LA POESÍA LÍRICA DESDE 1940 A LOS AÑOS 70: Miguel HERNÁNDEZ (1910-1942)Nacido en Orihuela en 1910. Al acabar la contienda fue encarcelado en diversas ciudades españolas y condenado a muerte, su vida se vería truncada definitivamente en 1942, en la cárcel de Alicante, a consecuencia de la tuberculosis. CUATRO ETAPAS:a) Etapa caracterizada por una poesía de tono Barroco, que se refleja en “Perito en lunas” (1934). Son cuarenta octavas reales de influencia gongorina y vanguardista. Sobresalen las metáforas y los símbolos como medios poéticos para transmutar y enriquecer la realidad (la luna, el toro, la noria, el labrador…).
b) En 1936 publica “El rayo que no cesa”. El centro vital de la obra es la pasión amorosa hacia la que sería su mujer, Josefina Manresa, pero una pasión impedida por los convencionalismos de una moral provinciana: el amor es un «rayo» que se clava en el corazón con trágicos presagios de muerte. En cuanto al estilo, Miguel Hernández ha abandonado el barroquismo de su obra anterior y presenta una poesía más desarraigada, instalada en la corriente abierta por su amigo Pablo Neruda de la «Poesía impura» y en la concepción del amor como fuerza telúrica, propia de Aleixandre.
La obra se compone sobre todo de sonetos, aunque en ella se incluye en tercetos encadenados su célebre «Elegía a Ramón Sijé», muerto en 1935, un canto sincero y emocionado al amigo.
c) Durante la guerra, Miguel Hernández emplea su POESÍA PARA LUCHAR por la causa republicana y escribe «Viento del pueblo», obra con la que se suma al romancero de la Guerra Civil. Como el viento, la voz del poeta alienta a los soldados en las trincheras, arenga a la lucha, mantiene viva la esperanza. Son poemas que lloran la muerte de Lorca, de los hombres en el frente de batalla, que cantan al niño yuntero, al sudor de los campesinos, a la compañera, esposa y amante lejana… En esta tercera etapa también escribe Miguel Hernández “El hombre acecha”, la palabra es todavía símbolo de resistencia, pero la muerte del primer hijo y la derrota de la guerra sumen al poeta en la desolación.
d) Poesía desnuda y profunda (Las metáforas se han reducido sensiblemente en busca de una expresión directa y esencial). Son los poemas, escritos la mayoría en la cárcel, que se recogen en “Cancionero y Romancero de ausencias” (1938-1941): el poeta se duele de la ausencia de los suyos y escribe intensos poemas de amor a su mujer, también recuerda una guerra que sólo ha provocado odio y destrucción; pero aun así no renuncia a la esperanza. Uno de los poemas es “Nanas a la cebolla”, dedicado a su segundo hijo
AÑOS 40
La poesía se desarrolló en torno a tres revistas: “Escorial”, “Garcilaso” y “Espadaña”.
- “Escorial” reuníó a los poetas de la generación del 36 (Luis ROSALES, LEOPOLDO PANERO, DIONISIO RIDRUEJO Y Luis Felipe VIVANCO), que se decantaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje.
- “Garcilaso” se fundó con apoyo oficial del régimen franquista para consolidar una poesía que sirviera a los fines de la dictadura. Su director fue José García Nieto y sus autores son básicamente los mismos poetas de Escorial. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano, el amor… Tienen un admirable dominio de la técnica. Poesía esteticista y de evasión que Dámaso Alonso denominó “poesía arraigada”. Ofrecen una visión positiva del mundo obviando la dura realidad española del momento.
- La revista “Espadaña” (1944)
. Contra esta visión esteticista y de evasión , reaccionan una serie de escritores que reclaman una poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleje la desgarradora realidad española de la época (“poesía desarraigada” la llamó Dámaso Alonso). Renace la idea de poesía como comunicación, que busca compartir con el lector problemas comunes. TEMAS: la angustia histórica (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte…). Fecha clave es el año 1944 en que se publica “Hijos de la ira” de Dámaso Alonso (“Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres”) y “Sombra del Paraíso” de Vicente Aleixandre, así como la creación de la citada revista “Espadaña” (1944).
En este grupo destacan: EUGENIO DE NORA, VICTORIANO CREMER, GABRIEL CELAYA, BLAS DE OTERO, CARLOS BOUSOÑO, JOSÉ HIERRO.
Vanguardismo. Además de los dos polos señalados (poesía arraigada y poesía desarraigada), hay escritores que intentan enlazar con la generación del 27 (el grupo “Cántico” de Córdoba) y con el Surrealismo: la revista “Postismo” –abreviatura de postsurrealismo- de Carlos Edmundo de Ory En la poesía surrealista el deseo se constituye en el motor del mundo. Los principales recursos estilísticos son metáforas encadenadas que tienen su base en el sueño, la alucinación y el subconsciente.
AÑOS 50 POESÍA SOCIAL
Hacia 1955 se consolida —en todos los géneros— el llamado «Realismo social». De esa fecha eran dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de BLAS DE OTERO y Cantos iberos de GABRIEL CELAYA. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. Su estela será seguida por muchos de los que antes se inscribían en la «poesía desarraigada»:
En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque distinto (más político). Dentro de la preocupación general por España y del propósito de un «Realismo crítico», se sitúan temas concretos que resultan paralelos a los que vimos en la novela y en el teatro de la misma tendencia: la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor.. No hará falta insistir sobre ello.
Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro de tono coloquial, pues va dirigida «a la mayoría».
Las tres figuras relevantes de este periodo son: José Hierro, Gabriel Celaya y Blas de Otero.
AÑOS 60 Y 70
A finales de los cincuenta aparecíó un grupo de poetas que, sin dejar los temas sociales, buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal. Para ellos el poema es un instrumento que permite al ser humano –y, por tanto, al poeta—conocer el mundo, conocerse a sí mismo. Son los poetas conocidos como la Promoción de los sesenta: Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Claudio Rodríguez (1934)…
Se puede establecer un temática común a todos ellos:
# la reflexión sobre el paso del tiempo (el tiempo pasa y destruye; sólo la infancia y la adolescencia se verán como un paraíso perdido);
# el amor como cauce del erotismo y la amistad;
# la reflexión sobre la creación poética.
# En algunos poemas tratan asuntos de tema social y político, pero tratados con ironía, un cierto distanciamiento autocrítico y una mayor perfección estilística.
En el estilo es muy visible que el lenguaje conversacional, «hablado», es compatible con una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Cada poeta se propone la búsqueda de un lenguaje personal, nuevo, más sólido. Sin embargo, no les tientan las experiencias vanguardistas. Frecuentemente recurren al empleo de la ironía
Los años 70: los Novísimos
Preocupación por la forma y el lenguaje; ruptura con la cultura tradicional e inspiración en el mundo del cine, el deporte, televisión, cómic, canciones, incorporación de referencias muy cultas a obras y autores extranjeros (Se les llama los culturalistas; y también “los venecianos” por su gusto por ciudades como Venecia).
El nombre procede de una antología publicada en 1970 por el crítico José María Castellet con el título “nueve novísimos poetas españoles” que incluía a: Pere Gimferrer (la principal figura), Guillermo Carnero, Félix de Azúa, Antonio Martínez Sarrión, Manuel Vázquez Montalbán, Leopoldo Mª Panero, Ana María Moix, Vicente Molina Foix y José Mª Álvarez.
Al culturalismo se incorporan nuevos nombres como Luis Alberto Cuenca y Luis Antonio Villena.