La Novela Existencialista de los 40
Tras la victoria de la Falange y la instauración de la Dictadura Franquista, los modelos narrativos usados hasta entonces son anulados. Por ello, en los años 40, aparecen nuevos modelos, entre los que destaca la novela existencialista. Este tipo de novela trata problemas existenciales como la muerte. Sus personajes son individuales; sin embargo, estas obras son un reflejo de la situación de la sociedad en general.
Entre las obras, destaca La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, cuyos personajes rurales y muy familiares presentan la realidad más dura, hasta el punto de iniciar la corriente del Tremendismo. Además, destaca Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada.
La Novela Social de los 50
En 1950 destaca la novela del Realismo Social, que trata temas sociales. Entre los años 40 y 50 Camilo José Cela creó La colmena, una obra de transición entre ambos movimientos. Esta es una obra existencial, que trata la reflexión de los personajes, pero también social, pues se refleja en ella la sociedad de la época.
En el Realismo Social se tratan temas como la solidaridad con los trabajadores del campo, con Dos días de septiembre de José María Caballero Bonald, o de la ciudad, como El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, y la crítica al mal comportamiento burgués, como Entre visillos de Carmen Martín Gaite.
Estilísticamente, las novelas del Realismo Social se clasifican en realismo puro, al mostrar hechos sin necesidad de narrador; y realismo crítico, en el que las obras son narradas por un narrador. Sin embargo, todas las obras son de estilo sencillo, en las que es más importante el contenido que el diálogo.
Junto a esto, se desarrolla una corriente imaginativa y de evasión, en la que destaca Relatos de Plinio de Francisco García Pavón. También, existen obras inclasificables, como Los Gozos y las sombras de Gonzalo Torrente Ballester.
La Influencia Extranjera y el Boom Hispanoamericano
Con la llegada del turismo y de autores europeos y norteamericanos a España, comienza a desarrollarse una novela más experimental en oposición al régimen. Destacan autores como Kafka y Joyce, que habían renovado su estilo en el periodo de entreguerras y, además, se produce el “boom” de la novela hispanoamericana.
En Hispanoamérica se desarrolla una corriente llamada Realismo mágico, que mezcla aspectos de la realidad con aspectos mágicos. Destacan Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
La Renovación de la Novela Española
Gracias a estas influencias, la novela española se renueva:
- En el contenido: Aparecen acciones mínimas y múltiples. Los temas tratados son ficticios y simbólicos.
- El narrador: Deja de ser omnisciente para ser múltiple, pues relata acciones sucedidas en el mismo tiempo. Destaca El cuarteto de Alejandría de Durrell.
- La tercera persona: Pasa a ser primera o segunda, y en ocasiones, las tres, como en La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes.
- En la estructura externa: Los capítulos tradicionales son sustituidos por escenas sueltas.
- En la estructura interna: La linealidad es sustituida por el desorden cronológico.
- Los personajes: Pasan de ser héroes o colectivos a personajes con conflicto consigo mismos.
- En cuanto al estilo: Existe el estilo directo, que es un diálogo entre personajes; y el estilo indirecto, en el que el narrador relata los hechos. A estos se suman el estilo indirecto libre, en el que el narrador relata los hechos en tercera persona y actúa como personaje; y el monólogo interior, que refleja las ideas sin coherencia e ilógicas, tal y como sucede en la mente humana.
- En cuanto a la tipología textual: Se introducen textos en la obra que no tienen nada que ver.
Todo esto destaca en obras como Cinco horas con Mario de Miguel Delibes o Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé.
Hacia una Novela Más Tradicional
A comienzos de los 70 estos rasgos se radicalizan y las obras resultan incomprensibles. Por esto, posteriormente los autores deciden crear obras más tradicionales. Sin embargo, conservan rasgos como el estilo indirecto libre o el monólogo interior. Pero sobre todo se conservan argumentos sólidos e imaginativos, de temas de misterio y policiacos. Destacan obras como El día en que murió Marilyn de Terenci Moix o Trilogía de Madrid de Francisco Umbral.
Sin embargo, la obra más representativa de la época es La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza, la cual está dividida en dos partes. La primera es muy experimental e incluye desorden cronológico y el uso de textos adicionales. La segunda es más lineal y los monólogos internos no son tan frecuentes. Esta novela policiaca muestra la dura realidad de la sociedad de Barcelona. Además de esta, Mendoza escribe otras obras como El laberinto de las aceitunas.