La Posguerra (1939-1949)
Tras la Guerra Civil, España entra en la Dictadura de Franco, lo que provoca un aislamiento político y cultural. Muchos autores republicanos sufren exilio o censura. La disolución del Grupo del 27 deja a los escritores ante dos opciones: el exilio interior (silencio ideológico) o el exilio exterior (marcha a otros países). Cuatro revistas literarias marcan la época: Garcilaso, Espadaña, Cántico y Postismo. Miguel Hernández, puente entre el 27 y el 36, es encarcelado sin abandonar su compromiso social. Su obra destaca por los temas del amor, la muerte y la vida, con títulos como Perito de lunas y El rayo que no cesa. En prisión, escribe Cancionero y romancero de ausencias, marcado por la pérdida de su hijo y la miseria de su familia.
Poesía y Teatro de los Años 40
En un contexto de pobreza literaria, la poesía se divide en dos tendencias:
- Poesía arraigada: Refleja conformidad con el régimen, exaltando naturaleza, religión y patria. Vinculada a revistas como Escorial y Garcilaso, destacan autores como Luis Felipe Vivanco (Tiempo de dolor), Leopoldo Panero (Escrito a cada instante) y Luis Rosales (La casa encendida).
- Poesía desarraigada: Expresa angustia existencial y protesta social, vinculada a la revista Espadaña. Autores clave son Vicente Aleixandre (Sombras del paraíso) y Dámaso Alonso (Hijos de la ira), quien denuncia la injusticia y el sufrimiento humano.
El teatro de los años 40 es escaso y se reparte entre:
- Comedia burguesa: Crítica superficial a la burguesía con autores como José María Pemán (Callados como muertos) y Joaquín Calvo Sotelo (Cuando llega la noche).
- Teatro de humor: Procedente de la República, usa lo absurdo y el ingenio para criticar convenciones sociales. Destacan Enrique Jardiel Poncela (Eloisa está debajo de un almendro) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa).
Poesía y Teatro del Exilio
Muchos poetas exiliados escriben con mayor libertad. Destacan León Felipe (Español del éxodo y el llanto), Pedro Garfiás (Poesías de la guerra española) y Juan Gil Albert (Concertar es amor). El teatro en el exilio florece en México y Argentina, incorporando elementos vanguardistas. Sobresalen Rafael Alberti (Noche de guerra en el Museo del Prado), Pedro Salinas, Max Aub y Alejandro Casona (La dama del alba).
De la Posguerra a la Democracia (1950-1975)
Poesía y Teatro de los Años 50
Desde los años 50, la poesía abandona la angustia existencial para convertirse en un instrumento de cambio social. Se dirige a la masa, usando lenguaje claro y tono coloquial. Obras clave son Cantos Iberos de Gabriel Celaya y Pido la paz y la palabra de Blas de Otero. José Hierro, con Tierra sin nosotros y Cuanto sé de mí, desarrolla una poesía testimonial basada en la experiencia. En el teatro, surge un teatro crítico y de denuncia social con figuras como Alfonso Sastre (Escuadra hasta la muerte) y Antonio Buero Vallejo, cuyo drama Historia de una escalera (1949) reflexiona sobre justicia y verdad.
La Poesía Social y el Teatro de los Años 60
El llamado grupo de los 50 incluye a autores como Ángel González, que usa la ironía, y José Ángel Valente, defensor de la poesía como conocimiento (La memoria y los signos). Jaime Gil de Biedma, con Las personas del verbo, escribe sobre experiencias personales con tono evocador. En teatro, la denuncia social sigue con Lauro Olmo y Alfonso Paso, mientras otros dramaturgos experimentan con nuevas formas.
Los Novísimos y el Teatro de los 70
Los Novísimos surgen con la antología Nueve novísimos poetas españoles de José María Castellet. Entre ellos están Pere Gimferrer, Guillermo Carnero, Antonio Martínez Sarrión, Ana María Moix y Leopoldo María Panero. Buscan una ruptura vanguardista, rechazando la poesía social. En el teatro, continúa la experimentación con autores como Francisco Nieva y Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles, Pic-nic).
La Poesía y el Teatro a partir de 1975
Desde los años 80 y 90, coexisten diversas corrientes:
- Poesía del silencio: Minimalista y filosófica, representada por Clara Janés y Diego Doncel.
- Poesía de la experiencia: Reflexiona sobre lo cotidiano. Destacan Luis García Montero (El jardín extranjero) y Ana Rossetti.
- Poesía de la conciencia: De fuerte compromiso ideológico, con autores como Jorge Riechmann, que considera la poesía un arma de cambio.
El teatro sigue estancado. Se reinterpretan clásicos y surgen obras costumbristas como La estanquera de Vallecas (1981) de José Luis Alonso de Santos. José Sanchís Sinisterra, con ¡Ay, Carmela!, reflexiona sobre la memoria histórica. En los 90, los dramaturgos más jóvenes adoptan un estilo ecléctico, incorporando elementos de cine, televisión, cómic y música. Sobresale Juan Mayorga, que aborda el poder y la dominación.
El Siglo XXI
En el siglo XXI, las redes sociales han revitalizado la poesía entre los jóvenes. Surge una nueva generación de poetas con gran impacto en internet. Los dramaturgos contemporáneos han sido formados en escuelas de artes escénicas y participan en la puesta en escena de sus textos. Destacan Alberto Conejero y Paco Bezerra.