Literatura Española: Del Mester de Juglaría al Renacimiento

El Mester de Juglaría y el Mester de Clerecía

El Mester de Juglaría se refiere al oficio de los juglares. Los juglares entretenían al público con juegos, malabares y recitaban, acompañados de un instrumento, los cantares de gesta.

Los cantares de gesta son poemas épicos que exaltan las virtudes de los nobles, como la valentía, la sabiduría, etc. Todas las literaturas nacionales tienen cantares de gesta. Por ejemplo, en la literatura francesa encontramos «La Chanson de Roland», y en nuestra literatura se conserva el «Cantar de Mío Cid».

El Cantar de Mío Cid

Se desconoce el autor del poema, escrito en el siglo XIII. El carácter anónimo de los cantares de gesta es un rasgo del Mester de Juglaría, frente a la conciencia de autor en las obras del Mester de Clerecía, donde los autores firmaban sus obras.

La obra exalta la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, caballero de las cortes de Sancho II de Castilla y Alfonso VI. El poema plantea como tema principal la pérdida y recuperación de la honra.

La honra es la buena imagen ante los demás, mientras que la deshonra supone la marginación en la sociedad. El protagonista es desterrado por unas falsas acusaciones e intentará ganarse la voluntad del rey y recuperar el buen nombre. Finalmente, el rey lo acepta de nuevo como vasallo y acuerda el casamiento de las hijas del Cid con los príncipes de Navarra y Aragón. Por tanto, se parte de un principio dramático y se acaba con un final feliz.

Estilo del Mío Cid

Se trata de una obra de transmisión oral, de ahí que aparezcan fórmulas como las repeticiones y las llamadas de atención a los oyentes (ej.: «bien oiréis lo que ahora dijo»). Como se trata de un retrato de exaltación del protagonista, abundan los epítetos épicos.

Los Romances

Desde el punto de vista métrico, los romances son una serie de versos octosílabos que riman en asonante los versos pares y quedan sueltos los impares. Esta forma métrica se diferencia de las tiradas de los cantares de gesta.

Los cantares de gesta se componen de series de versos de métrica irregular y riman en consonante.

El Mester de Clerecía

Surge en el siglo XIII y comprende una serie de obras con características comunes:

  • Son textos narrativos de carácter religioso o heroico. Algunas piezas menores ofrecen un tono lírico.
  • Tienen intención moral o didáctica.
  • Sus autores aluden a las fuentes escritas.
  • Están escritas en verso y emplean una métrica regular, la cuaderna vía: estrofas de cuatro versos alejandrinos.

Obras Anónimas del Siglo XIII

Un grupo de obras del Mester de Clerecía son anónimas. Algunas de ellas son:

  • «El libro de Apolonio», un relato de amor y de aventuras que narra la vida de Apolonio.
  • «El poema de Fernán González», que exalta la figura del conde castellano.

Además, existen otras obras en pareados de versos cortos y los poemas de debate.

El Libro de Buen Amor

Estructura

Se presenta como una autobiografía estructurada en una serie de aventuras amorosas fallidas, en las que suele mediar un tercero. Interviene una mediadora llamada Trotaconventos. El yo protagonista brinda las experiencias amorosas. La mayor parte de la obra está escrita en cuaderna vía, aunque algunos versos presentan 16 sílabas.

Sentido de la obra

Se exponen dos propósitos: enseñar y recoger sus composiciones poéticas. La intención del autor es inducir al buen amor; los casos amorosos son ejemplos de aquello que se debe evitar. La obra se caracteriza por una constante ambigüedad.

Estilo del Libro de Buen Amor

Introduce el lenguaje popular, que se manifiesta en el uso del refranero, en las llamadas de atención al oyente y en el empleo de eufemismos sexuales.

Clasificación de los Romances según el Tema

  1. Romances de tema épico: Proceden de un cantar de gesta y exaltan las virtudes de los héroes (ej.: Los romances del Cid Campeador).
  2. Romances de tema histórico: Hacen referencia a sucesos de la historia medieval castellana (ej.: «El romance del rey Don Pedro»). Un tipo particular de romance histórico son los romances fronterizos; estos romances narran las luchas entre cristianos y musulmanes en las zonas fronterizas (ej.: «Abenámar», «Álora la bien cercada»).
  3. Romances novelescos: Nos muestran personajes y situaciones ficticias. Pueden tratar el tema del amor desgraciado («Romance de Fontefrida»), la infidelidad, el encuentro con un personaje misterioso («Romance del Conde Arnaldos»).

Los Romances se Clasifican según su Estructura en Tres Tipos

  • Romance-cuento: Narra una historia completa, es decir, con presentación, nudo y desenlace.
  • Romance-escena: Muestra un momento significativo, pero no cuenta la historia completa.
  • Romance-diálogo: Emplea el recurso del diálogo para construir el romance (ej.: «El romance de Don Rodrigo»).

Estilo de los Romances

Los romances suelen utilizar dos técnicas narrativas: el comienzo «in media res», que significa que la obra o el romance se inicia directamente, sin la presentación de los personajes, y los finales abiertos, es decir, que carecen de desenlace y dejan al lector la posibilidad de darle un final.

Se continúa el uso de fórmulas épicas: los epítetos épicos, las llamadas de atención al oyente y las figuras de repetición como la anáfora y el paralelismo.

Narrativa Medieval en Prosa

En el siglo XIV, con el surgimiento de la burguesía, cobra importancia el género del cuento y de la narrativa en prosa. En Europa tenemos los ejemplos del inglés Chaucer con «Los cuentos de Canterbury», en Italia «El Decamerón» de Boccaccio y en España, a Don Juan Manuel con «El Conde Lucanor». Todos ellos se sirvieron de las colecciones de cuentos orientales, que fueron traducidas a las distintas lenguas romances. Entre las colecciones de cuentos destacan: el «Sendebar» y «Calila e Dimna». En ambos casos se trata de historias enmarcadas, es decir, alguien (ej.: un filósofo, un consejero) cuenta a otro un relato del que se extrae una enseñanza.

Este esquema lo emplearán Chaucer, Boccaccio y Don Juan Manuel, y los tres contarán historias con una finalidad didáctica; sin embargo, sus enseñanzas no serán como las del Mester de Clerecía, de carácter religioso, sino que tendrán un valor práctico.

El Conde Lucanor

Se compone de 51 ejemplos. El ejemplo es el término que se emplea en la Edad Media para referirse a los relatos con moraleja (con enseñanzas). En todos ellos se repite el mismo planteamiento: el Conde Lucanor plantea a su consejero Patronio un problema, y este le cuenta un ejemplo para que lo aplique a su situación personal. Al final, el autor, Don Juan Manuel, resume la moraleja en un pareado.

La Novela del Siglo XV

Durante el siglo XV, destacaron los géneros narrativos de la novela de caballerías y la novela sentimental.

La novela de caballerías narra las aventuras de un caballero andante que ha de pasar distintas pruebas para alcanzar el favor de la dama a la que sirve. El caballero andante simboliza la defensa de la justicia y de la libertad. La obra más importante de este género es «Amadís de Gaula». Cervantes escribió su novela «El Quijote» para ridiculizar las novelas de caballerías, porque los lectores, como el protagonista, confundían la realidad con la ficción de las novelas; sin embargo, libró de la quema a «Amadís de Gaula».

La Novela Sentimental

Si la novela de caballerías se trata de una novela de acción, en la que se combinan lugares reales y fantásticos, la novela sentimental es una novela de carácter psicológico, ya que se centra en los conflictos internos de los personajes. Entre las novelas sentimentales hay que destacar «Cárcel de amor» de Diego de San Pedro.

La Celestina

Plantea dos problemas: la autoría y el género.

«La Celestina» se publicó sin nombre de autor. La crítica dedujo el nombre de Fernando de Rojas por un acróstico en el prólogo de la obra. El empleo de esta técnica se explica porque Fernando de Rojas era de familia de judíos conversos. Hoy la crítica considera que el primer acto fue escrito por Rodrigo Cota, mientras que los restantes actos, del 2 al 21, fueron escritos por Fernando de Rojas.

El Género

«La Celestina» es considerada por algunos como una novela dialogada, mientras que otros creen que se trata de una comedia humanística, escrita no para ser representada, sino para ser leída. Por tanto, «La Celestina» combina rasgos narrativos y teatrales.

Los Personajes

Hay que señalar dos mundos enfrentados: el de los señores y el de los criados. La obra refleja la transformación de las relaciones sociales por la introducción del dinero, es decir, por el paso de un sistema feudal al capitalismo.

El mundo de los señores está formado por Calisto, Melibea y los padres de esta. Como puesto de unión entre señores y criados, está Celestina. Los criados son Sempronio y Pármeno, sirvientes de Calisto, y las discípulas de Celestina.

Calisto se define por su egoísmo. Encarga a Sempronio que busque una persona para que le consiga una cita con Melibea. Sempronio no es un criado fiel, sino que busca su propio beneficio, aunque traiga malas consecuencias para su señor. Celestina es una mujer con grandes dotes de persuasión, que consigue convencer a Melibea ayudada por su arte de brujería. El precedente de este personaje está en la Trotaconventos del «Libro de Buen Amor». Ambas mujeres cumplen la función de intermediarias entre varones y hembras en la sociedad medieval. Melibea es el único personaje idealista de la obra. Vive el amor intensamente y muere por él. Encarna el amor cortés. Las discípulas de Celestina, que son miembros de la clase baja, la odian y desean vengarse de ella.

Temas de la Obra

Podemos señalar tres temas fundamentales: el amor, la codicia y la muerte. El amor presenta distintas versiones según los personajes. Si Melibea representa el amor idealizado, Calisto constituye una parodia del amor cortés, que vimos como característico de la lírica trovadoresca. Para Calisto es un deseo puramente carnal, como para los criados. El amor se convierte en una pasión destructora que conduce a la muerte de Calisto y Melibea. La ambición es el motor de las acciones de los criados de Calisto y también de Celestina, y esa ambición conduce también a la muerte.

Finalidad de la Obra

«La Celestina» nos ofrece una visión pesimista del mundo, donde el ser humano se encuentra indefenso en una sociedad injusta frente a un destino trágico. En el prólogo, Fernando de Rojas declara la intención moralizante de la obra: advertir a los lectores sobre las malas artes de Celestina y los criados, y sobre las consecuencias trágicas del loco amor.

El Renacimiento

Se extendió por Europa desde el siglo XV y llegó a España en el siglo XVI. La cultura italiana fue el modelo en el que se fijaron las otras culturas europeas. El término «Renacimiento» significa que se recupera la civilización grecolatina. Frente a la Edad Media, en la que triunfa el teocentrismo, es decir, el centro de la existencia se sitúa en la religión, durante el Renacimiento se produce un cambio en la concepción del ser humano, y el hombre se sitúa en el centro del mundo, es decir, triunfa el antropocentrismo. Frente a la visión de la vida en la cultura medieval, en el Renacimiento se valoran la naturaleza y las facultades y placeres que pueden alcanzarse en la vida. Como hemos dicho, el modelo del antropocentrismo se encuentra en la civilización grecolatina, cuyos autores más importantes son traducidos a las lenguas romances, y además se desarrollan los estudios humanísticos. En la Edad Media el ideal se encontraba en el guerrero; durante el Renacimiento el prototipo será el cortesano, es decir, una persona culta que demuestre además dominio de las armas. En España, el poeta Garcilaso y el novelista Cervantes representan al cortesano: unen las armas y las letras.

La Lírica Renacentista

El Renacimiento surge en Italia y de allí se extiende a toda Europa. El modelo para los poetas renacentistas españoles está en el poeta italiano Petrarca y en los poetas latinos Virgilio, Ovidio y Horacio. La entrevista que mantuvo el embajador de Nápoles con el poeta Juan Boscán en Granada fue determinante para que se empezaran a emplear los metros y las estrofas italianas. Juan Boscán le propuso a su amigo Garcilaso de la Vega que escribieran sonetos. Tal fue el éxito alcanzado por los sonetos de Garcilaso que se extendió a otros muchos poetas. Junto al soneto, la lírica renacentista incorporó los tercetos encadenados, empleados para las epístolas; la octava real, usada en la épica; la lira y la estancia, usadas en los poemas de amor.

  • Sonetos: 14 versos endecasílabos distribuidos en 2 cuartetos y 2 tercetos.
  • Tercetos encadenados: Se componen de 3 versos de arte mayor (generalmente endecasílabos) cuya rima consonante se distribuye así: ABA, BCB.
  • Octava real: Son 8 versos endecasílabos con rima consonante: ABABABCC.
  • Lira: Combina versos endecasílabos y heptasílabos, riman en consonante: 7a11B7a7b11B.
  • Estancia: Combina a voluntad del poeta versos heptasílabos y endecasílabos con rima consonante. La empleó Garcilaso de la Vega en sus églogas.

Temas y Motivos Poéticos

Destacan tres temas fundamentales: el amor, la naturaleza y la mitología clásica. Estos temas dominarán durante la primera mitad del siglo XVI, mientras que en la segunda mitad se produce el auge de la literatura espiritual con la ascética y la mística.

El Amor

El tema del amor refleja la influencia de la poesía petrarquista. El rasgo fundamental es que el sujeto poético reflexiona y analiza sus estados de ánimo. La mujer se idealiza y sus rasgos nos muestran el canon de la belleza renacentista. Además del rasgo de la belleza, la amada se define por la frialdad sentimental. La naturaleza aparece descrita según el tópico clásico del locus amoenus (lugar ameno).

La Mitología

Otro elemento importante de la poesía renacentista es la mitología clásica. Los poetas se basaron en «Las Metamorfosis» del poeta latino Ovidio para extraer los personajes mitológicos: Venus, Dafne, Apolo, Diana, etc. En la poesía de Garcilaso, los mitos sirven para reflejar a través de ellos sus estados emocionales. Por ejemplo, el mito de Apolo y Dafne refleja el sufrimiento del yo poético ante la imposibilidad del amor. En la segunda mitad del siglo XVI domina la poesía religiosa. Aparecen los mismos temas (el amor, la naturaleza) pero «vueltos a lo divino», es decir, en clave religiosa, como veremos en la poesía moral, que recomienda el dominio de las pasiones. Un motivo relacionado con esto es el «Beatus ille» (feliz aquel), que plantea el desprecio de la vida en la ciudad porque está llena de pasiones y envidia, y elogia la sencillez de la vida en el campo. Este motivo lo encontraremos en el poema de Fray Luis de León «Oda a la vida retirada».

Garcilaso de la Vega

Será recordado por sus tres églogas y por los sonetos de estilo petrarquista. En su obra domina el tema amoroso. El amor se concibe, como en la poesía petrarquista, como melancolía y tristeza. El enamorado consagra su vida a una mujer que nunca corresponde a sus sentimientos. La mujer, como en la poesía petrarquista, aparece representada como el tópico: bella, fría ante el dolor del enamorado, y el enamorado siempre muere por amor. Las églogas reflejan estos sentimientos de amor a través de los pastores.

  • Égloga I: Contiene los monólogos de los pastores Salicio y Nemoroso, que tratan respectivamente sobre el dolor que les produce el rechazo o la muerte de la amada.
  • Égloga II: Se centra en la locura del pastor Albanio por el amor no correspondido de Camila.
  • Égloga III: Narra las historias mitológicas que tejen cuatro ninfas a orillas del Tajo e incluye los monólogos de los pastores Tirreno y Alcino.

Fray Luis de León

La obra poética de Fray Luis es de carácter religioso. Frente a San Juan de la Cruz, el tema dominante es el dominio de las pasiones (amor, odio, ambición, miedo, etc.) para lograr la paz interior. Se trata, por lo tanto, de una poesía ascética. En su obra poética hallamos la influencia de la Biblia y de los poetas latinos Horacio y Virgilio. En particular, de Horacio tomó el motivo del «Beatus ille» («Dichoso aquel que…»), que consiste en un desprecio de la vida en la ciudad y la alabanza de la vida en la naturaleza. De Virgilio tomaría el motivo del «locus amoenus» (lugar ameno) para representar a la naturaleza como modelo de belleza, armonía y orden. En su obra poética domina el uso de la lira.

San Juan de la Cruz

La obra poética de San Juan de la Cruz constituye un modelo para la poesía posterior, especialmente para la poesía simbolista de principios del siglo XX. Su obra poética intenta traducir, mediante un lenguaje lleno de símbolos, su experiencia mística. Tres son los poemas fundamentales: «Noche oscura del alma», «Cántico espiritual» y «Llama de amor viva». En las dos primeras se observa el mismo esquema alegórico: el alma, representada en la figura de la esposa, busca a Dios, representado en el esposo.

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