LOS SANTOS INOCENTES- LAS TÉCNICAS NARRATIVAS
Miguel Delibes nace en 1920 en Valladolid. Fue catedrático de Derecho Mercantil y periodista. Muere en 2010 tras no llegar a superar un cáncer de colon. “Los santos inocentes” es publicada en 1981, tomando como punto de partida un cuento publicado en 1966: “La milana”, que se incorpora al primer capítulo.
La presentación gráfica de las voces del narrador y los personajes obligó a Delibes a resolver un problema técnico: tuvo que transcribir el habla de los personajes en estilo directo pero incorporándolo al discurso del narrador. Para distinguir gráficamente uno de otro introdujo un salto de línea en cada parlamento directo y un sangrado de la primera línea del mismo, manteniendo el discurso del narrador al margen izquierdo. Suprimíó además el punto en el cuerpo textual de los libros y lo reservó para el cierre, sustituyéndolo por la coma y el punto y coma. Advertimos la presencia de tres voces narrativas:
EL NARRADOR TESTIGO: está fuera de la acción, pero demuestra una gran cercanía al mundo que narra y un conocimiento detallado del marco de los hechos. El autor se presenta como un observador directo de los acontecimientos. Los signos de presencia del narrador testigo son: la utilización de la tercera persona narrativa, la minuciosidad y el detallismo (descripciones de lugares, modos de conducta, penetración psicológica, reflejo del habla rural).
EL NARRADOR ACORDE: se identifica con el personaje, se produce una asunción por parte del narrador de los pensamientos y modo de hablar de algunos personajes. Es habitual en Delibes la identificación con los humildes, por eso la identificación se transforma en compasión. Su presencia se hace más clara en: el títuloà la iglesia celebra el 28-12 los santos inocentes, recordando el episodio de la matanza de Herodes de niños. La novela también se refiere a niños, además de inocentes. Se refiere a los personajes humildes del relato. La expresión “santos inocentes” induce más intensamente a la compasión y predisposición al lector hacia ella. En la oralidad del relatoà utiliza en cada caso el registro idiomático adecuado al personaje a cuya conciencia se adapta. En el lirismoà lo que imprime carácter a la novela es la plasmación del mundo de los sentimientos; la sociedad, la falta de instrucción y sus propias limitaciones han robado a los seres humildes la capacidad de pensar, pero son los únicos que atesoran sentimientos sencillos que dignifican la condición humana.
LAS VOCES DE LOS PERSONAJES: tiene la habilidad para interiorizar el punto de vista narrativo en los personajes. Estos expresan desde su particular perspectiva no tanto la realidad sino su vivencia de ella por medio de la lengua que les es propia. Manifiesta a través de su lenguaje, el punto de vista desde el que contempla la vida y los rasgos más sobresalientes de su carácter.
El ritmo narrativo y el sentido de la novela dependen en gran medida de los diálogos. Destaca la enorme riqueza léxica, la soberbia trascripción del habla popular, el despliegue de oportunos vulgarismos adecuados al contexto, una sintaxis llamativa, el original uso de la puntuación, el estilo libre indirecto, la identificación del lenguaje del narrador con la de los personajes, la supresión de los verbos “dicendi” etc. El lenguaje es, generalmente, popular y de sencilla comprensión, lleno de expresiones del registro oral. El habla de los personajes es seca, contundente, escueta, de trazo oracional breve y sugerente.
La novela tiene una serie de rasgos que la configuran como un relato de evidente renovación formal, aunque la originalidad de su presentación lingüística no impide una lectura amena. Está llena de bellísimas y sobrias pinceladas paisajísticas, de descripciones de siluetas henchidas de ternura, de sensaciones doloridas y destellos conmovedores. Ha sido reconocida como una obra de emocionante fuerza dramática e intenso lirismo. Delibes se ve obligado a acentuar los contrastes para que quede clara la voz de la denuncia, por encima de toda adscripción ideológica; es decir, no se trata de proclamar la necesidad de llevar a cabo ninguna lucha de clases, sino la de poner de manifiesto las agresiones que padece la bondad.
En otras ocasiones, el discurso se torna culto y comienza a discurrir por los cauces de una elegancia envidiable, recreándose en sonoridades llenas de expresividad evocadora y original. Cuando se trata de hacer incursiones en el mundo de la naturaleza y de la caza, el autor se deja llevar por el entusiasmo y despliega todo su arsenal de conocimientos léxicos. La voz de Delibes es como la voz de uno de los personajes de la novela, llena de registros populares y de oralidad. Oralidad y escritura se amalgaman sin producir un efecto artificioso. Y éste es el artificio secreto de la novela, mediante el que Delibes logra que el lector pase sin transición y sin sentir de un giro coloquial a un sintagma propio de un registro literario. Oralidad y escritura convergen en el punto de fuga que es el estribillo “milana bonita”.