Literatura española de finales del siglo XIX y principios del XX

La literatura de fin de siglo (I)

El Modernismo. Rubén Darío:

El Modernismo es el movimiento literario propio del ámbito hispánico vinculado al fin de siglo.

Su máximo representante fue el poeta nicaragüense Rubén Darío, autor de Azul (1888), Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905).

Características:
  • Rechazo del presente: que se traduce en un anhelo de evasión de la realidad por medio de la literatura.
  • Aburrimiento, melancolía, angustia o insatisfacción vital ante la falta de sentido de la existencia.
  • Uso de símbolos como el color azul, el cisne o el jardín para representar el ideal o la belleza.
  • Importancia del erotismo y de la sensualidad.
  • Renovación de la lengua poética, con predominio del verso alejandrino y de un léxico inusual, exquisito, cargado de referencias sensoriales.

Antonio Machado:

Las dos obras más importantes de Antonio Machado son Soledades, galerías y otros poemas y Campos de Castilla.

Características:
  • Una serie de poemas descriptivos en los que se pone de relieve la belleza del paisaje castellano, pero también el atraso o la ignorancia de sus gentes. La preocupación por la realidad de España entronca a Machado en la Generación del 98.
  • Un extenso poema narrativo, «La tierra de Alvargonzález», en forma de romance.
  • Un conjunto de poemas breves, de carácter sentencioso o filosófico, con el título de «Proverbios y cantares».
  • Un ciclo de composiciones en los que el poeta recuerda emocionadamente a su esposa Leonor.

Juan Ramón Jiménez:

La obra de Juan Ramón Jiménez constituye el puente entre el Modernismo y la Generación del 27.

La literatura de fin de siglo (II)

Pío Baroja. José Martínez Ruiz, Azorín:

La narrativa de Baroja continúa la tradición realista, pero renuncia a la pretensión de objetividad e incorpora las inquietudes existenciales de fin del siglo.

En sus novelas, la vida se concibe como una lucha incesante que carece de finalidad. Ella produce una angustia ante la que caben dos posibles actitudes:

  • Los protagonistas combaten la falta de sentido de la vida entregándose al dinamismo y la aventura continua. Algunos de los títulos que ofrecen esta visión de la existencia son La busca, Zalacaín el aventurero, Las inquietudes de Shanti Andía o Memorias de un hombre de acción.
  • El protagonista de El árbol de la ciencia, Andrés Hurtado, fracasa en su pretensión de hallar en la ciencia la respuesta a las preguntas últimas y trata de aliviar su sufrimiento con la búsqueda de la ataraxia. Su suicidio final es expresión del pesimismo que impregna las novelas del autor.

José Martínez Ruiz usó su seudónimo de Azorín, protagonista de sus primeras novelas: La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo.

El argumento de las novelas de Azorín no sigue, en general, una línea coherente y estructurada.

Miguel de Unamuno:

Para Miguel de Unamuno, la novela constituye un cauce de expresión de problemas filosóficos.

Las inquietudes existenciales que plantean las novelas unamunianas son:

  • El ansia de inmortalidad: Esta lleva al ser humano a creer en Dios y en la vida eterna, a pesar de que la razón contradice esta creencia.
  • La concepción de la vida como ficción: Augusto Pérez, protagonista de Niebla, se enfrenta con su creador -el propio Unamuno- y trata de controlar una vida que no es más que un relato en la imaginación del autor.

El teatro anterior a 1936

Panorama general:

En el teatro anterior a la Guerra Civil se distinguen dos orientaciones: un teatro comercial y un teatro de renovación.

El teatro comercial incluye obras formalmente más convencionales que responden a los gustos del público de la época:

  • Las comedias de ambientación burguesa y los melodramas rurales, de Jacinto Benavente.
  • El teatro cómico de Carlos Arniches y de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.

Dos obras sobresalen en esta orientación: Los intereses creados, de Benavente, y La señorita de Trévelez, de Arniches.

El teatro de Valle-Inclán:

Ramón María del Valle-Inclán es el creador de una nueva fórmula teatral que recibe el nombre de esperpento.

El esperpento consiste en una deformación caricaturesca de la realidad para poner de relieve lo absurdo y miserable de la existencia. Los procedimientos que emplea Valle para lograr el esperpento son los siguientes:

  • La creación de ambientes violentos y desagradables.
  • La animalización y cosificación de los personajes.

La manifestación más lograda del esperpento es Luces de bohemia. En esta obra, Valle realiza una crítica feroz de la realidad política y social de la España de la época.

El teatro de García Lorca:

Federico García Lorca es el principal dramaturgo de la Generación del 27.

El tema más característico del teatro lorquiano es la frustración o la insatisfacción que nace del choque entre dos fuerzas:

  • Un deseo de libertad, de plenitud erótica y vital, encargado casi siempre en un personaje femenino: Adela en La casa de Bernarda Alba, la Novia en Bodas de sangre, Rosita en Doña Rosita la soltera, la protagonista de Yerma
  • La realidad que se opone al cumplimiento de esos impulsos.
Federico García Lorca (1898-1936)

Nació en Fuentevaqueros (Granada). Entre 1919 y 1928 vivió en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Dalí y a Buñuel.

Miguel de Unamuno (1864-1936)

Nació en 1864 en Bilbao, aunque residió la mayor parte de su vida en Salamanca, donde trabajó como catedrático de Griego en la Universidad, de la que llegó a ser rector.

Pío Baroja (1872-1956)

Nació en San Sebastián en 1872, estudió medicina, pero desde muy pronto se dedicó a la literatura.

Azorín (1873-1967)

Nació en Monóvar en 1873.

Juan Ramón Jiménez (1881-1958)

Nació en Moguer en 1881.

Antonio Machado (1875-1939)

Nació en Sevilla en 1875, fue profesor de Francés e impartió clases de esta asignatura en Soria entre 1907 y 1912.

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