PANORAMA LINGÜÍSTICO-LITERARIO:
En la Península se hablaban lenguas y dialectos romances -castellano, gallego, catalán, astur-leonés y navarro-aragonés- y, además, euskera, árabe, mozárabe, hebreo y el latín, que fue la lengua de cultura en la que se escribían las obras relevantes científicas y filosóficas. Los primeros textos escritos en castellanos no son estrictamente literarios: el Cartulario de Valpuesta (Burgos) y, con posterioridad, las glosas emilianenses (Monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja) y silenses (Monasterio de Santo Domingo de Silos, en Burgos).La transmisión literaria era, inicialmente, de modo oral, acompañada de música, lo que explica las variantes con que ha llegado, que sean anónimas y que, incluso, estén incompletas. En consonancia con los valores dominante, la literatura cumple un papel didáctico: ensalza las virtudes guerreras y hazañas de héroes militares, como el Cid; transmite valores cristianos, a través de las vidas de santos, como así lo muestran los autores del mester de clerecía; y ofrece modelos de comportamiento. Ya en el siglo XV, con el cambio de mentalidad, los temas preferidos son la fortuna, el amor y la muerte: la conciencia de la fugacidad de la vida y de la angustiosa soledad del ser humano da lugar, por un lado, a una literatura de desengaño, reflexiva y grave; y, por otro, estimula al disfrute del presente. Además, ya al final de la Edad Media, la nobleza se vuelve más culta y refinada. La corte se convierte en lugar de debates poéticos y la literatura en un medio de lucimiento personal. De un perfecto caballero se esperaba no solo que supiera batirse y servir a las damas, sino también que leyera y compusiera poesía.Durante la Edad Media conviven dos grandes corrientes culturales:
La literatura tradicional, de carácter popular y oral y la literatura culta, ligada a la escritura.La literatura tradicional se expresa en lenguas romances: en poesía lírica aparecen las jarchas, en mozárabe; las cantigas, en gallego-portugués; y los villancicos y canciones, en castellano; en todas los temas están ligados a los usos, costumbres, oficios y el amor. Por otro lado, nos encontramos con la poesía épica, transmitida por los juglares, que muestra la mejor cara del guerrero (Poema de Mío Cid), en los cantares de gesta.
Se transmite oralmente, es anónima; la épica es conocida desde el mester de juglaría. En la Baja Edad Media, los romances son los protagonistas.La literatura culta procede de los monasterios –mester de clerecía– y de la corte; es esencialmente escrita; aunque se recitaba y cantaba en voz alta ante un público, a menudo analfabeto. Los textos son poemas narrativos de intención didáctica (Gonzalo de Berceo y Juan Ruis, Arcipreste de Hita) y poesía cancioneril propia de la corte (Marqués de Santillana, Juan de Mena y Jorge Manrique) . Pero, también, comienzan a conocerse textos en prosa castellana -gracias a la figura del rey Alfonso X, el Sabio (s. XIII) quien llevó a cabo lo que puede considerarse la primera normalización lingüística del castellano-, que será tanto prosa de no ficción (obras sobre Historia, Leyes…) y prosa de ficción, pero, también, didáctica (Don Juan Manuel). En el género del teatro, contamos con una pieza incompleta del siglo XIII, anónima y con temática religiosa, escrita en verso, el Auto de los Reyes Magos, por un lado; y, por otro, con la excelencia de La Celestina, pieza en prosa y escrita por Fernando de Rojas.
JARCHAS:
Fueron descubiertas en 1948, por Samuel Miklos Stern y, aunque todavía hoy siguen siendo tema de debate, se tradujeron del dialecto mozárabe (hablado por hispanos y musulmanes en tierras del Islam), con palabras hebreas y árabes. Los primeros testimonios escritos datan del siglo X. El término jarcha quiere decir ‘salida’ y son breves poemas de no más de seis versos que aparecen al final de poemas escritos en árabe, llamados moaxajas y no tienen nada que ver con lo que se dice a lo largo de ellas. Las moxajas integran la poesía popular en un marco culto. Cada estrofa está formada por dos partes: un grupo de versos monorrimos, variando en cada estrofa y otro grupo que mantiene durante todo el poema la misma rima, establecida por la jarcha que el poeta ha elegido o inventado en primer lugar; por ello podemos decir que la moaxaja parte de la jarcha. Sin embargo el tono es distinto, ya que la jarcha está compuesta en lenguaje vulgar y utiliza un tono coloquial e incluso incorrecto; emplea versos de arte menor, de diversas medidas, con rima asonante o consonante.El yo poético, igual que en el resto de la lírica medieval, no corresponde con el autor; es una mujer joven enamorada que comparte con madre o hermana, principalmente, su preocupación por el “habib”, ‘amigo o amante’, que a menudo se ha ido y tarde en volver. El amor es sensual, apasionado y celoso. Al contrario la voz poética de la moaxaja, sí es el autor. La jarcha viene introducida por unos versos de enlace, en los que el hombre compara sus sentimientos con los de las muchachas que cantan jarchas, o pone la jarcha en labios de su amada.Los recursos expresivos son muy sencillos, con abundantes interrogaciones y vocativos afectivos.
CANTIGAS:
Las cantigas forman parte de la lírica gallego-portuguesa y aparecen con el florecimiento económico y cultural del reino de Galicia y el auge de las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Hasta allí llegan las corrientes literarias europeas, principalmente la lírica trovadoresca provenzal que causarán el surgimiento de una rica y variada literatura.El testimonio de esta poesía nos llega a través de artistas cultos de los siglos XIII y XIV (Martín Codax, Pero Gonçalvez de Portocarreiro y Pero Meogo) y, en algunos casos, con melodía incluida. El gallego era, en la corte de Alfonso X el Sabio, vehículo de la lírica culta; él mismo escribió Cantigas de Santa María, en esta lengua. La lírica galaico-portuguesa se conoce con profundidad gracias a que fue recopilada en cancioneros, como el de Ajuda o el de la Biblioteca Vaticana.
VILLANCICOS Y CANCIONES:
De la lírica en castellano no se conservan textos anteriores al siglo XV, pero existieron. Los que hoy se conocen fueron recogidos en cancioneros -Cancionero musical de palacio, Cancionero de Upsala, Cancionero de la Colombina.Por los temas, son próximos a jarchas y cantigas. El amor se muestra como gozo de poseerlo, dolor por perderlo y amada y amado hermosísimos. Pero, también, los hay dedicados a las fiestas, música, baile en torno a las labores del campo o a la llegada de la primavera; dedicados a marineros, peregrinos, pastores y labriegos; lamentaciones, recuerdos de antiguas historias, nanas y canciones infantiles, burlas, sátiras.El villancico, como estrofa, consta de un estribillo de dos o cuatro versos y un pie o estrofa de seis o siete versos, los últimos de los cuales permiten el nuevo paso al estribillo y se llama “glosa” (no hay que confundirla con la aclaración o anotación en romance).