La Novela Española de Posguerra: Autores y Corrientes (1940-1975)

Introducción: La narrativa de las primeras décadas de posguerra

El triunfo totalitario de Franco en 1939 tuvo, entre muchas consecuencias, la ruptura con la tradición cultural de carácter liberal progresista y el aislamiento del resto de Europa. Muchos autores y obras fueron prohibidos. Otras obras nunca llegaron a ser escritas. Así, los jóvenes novelistas que empezaban a escribir en estos años se vieron obligados a partir desde cero y a obviar toda la renovación estilística anterior a la guerra. La simplicidad de formas narrativas empleadas se resume en tres de las novelas más innovadoras de estos años, exponentes del llamado Tremendismo: La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, Nada de Carmen Laforet y La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes.

Desarrollo

Camilo José Cela

Personaje polémico que gozó de una gran popularidad desde su primera novela, La familia de Pascual Duarte. Sin abandonar su visión pesimista radical, Cela evolucionó a formas narrativas más complejas en sus siguientes novelas, entre las que destaca La colmena, en la que se enfrenta a la realidad cotidiana de la posguerra. Se trata de una novela colectiva en la que cientos de personajes se entrecruzan y malviven en un ambiente de miseria moral y material en el Madrid de 1943. Fue Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1987 y Nobel de Literatura en 1989. Destacan también San Camilo 1936 (1969) y Oficio de tinieblas 5 (1973).

Carmen Laforet

Al regresar a Barcelona para estudiar escribió Nada en 1945, donde la protagonista Andrea llega ilusionada a Barcelona para estudiar pero se encuentra con un tenso ambiente familiar y con el mundo falso e hipócrita universitario, reflejando una crisis existencial y un pesimismo característico de muchos jóvenes de la época. Ganar el Premio Nadal con poco más de 20 años dotó a su novela y a ella misma de mucha popularidad. Escribió también La isla y los demonios (1952) y La mujer nueva (1955).

Miguel Delibes

La sombra del ciprés es alargada, su primera novela, está dominada por la angustia existencial y la obsesión por la muerte. Le siguen novelas como El camino, emotiva memoria del mundo rural narrada por un muchacho; Mi idolatrado hijo Sisí, crítica de una burguesía apática; Las ratas, también con protagonista infantil; o Los santos inocentes. Delibes continúa con la crítica de los prejuicios burgueses y de la mentalidad tradicional de la clase media franquista, pero incorporando técnicas y procedimientos narrativos como el monólogo interior y un depurado y eficaz empleo de la lengua coloquial.

Gonzalo Torrente Ballester

No logró buenas críticas con su primera novela Javier Mariño (1943), pero en la década siguiente la trilogía Los gozos y las sombras (1957-1962) le dieron a conocer y lo convirtieron en uno de los autores clave de la narrativa de la segunda mitad del siglo.

Características del Realismo Social de los años 50

El Realismo Social buscaba reflejar la realidad española de la época con una intención crítica. Sus características principales son:

  • Limitación de la presencia del narrador.
  • Protagonismo de la situación y del contexto más que de los personajes individuales.
  • Objetivismo que elimina el análisis psicológico profundo de los personajes.
  • El personaje funciona como arquetipo representativo de una clase social o grupo.
  • Condensación espacio-temporal: la acción se desarrolla en un breve periodo de tiempo y unos espacios deliberadamente reducidos.

La Narrativa en la Generación de los 50

Las novelas de la llamada Generación de los 50, enmarcadas en gran medida en el Realismo Social, muestran situaciones socialmente injustas que deben llevar a la toma de conciencia del lector de clase obrera, o bien a despertar la mala conciencia del lector burgués que se ha hecho cómplice del franquismo y defiende sus principios de clase, considerados intolerables e injustos por estos autores.

Jesús Fernández Santos

Publicó Los Bravos (1954), ambientada en un pequeño pueblo leonés carcomido por la violencia y el caciquismo.

Rafael Sánchez Ferlosio

El Jarama (1955), considerada la novela más representativa del Realismo Social en su vertiente objetivista. Nos ofrece una crónica objetiva, casi magnetofónica, de un domingo de un grupo de jóvenes madrileños que van de excursión al río Jarama. Abandonó la novela por el ensayo en los años siguientes.

Carmen Martín Gaite

Publicó en los 50 Entre visillos (1957, Premio Nadal). En ella denunciaba precisamente la difícil y opresiva situación de las mujeres en una capital de provincia como Salamanca, su ciudad natal. Destacan también obras posteriores como Retahílas (1974) y Lo raro es vivir (1996).

Ana María Matute

Ganó el Premio Nadal con Primera memoria (1959). Su obra siempre ha estado entre la ficción y la autobiografía. Los Abel (1948) está protagonizada por siete hermanos enfrentados, uno de los cuales mata a otro. Primera memoria trata el conflictivo paso de la infancia a la edad adulta (conflicto infancia-adultez), mostrando una visión desolada del ser humano, que se debate en una lucha interior entre el bien y el mal. Destacan también Pequeño teatro (1954, Premio Planeta) y Los hijos muertos (1958, Premio Nacional de Literatura). Siguió escribiendo a lo largo de su vida.

Otros novelistas relevantes de la época

Otros novelistas importantes dentro de esta corriente o generación son: Ignacio Aldecoa (Gran Sol), José Manuel Caballero Bonald (Ágata ojo de gato), también poeta, y Juan Benet (Volverás a Región, Una meditación, Saúl ante Samuel), cuya obra ya anticipa la renovación posterior.

La Renovación Narrativa de los años 60

A comienzos de los años 60, varios factores contribuyen a que muchos escritores se replanteen los presupuestos ideológicos y estéticos del Realismo Social, buscando una mayor complejidad formal y temática. Rasgos de la renovación narrativa de los años 60:

  • Incorporación del punto de vista múltiple.
  • Uso del monólogo interior y el flujo de conciencia.
  • Aparición del narrador problemático o no fiable.
  • Ruptura del tiempo cronológico y uso frecuente de los saltos temporales (analepsis y prolepsis).
  • Fusión de géneros literarios.
  • Eliminación de los límites entre lo real y lo ficticio.
  • Incorporación de lo absurdo y lo fantástico.
  • Experimentación lingüística con los distintos registros de la lengua.
  • Inserción de relatos dentro del relato (metaficción).

En cuanto a los narradores más importantes destacaron:

Luis Martín-Santos

Tiempo de silencio (1962) es considerado el primer fruto logrado de esta renovación. La crítica de la realidad española se vuelve ácida y sarcástica. El narrador distorsiona la realidad e interviene en el relato con comentarios irónicos y un lenguaje muy elaborado.

Juan Goytisolo

Señas de identidad (1966) es una novela clave en el proceso de superación del Realismo Social. Su decidida voluntad de ruptura formal y temática, sus enfrentamientos con la censura y su identificación con los marginados le llevaron primero al exilio voluntario y, después, a su residencia en Marruecos, donde falleció.

Juan Marsé

Últimas tardes con Teresa (1966) se burla sarcásticamente de ciertos aspectos de la novela social. De estructura más elaborada y técnica innovadora son novelas posteriores como La oscura historia de la prima Montse (1970) y Un día volveré (1982).

Manuel Vázquez Montalbán

La novela policíaca española le debe su actual prestigio a este autor. Utilizaba la trama de sus novelas, protagonizadas por el detective Pepe Carvalho, a modo de crítica social. Destacan Yo maté a Kennedy (1972), Tatuaje (1974) y Los mares del sur (1979, Premio Planeta).

Eduardo Mendoza

Su trayectoria se inició con La verdad sobre el caso Savolta (1975), novela ambientada en la violenta Barcelona de 1918, que marcó un hito en la transición a la democracia. Se consagró como un genio de la parodia y el humor, claro ejemplo de ello son sus obras: El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) o Sin noticias de Gurb (1991). Recibió el Premio Cervantes en 2016 por el conjunto de su obra.

Miguel Espinosa

También tenemos a Miguel Espinosa, considerado un gran explorador de nuevas formas narrativas (experimentación narrativa) y un excepcional analista de la sociedad. Su obra más conocida es Escuela de mandarines (1974).

Francisco Umbral

Fue autor de una conmovedora y estremecedora novela, Mortal y rosa (1975), que trata sobre la muerte de su hijo a causa de leucemia. Recibió el Premio Cervantes en el 2000. Otras obras destacadas son Los helechos arborescentes (1980) y Las giganteas (1982).

Conclusión

Resulta imposible establecer una línea divisoria estricta entre la narrativa de la dictadura franquista y la de la democracia, pues muchos de los grandes autores continuaron publicando tras 1975. A partir de la muerte de Franco, el panorama de la novela española se diversifica enormemente. La verdad sobre el caso Savolta tuvo un fuerte impacto sobre la sociedad de la época y simbolizó el inicio de una nueva etapa. Se recuperan y renuevan géneros poco cultivados anteriormente, como la novela histórica, la policíaca o la intimista. La novedad de las redes sociales y del libro electrónico en décadas posteriores han ayudado a la potenciación y al auge de la industria literaria, abriendo nuevos caminos para la narrativa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *