Jorge Manrique y las *Coplas a la Muerte de su Padre*
Jorge Manrique, que participaba de los gustos de su tiempo, escribió poesías amorosas siguiendo las pautas de la tradición trovadoresca y del amor cortés, con los recursos característicos de los poetas de cancionero. Las composiciones que se han conservado, unas cincuenta, no habrían bastado para lograr el sitio de honor que en la literatura alcanza con una obra muy breve, pero de gran penetración lírica y humana: las Coplas a la muerte de su padre.
*Coplas a la Muerte de su Padre*
La muerte del maestre don Rodrigo, padre de Jorge Manrique, inspira al poeta la famosa elegía que surge, en un principio, para lamentar la pérdida del ser querido y alabar sus virtudes, pero que se convierte en todo un tratado de filosofía cristiana sobre la fugacidad de la vida y la trascendencia de la muerte. Las coplas son poesía moral, que invita a la reflexión sobre la levedad e inconsistencia de las cosas terrenas. También han sido clasificadas de sermón funerario, pues el poeta, en actitud exhortativa y tono sentencioso, reclama desde el principio la reflexión de quienes le escuchan, instándoles a que se sitúen en el plano de la trascendencia y, desde él, mediten, con toda la gravedad que requiere el tema, sobre el valor de la vida y la muerte.
Elementos Presentes en las Coplas
Manrique lleva a esta obra toda una tradición medieval en torno a la inquietud y los sentimientos contradictorios que suscitaba la muerte. La pregunta sin respuesta ubi sunt? (¿dónde están?) Esta interrogación retórica, empleada como recurso estilístico mediante el cual el poeta se pregunta qué ha sido de aquellos que han gozado de la vida en otro tiempo, resalta la escasa consistencia de la vida terrenal y nos conduce a un plano trascendente, al colocar al hombre ante el instante decisivo de la muerte. El tema de la fortuna, que juega veleidosamente con los destinos humanos, y el de la fama, entendida como una vida situada entre la terrena y la eterna. La originalidad de Manrique estriba en haber sabido tratarlos desde la sinceridad de su vivencia personal. El lenguaje de las coplas, ágil y natural, doctrinal y solemne, sigue cautivando al hombre de hoy. Manrique expresa la forma cristiana de enfocar la vida y aceptar la muerte de una manera natural, en relación consecuente con la vida que se ha vivido. Su voz transcurre melodiosa y rítmica a través de las coplas, apartándose del lenguaje altisonante y artificioso de otras elegías de su época.
La Poesía Tradicional: El Romancero
Al tiempo que la lírica culta y refinada era ejercicio obligado entre los cortesanos de la época, el romance, de la mano de los juglares, fue ganando terreno hasta convertirse en la expresión más genuina de nuestra literatura popular.
Romancero Viejo y Romancero Nuevo
Recibe el nombre de Romancero Viejo la recopilación de romances del siglo XV que recoge la tradición épica medieval, procedentes de los antiguos cantares de gesta, y algunos otros compuestos en el siglo XIV. Se trata de un género tradicional, ya que estos romances forman parte de la tradición oral del pueblo, que va transmitiendo verbalmente los poemas de generación en generación. Son composiciones anónimas y, debido a su transmisión oral, se han ido reelaborando con el paso del tiempo. El Romancero Viejo, que copia y divulga por escrito los romances orales, muestra el interés que estos habían despertado en los poetas del siglo XV. Posteriormente, poetas cultos del Siglo de Oro se sumaron a esta tradición, atraídos por el encanto de su musicalidad y por la viveza de sus historias. Los romances compuestos por los poetas cultos de los siglos XVI y XVII (Renacimiento y Barroco), entre los que sobresalen Lope de Vega, Góngora y Quevedo, constituyen el Romancero Nuevo o artístico.
Origen y Características de los Romances
Los romances entroncan con la tradición general de la balada europea. Están muy relacionados con los cantares de gesta, y algunos investigadores creen que proceden de ellos al partirse por la cesura los versos monorrimos, regularizados en 16 sílabas, de los viejos cantares (romances tradicionales). Según esa teoría, los pasajes más activos de los cantares de gesta se habrían independizado, cobrando vida propia. Al pasar de boca en boca, irían transformándose según la fantasía de los recitadores. Paralelamente, en los siglos XIV y XV, romances nuevos creados por los juglares e imitación de los tradicionales (romances juglarescos) irían enriqueciendo el conjunto de los ya existentes, incorporando temas novelescos y poéticos, más acordes con las nuevas estéticas en boga. Tanto el poema medieval como la estrofa que de él procede están formados por una serie indeterminada de versos octosílabos, con rima asonante en los pares, quedando sueltos los impares. Presentan elementos narrativos de carácter épico y novelesco, junto con elementos líricos y dramáticos. Su lenguaje es dinámico, de gran tensión dramática y emotiva; el ritmo del octosílabo, breve y sonoro. Se crea un clima de suspense y misterio, dotándolo de una intensa carga emotiva.
Clasificación de los Romances
Atendiendo a un criterio temático, se distinguen los siguientes tipos de romances:
- Históricos: giran en torno a las hazañas de nuestros héroes nacionales.
- Fronterizos y moriscos: cuentan las guerras entre cristianos y musulmanes durante la Reconquista.
- Legendarios: centrados en las gestas de los héroes europeos de los ciclos carolingios.
- Novelescos y líricos: recogen historias de ficción.
La Prosa Castellana en el Siglo XV
La importancia que la corriente humanística concede a los textos y autores clásicos beneficia a las lenguas romances europeas, las cuales luchan por equipararse al latín en elegancia y fuerza expresiva. La lengua castellana del siglo XV atraviesa un periodo caracterizado por la imitación de la sintaxis y del léxico latino. El lenguaje se complica, a veces, de forma excesivamente artificiosa, pero también aprende mucho de la lengua madre, del arte del decir. A medida que el castellano vaya ganando en equilibrio y armonía de formas, irá comenzando su época de esplendor. El refinamiento de la lengua y la mayor complejidad son bien acogidas entre el nuevo público lector de las ciudades, que solicitaba obras más conscientemente literarias. Se cultiva en este siglo la prosa didáctica. En cuanto a la prosa narrativa de ficción, encontramos dos variantes: los libros de caballerías y la novela sentimental.
La Prosa Didáctica
Durante el siglo XV, adopta el género del sermón popular, pero elaborando a un nivel más elevado las piezas que antes estaban destinadas al pueblo y dotándolas de un adoctrinamiento moral en relación con los distintos comportamientos humanos. En este género destaca el Arcipreste de Talavera, que tenía puntos de vista morales y críticos de la vida y costumbres populares. En el marco de la literatura misógina medieval, ofrece la originalidad de incorporar el lenguaje conversacional, vivo y desenfadado de la calle. Las escenas son tomadas de la realidad cotidiana y tienen la gracia y el encanto que presenta la sal de la vida cuando se pinta con alegría, ironía y humor. Como el Arcipreste de Hita, el de Talavera se divierte escribiendo de aquello de lo que quiere alejar al lector: las mujeres. El estilo del Arcipreste se inscribe en la prosa culta latinista del siglo XV, pero la espontaneidad y frescura del lenguaje popular que incorpora en sus páginas le convierten en el precedente de La Celestina y El Lazarillo. En el Arcipreste, el habla popular alcanza un nivel artístico. Su importancia se debe a la aportación que su obra significa para la evolución de la prosa castellana.