la modernidad y la tradición:

  • Búsqueda de lo nuevo, lo original.
  • Dificultad de la poesía, elitismo (Góngora y Juan Ramón Jiménez).
  • Autosuficiencia de la obra en sí misma; es una poesía no humana, no sentimental: una poesía pura, al estilo de Juan Ramón Jiménez.
  • Marcado antirrealismo y antirromanticismo.
  • El arte se concibe como intrascendente; búsqueda del “arte por el arte” como simple juego estético.
  • Gran importancia de la metáfora, la imagen.
  • Carácter fragmentario, reflejo del desorden del mundo.

Etapas de la Generación del 27

Primera etapa (anterior a 1930)

En la primera etapa, anterior a 1930, casi todos sus miembros discurren por caminos paralelos. Esta generación, eco de numerosas corrientes, cultiva la vanguardia en sus distintas versiones:

  • Lorca en Poeta en Nueva York.
  • Salinas y Guillén se inclinan hacia una poesía pura, depurada de todo aquello que no sea emoción lírica en La voz a ti debida del primero o Cántico del segundo.
  • Poesía neopopular: Alberti con Marinero en tierra, y Lorca con El Romancero Gitano.

Segunda etapa (hacia 1928)

Hacia 1928 se produce una rehumanización de la poesía. Existe una gran preocupación, compromiso con el hombre. La poesía ya no es un juego formal. Aparece la influencia del surrealismo y de Pablo Neruda.

Tercera etapa (después de la guerra)

Después de la guerra, la trayectoria de estos poetas es muy diferente. Evolución individual de cada poeta. Aparecen, aun así, temas comunes, como la nostalgia de España. También una poesía comprometida, social. Todo ello visto desde un punto de vista de angustia existencial. Lorca ha muerto, y Alberti, Guillén, Cernuda y Salinas están en el exilio.

Dámaso Alonso, que antes de la guerra había cultivado la poesía sólo de manera tangencial, publica en 1944 Hijos de la ira que, junto con Sombra del paraíso de Vicente Aleixandre, constituyen un punto de inflexión en la poesía de posguerra y tendrán una influencia decisiva en los poetas de las generaciones siguientes.

El teatro anterior a 1939

Teatro que triunfa

Continuador del de la segunda mitad del siglo XIX (teatro costumbrista):

  • Comedia burguesa, con Benavente y sus seguidores, con atisbos de crítica social. Los temas y personajes se corresponden con los de las clases medias y altas y con los conflictos típicos de esos grupos sociales: amores insatisfechos, infidelidades, hipocresía, murmuraciones… Obras de Benavente: Los intereses creados, Señora ama y La malquerida.
  • Teatro en verso, neorromántico y con aportaciones formales del Modernismo, de orientación ideológica tradicionalista. Teatro de pura evasión, sin relación inmediata con la realidad, que recupera temas históricos y legendarios.
  • Teatro cómico, con un costumbrismo muy tradicional. Autores: los hermanos Álvarez Quintero (que muestran una Andalucía tópica y falsa); Carlos Arniches (el mejor, con gran habilidad en el diálogo y en la construcción de tipos en sus Sainetes o La señorita de Trevélez).

Teatro que pretende innovar

Con nuevas formas o con nuevos enfoques ideológicos. Se hallan:

  • Algunos noventayochistas como Unamuno, Azorín, Jacinto Grau y, por encima de todos, Valle-Inclán. Estas tentativas se vieron condenadas al fracaso.
  • Valle-Inclán es el gran renovador de los lenguajes teatrales. Fue muchos más allá de lo que permitían las convenciones escénicas de su tiempo, empleando numerosos escenarios y con influencias cinematográficas. Las acotaciones de sus obras son verdaderas obras de arte literario. Su obra teatral suele agruparse en tres ciclos:
    • El mito: La acción transcurre en una Galicia mítica, intemporal: Comedias bárbaras, Divinas palabras.
    • La farsa: Obras situadas en un espacio más ‘ridículo’, propio del siglo XVIII: jardines, rosas, cisnes: La marquesa Rosalinda, Farsa y licencia de la reina castiza o La cabeza del dragón.
    • El esperpento: Luces de Bohemia (1920).
  • Nuevos impulsos renovadores de la mano de las vanguardias y de la Generación del 27. Caracterizado por tres aspectos: depuración del “teatro poético”, incorporación de las formas de vanguardia y propósito de acercar el teatro al pueblo. Entre los que lo cultivaron se encuentran Pedro Salinas, Rafael Alberti, Alejandro Casona y, por encima de todos, García Lorca.
  • El teatro lorquiano gira en torno al conflicto entre la realidad y el deseo. En sus obras aparecen combinados el verso y la prosa, y se va abriendo progresivamente a los conflictos colectivos, al teatro de tipo social, que debe ser acercado al pueblo. Pretende un “teatro total”, en plena comunicación con el público. Al comienzo de su carrera también había escrito dos dramas modernistas, El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda. Entre sus farsas destacan La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. Los dramas calificados como “irrepresentables”, El público y Así que pasen cinco años. Las tragedias rurales. Se aúnan mitología, mundos poéticos y realidad, y el tema de la oposición y enfrentamiento entre deseo de libertad y fuerzas represivas es constante. Son Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba, que la crítica suele considerar la obra fundamental de Lorca.

La novela española de 1939 a finales de la década de 1970

Los años de 1939-1942 (inmediata posguerra) son “años de convalecencia” en la novela. Censura y autocensura. Baroja parece conectar con las preocupaciones de los autores jóvenes.

  1. Novela del exilio (de los vencidos): Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala y Rosa Chacel.
  2. Novela de los vencedores: Agustín de Foxá y Rafael García Serrano.
  3. Novela tradicional: Juan Antonio de Zunzunegui, Ignacio Agustí y José María Gironella.

Tendencias temáticas

Tres grandes direcciones temáticas, que corresponden temporalmente con las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta respectivamente:

Década de los 40 – Novela existencial

La existencia de un hombre contemporáneo en aquellas situaciones extremas que ponen a prueba la condición humana. Literatura inquietante, cargada de angustia. Reflejo amargo de la vida cotidiana. Los grandes temas son la soledad, la inadaptación, la frustración, la muerte… en personajes marginales, desarraigados y angustiados. La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela y Nada (1945) de Carmen Laforet.

Década de los 50 – Novela social

El vivir de la colectividad en estado de conflicto o de crisis que demanda una solución. Tímida liberalización. La Colmena (1951) de Camilo J. Cela. Dos grandes modalidades:

  • Objetivismo: testimonio escueto de la realidad, sin aparente intervención del autor. El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio.
  • Realismo crítico: denuncia de desigualdades e injusticias sociales.

Década de los 60 – Novela estructural (o experimental)

El conocimiento de la persona mediante la exploración de la estructura de su conciencia y, simultáneamente, de la estructura de todo su contexto social. Apertura al exterior e influencias de fuera. Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos, o Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes.

Última narrativa (a partir de 1975)

Pluralidad de tendencias: novelas policiales y de intriga, novelas históricas, novelas intimistas, novelas experimentales…

El teatro de 1939 a finales de la década de 1970

Años 40 y parte de los 50

El panorama teatral de la España de la inmediata posguerra es bastante pobre, debido a la desaparición de autores y a la censura.

  • Alta comedia: en la línea del teatro benaventino, a veces con una crítica amable de costumbres y lacras morales, unida a una defensa de los valores espirituales tradicionales. Preocupación por la obra “bien hecha”, con un diálogo cuidado y elegante, dentro de estructuras escénicas consagradas.
  • Teatro cómico: Las situaciones inverosímiles y los diálogos regidos por una lógica poco corriente entrevén ciertas dosis de amargura. Autores: Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura.
  • Teatro existencial: Teatro “distinto”, inconformista y preocupado.

Teatro realista y social (mediados de los 50 – 60)

Disconformidad con el sistema vigente, con dos formas distintas de entender la protesta: política, en el caso de Alfonso Sastre; social, en el caso de Antonio Buero Vallejo.

Teatro experimental (décadas de los 60 y 70)

Nueva vanguardia. Superación del realismo como sucede con otros géneros. Asimilación de las corrientes nuevas y experimentales del teatro europeo.

Teatro independiente (décadas de los 70 y 80)

Grupos que viven al margen de las cadenas establecidas en el mundo del espectáculo. Síntesis de lo experimental y lo popular. Els Joglars.

La poesía de 1939 a finales de la década de 1970

Guerra Civil

La poesía como arma de propaganda y de combate durante la Guerra Civil. Dos bandos. Escasa calidad.

Poetas en el exilio

Fieles a la República: Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Salinas, Guillén, Cernuda, Alberti, Prados, Altolaguirre… España como patria perdida fue el tema clave y ante él dos actitudes, correspondientes a dos momentos temporales: tono apasionado al principio y tono nostálgico con el paso del tiempo.

Poesía de posguerra – “Generación del 36”

Los poetas que siguen en España se orientan por diversos caminos que Dámaso Alonso redujo a dos:

  • Poesía arraigada. Poetas que se agrupan en torno a las revistas Escorial, y Garcilaso. Han salido de la contienda con un afán optimista de claridad, de perfección, de orden. Uno de los temas dominantes es su firme sentimiento religioso, junto con temas tradicionales (el amor, el paisaje, las cosas bellas…).
  • Poesía desarraigada (existencial). Reacción contra la poesía desarraigada. Poesía comprometida y rehumanizada. Hijos de la ira (1944), de Dámaso Alonso, es la obra principal, y se agrupan en la revista Espadaña. Estilo bronco, directo, más sencillo y menos preocupado por los primores estéticos.

La poesía social (años 50)

Parte de la poesía desarraigada. La poesía debe “tomar partido” ante los problemas del mundo que le rodea. Se anteponen a las metas estéticas los objetivos más inmediatos para transformar el mundo. El tema principal es el “tema de España” y, junto a él, la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor… Lenguaje claro, prosaico muchas veces, y empleo sistemático del tono coloquial para llegar mejor al pueblo. Poetas: Blas de Otero, Gabriel Celaya, José Hierro…

De la poesía social a una nueva poética (los años 60)

Preocupación por el hombre que, en parte, enlaza con el “humanismo existencial”. Dan frecuentes muestras de inconformismo frente al mundo en que viven, pero cierto escepticismo les aleja de la poesía social. Consolidación de una poesía de la experiencia personal, cuya temática se caracteriza por un retorno a lo íntimo: el fluir del tiempo, la evocación nostálgica de la infancia, lo familiar, el amor y el erotismo, la amistad, el marco cotidiano… Influencia de Vicente Aleixandre. Autores: Ángel González, Goytisolo, Carlos Barral, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Francisco Brines, José María Valverde…

Los “novísimos” y la poesía experimental (años 70)

Exhibicionismo cultural y esteticismo. Una nueva vanguardia, vuelven la espalda al prosaísmo y a las formas tradicionales, y se encuentran de nuevo con el Surrealismo. Pere Gimferrer.

La novela y el cuento hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX

Se abandona el Modernismo, cuya narrativa está dominada por el cuento fantástico (Rubén Darío, Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga). Se abandona la prosa de temas fantásticos para ceder a una “Narrativa de carácter social” que, o se centra en sucesos históricos del momento o en la marginación de los indígenas.

Novela de la tierra

La búsqueda de una identidad nacional lleva a buscar las esencias de lo americano en el folclore y las costumbres. El tema común es el intento del hombre de dominar la naturaleza americana. Esta lucha desproporcionada alcanza proporciones de epopeya y acaba con la derrota de los hombres. No obstante, en las tres grandes novelas de la tierra se llega a conclusiones distintas:

  • La vorágine de José Eustasio Rivera.
  • Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.
  • Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes.

Novela social

Las circunstancias históricas por las que pasaron diversos países fueron motivos de diversos relatos. Pero el más importante fue el que versó sobre la larga Revolución mexicana, en Los de abajo, de Mariano Azuela. Por otra parte, hay que mencionar también la llamada novela indigenista, en la cual se plantea el problema del indio: la denuncia de la opresión y explotación del indígena, tema central de novelas como El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría.

Renovación narrativa

A partir de los años 40, la narrativa hispanoamericana se renueva y enriquece mediante la asimilación de procedimientos técnicos de novelistas norteamericanos y europeos, mediante las audacias estéticas de las vanguardias y el cambio de perspectiva artística del Surrealismo. Entre 1940 y 1960 conviven diversas tendencias. Por un lado, tienen importancia los relatos de índole metafísica de Jorge Luis Borges. Por otro lado, se desarrolla una narrativa de corte existencialista con autores como Juan Carlos Onetti o Ernesto Sabato. Además, algunas tendencias de décadas anteriores continúan dando lugar a obras excelentes como Juan Rulfo, continuador de la novela mexicana con la novela titulada Pedro Páramo, y Alejo Carpentier, continuador del tema indigenista, con novelas como Los pasos perdidos y El siglo de las luces.

Realismo mágico

En la segunda mitad de siglo, la característica más llamativa de la narrativa será la ruptura con el realismo tradicional, que se manifiesta con la aparición de elementos míticos, legendarios y fantásticos. Lo real maravilloso se convierte en la forma que pretende encontrar la identidad americana. El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, es de las más conocidas novelas de dictador, es decir, novela cuyo protagonista es un dictador. Julio Cortázar se caracteriza por incluir en sus textos el elemento fantástico. La ruptura con lo convencional se produce en el plano técnico mediante la incorporación de innovaciones y audacias formales como se comprueba en su novela Rayuela.

Narrativa desde 1960

Durante los años 60 se produce la difusión internacional de la narrativa hispanoamericana. El creciente interés por estos escritores puede ser debido a la residencia de muchos de ellos en Europa.

Gabriel García Márquez compaginó su actividad periodística con la escritura de cuentos y novelas cortas. En estos relatos se advierten las características de su narrativa: mezcla de lo real e imaginario, mitos, historia, etc. Entre sus obras destaca Cien años de soledad, obra cumbre de la literatura universal del siglo pasado. Posteriores novelas del autor son Crónica de una muerte anunciada o El amor en tiempos del cólera. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.

Mario Vargas Llosa. Su primera novela inaugura el boom de la narrativa de los 60: La ciudad y los perros. Satiriza el mundo cerrado y violento de una institución militar. Premio Nobel de Literatura en el 2010.

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