Literatura Española del Siglo XVIII: Prosa, Teatro y Poesía Neoclásica

La Literatura Española en el Siglo de las Luces: Un Recorrido por la Prosa, el Teatro y la Poesía del Siglo XVIII

La Prosa en la Ilustración

La Ilustración promovió una literatura sencilla, didáctica y accesible al mayor número posible de personas. El género más importante de la prosa fue el ensayo, mientras que la novela tuvo un menor cultivo. Las novelas de la época solían ser mixtas, combinando ficción con otros intereses, como se aprecia en La Vida de Diego Torres Villarroel (novela autobiográfica) y El Eusebio de Pedro Montengón (pedagógica). El ensayo, de extensión y estructura variadas, presentaba una perspectiva personal sobre temas científicos o de pensamiento, constituyéndose como un medio eficaz para difundir las ideas ilustradas. Durante el siglo XVIII se produjo un gran desarrollo del periodismo, y ligada al ensayo está la prensa, que actuó como vehículo de las nuevas ideas, contribuyendo a la creación de una prosa suelta y ágil que abrió camino al auge del siglo XIX.

Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)

Ingresó a los 14 años en el monasterio de Samos (Lugo). En 1709 se trasladó a Oviedo, donde ocupó las cátedras de Teología y Sagrada Escritura hasta su muerte. Propugnaba la crítica fundada en la razón y la experiencia. Su obra está compuesta por los 8 tomos del Teatro crítico universal y los 5 de Cartas eruditas y curiosas. Su prosa es clara y directa, con frecuentes rasgos de humor y partes narrativas que la hacen adecuada para un público amplio.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)

Nacido en Gijón, estudió leyes y fue magistrado en Sevilla y Madrid hasta su destierro a Gijón por la postergación de Carlos IV. En 1802 fue encarcelado en Mallorca y liberado tras la invasión napoleónica. La mayor parte de su obra consiste en ensayos dedicados a las reformas, como el Informe sobre la ley agraria, en el que estudia las causas del atraso agrario en España.

El Teatro Neoclásico y el Sainete

El teatro del siglo XVIII vivió una etapa de polémicas entre los defensores del teatro posbarroco, continuista y popular, e Ignacio de Luzán (1702-1754), quien proponía una vuelta a la preceptiva clásica de Aristóteles y Horacio. Así surgió el teatro neoclásico, cuyo principal representante es Leandro Fernández de Moratín (1760-1828).

Leandro Fernández de Moratín (1760-1828)

Fue secretario de la Interpretación de Lenguas y director de la Junta de Reforma de los Teatros. Apoyó la monarquía de José Bonaparte, lo que le llevó al exilio tras la vuelta de los absolutistas. Su indiscutible autoridad se refleja en la comedia, que, según él, debía perseguir una finalidad didáctica y ridiculizar los comportamientos que nacen de la barbarie, la ignorancia y las malas costumbres. Su obra dramática se limita a cinco comedias que satirizan los matrimonios concertados, la educación de los jóvenes y las comedias populacheras de la época.

  • El sí de las niñas: Clara muestra de comedia neoclásica, respeta las tres unidades del teatro neoclásico: desarrolla una única acción, ocurre en un mismo espacio y los hechos abarcan unas pocas horas. Tiene una finalidad didáctica, criticando los matrimonios concertados en los que la joven se desposa con un hombre mayor por decisión de sus padres, y defiende el derecho de las mujeres a escoger. Está escrita en prosa y se divide en tres actos: presentación de personajes y conflicto, trama y desenlace feliz.

Junto a este teatro, convive el sainete, una pieza teatral breve de carácter cómico sobre la vida y costumbres de la época. Ramón de la Cruz (1732-1794) es uno de sus máximos exponentes. En sus sainetes, retrata el comportamiento de la clase media, la vida callejera madrileña (costumbrismo) y critica a las hijas insolentes, padres abusivos o sin autoridad (satírico).

La Poesía en el Siglo XVIII

Hacia 1750, la poesía toma como modelo a Góngora y Quevedo, entre otros, para luego adoptar las nuevas tendencias de Luzán. Se produce una vuelta a los temas pastoriles y una nueva visión de la naturaleza, con una sensibilidad más delicada y tierna que se manifiesta sobre todo en la poesía anacreóntica (poesía amorosa, sensual, ambientada en un paisaje idílico poblado por dulces pastorcillos enamorados). A partir de 1770, la poesía acoge temas ilustrados (amistad, solidaridad, bien común y reformas) en un tipo de poesía que pretende emplear el verso para transmitir las nuevas ideas. Dentro de la poesía didáctica destacan los fabulistas, como Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego.

Juan Meléndez Valdés (1754-1817)

Nacido en Ribera del Fresno, estudió filosofía, latín y griego en Madrid, y leyes en Salamanca. En 1808 decidió colaborar con el gobierno de José Bonaparte y en 1813 huyó con los afrancesados a Francia. Su educación clásica y moderna le convirtieron en el mejor poeta de su tiempo. Sus Poesías (1785, 1797 y 1820) son una muestra de todos los géneros que cultivó. Difundió la oda anacreóntica, y las suyas constituyen ciclos amorosos dedicados a Dorila, Filis y Galatea. Compuso odas filosóficas y sagradas, y su poesía ilustrada más importante se encuentra en las Elegías y Epístolas, dedicadas a amigos o gobernantes.

José Cadalso (Cádiz, 1741 – Gibraltar, 1782)

Estudió en Cádiz y Madrid, y completó su formación viajando por Europa. Volvió a España y siguió la carrera militar, alcanzando el grado de coronel antes de su muerte. Sus amores con la actriz María Ignacia Ibáñez y el dolor por la muerte de esta en 1771 dieron lugar a una leyenda de tono romántico que quiso ver en Noches lúgubres una confesión autobiográfica. Dividida en tres noches, es un diálogo entre un joven enamorado cuya amada ha fallecido y un sepulturero. La visión desolada del mundo, la exaltación del yo y el tono sentimental la convierten en un preludio del Romanticismo español. En Cartas marruecas expresa su actitud hacia la Ilustración y su interpretación crítica de España. Es un conjunto de epístolas (1768-1774) que se intercambian entre Gazel, un joven marroquí que viaja por España, Ben-Beley, su preceptor, y Nuño, un español amigo y guía de Gazel. Retrata el propio país a través de la mirada sorprendida de un turista extranjero, lo que permite ofrecer una visión crítica de la sociedad, las ideas y las costumbres nacionales.

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