La Novela Española de Posguerra (1940-1975): Tendencias y Enfoques

La Novela Española de Posguerra (1940-1975)

Contexto y Autores Principales

Las dificultades de la posguerra no fueron solo materiales y políticas, sino también culturales. La tradición literaria se había roto y la mayoría de los novelistas estaban prohibidos o exiliados. Dos autores nuevos publicaron las obras más significativas de este periodo: Camilo José Cela (1916-2002), autor de La familia de Pascual Duarte (1942), y Carmen Laforet (1921-2004), autora de Nada (1945).

Ambas obras alcanzaron un notable éxito, si bien representan dos tendencias literarias muy distintas. Cela, con su estilo «tremendista», cuenta una historia de ambientación rural y desarrollo trágico, con especial atención a la dureza de la vida. Laforet también se fija en la dureza de la vida, pero desde otra perspectiva: el mundo urbano frente al rural, el intimismo amargo frente a la violencia desatada. Los protagonistas y sus motivaciones son diferentes: un condenado a muerte que relata su desgraciada vida y una muchacha de pueblo que acude a estudiar a la universidad. Sin embargo, en ambos casos, el lector percibe un reflejo amargo de la vida cotidiana. La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes (1948), cierra esta etapa.

La Novela Social

La colmena (1951), de Cela, inaugura la «novela social», que corresponde a la segunda etapa de la narrativa de posguerra. Su desarrollo abarcó aproximadamente dos décadas. Aprovechando el tímido aperturismo del régimen político, estas novelas denuncian la hipocresía, la injusticia y, indirectamente, la falta de libertad, centrándose en la realidad urbana y rural. Los problemas con la censura fueron abundantes, obligando a los autores a recurrir a la supuesta objetividad documental, en línea con la narrativa europea de moda.

La colmena, con su acumulación de personajes y episodios, retrata un mundo urbano lleno de individuos insignificantes, presos de sus pequeños secretos y corruptelas, maltratados por el hambre y la miseria. Esa «colmena» que se reúne en un bar madrileño puede ser tomada como un protagonista colectivo, representando a la colectividad nacional. El Jarama (1956), de Rafael Sánchez Ferlosio, sigue este mismo esquema.

La Novela Experimental

Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos, abre una tercera etapa. Aun manteniendo los mismos temas e intenciones, se experimenta con el estilo y la construcción, combinando puntos de vista e incorporando recursos como el monólogo interior. A esta etapa, que se prolonga hasta el final del franquismo, se le suele denominar «experimental».

Enfoques Literarios

El Enfoque Existencial

El enfoque existencial predomina en las novelas de la primera posguerra. Se aprecia en el reflejo amargo de la vida cotidiana, entroncando con el realismo, aunque no con el sentido de análisis y denuncia de autores como Benito Pérez Galdós. Los temas habituales son la soledad y la frustración, muy presentes en Nada. Abundan los personajes desarraigados o desorientados, que no encajan en la sociedad y la padecen por sus convenciones, hipocresía y dureza. La crítica no es tanto un alegato social como un lamento personal.

El Enfoque Social

Este enfoque centra su atención en la injusticia social, la separación de clases, el abuso de poder y la marginación. Los escritores se comprometen ideológicamente y convierten la literatura en un instrumento de cambio social. El protagonismo recae en colectivos sociales de los ámbitos más deprimidos:

  • La España rural: jornaleros del Sur, marineros y pescadores del Norte, y la España interior (ej. Los bravos).
  • El mundo proletario: ambientes degradantes en minas, fábricas e industrias, con conflictos laborales y abuso patronal.
  • El mundo urbano: con incursiones en las zonas marginales, en contraste con la incipiente burguesía (ej. La colmena).

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