La Novela Española de la Posguerra: Evolución y Tendencias

Los Años 40: El Existencialismo y el Tremendismo

Cada década de la posguerra española está marcada por una tendencia literaria dominante. En los años 40, con la difícil situación de la postguerra y la dictadura franquista, destaca la **novela existencial** como forma de expresión del desconcierto y la angustia vital. Este periodo se caracteriza por el aislamiento internacional, la pobreza, el hambre, la represión y la férrea censura. Inicialmente, se publica una novela de los vencedores bastante triunfalista, pero algunos escritores encuentran en el existencialismo su vía de escape.

En 1942, Camilo José Cela escribe *La familia de Pascual Duarte*, obra que inaugura el llamado **tremendismo**, caracterizado por la descripción truculenta de lo más feo de la sociedad en un lenguaje duro. Pascual Duarte, desde la cárcel, escribe sus memorias y se duele de su trágico destino.

En 1945, Carmen Laforet publica *Nada*, novela en la que una joven que va a estudiar a Barcelona se encuentra con unos parientes derrotados en la Guerra Civil que viven en un ambiente moral y físicamente degradado.

En 1947, Miguel Delibes recibe el Premio Nadal por su novela *La sombra del ciprés es alargada*, donde también se refleja la frustración y la tristeza a pesar de la resignación religiosa.

Los **temas predominantes** de esta época son la soledad, la inadaptación, la frustración y la muerte. Los **personajes** son seres marginados, violentos u oprimidos. Los **espacios** son limitados y se observa una preferencia por la primera persona y el monólogo.

Los Años 50: El Auge del Realismo Social

En los años 50, con una tímida apertura al exterior y cierta relajación de la censura, la **novela social** se convierte en el instrumento de denuncia de los autores. Sus antecedentes se encuentran en el realismo español decimonónico, la Generación del 98 y la literatura extranjera del neorrealismo italiano y la Generación Perdida americana.

Dentro del realismo social, existen dos tendencias: el **objetivismo** y el **realismo crítico**. Ambas tienen un compromiso social, pero el objetivismo refleja la realidad sin comentarios ni interpretaciones del autor, mientras que el realismo crítico hace una crítica explícita.

Un ejemplo del objetivismo es *El Jarama* de Rafael Sánchez Ferlosio, que retrata la vida de unos jóvenes obreros a orillas del río Jarama. Obras representativas del realismo crítico son *Central eléctrica* de Jesús López Pacheco, *La piqueta* de Antonio Ferres y *La zanja* de Alfonso Grosso.

En las novelas del realismo social, el **personaje colectivo** prima sobre el individuo. El lenguaje es claro y sencillo, con diálogos coloquiales. El narrador utiliza la tercera persona omnisciente. La estructura es sencilla, con narración lineal y espacios y tiempos reducidos.

En *La colmena* de Cela, 300 personajes muestran la dureza de la vida en el Madrid de 1943. La evocación de la infancia se encuentra en *Industrias y andanzas de Alfanhuí* de Sánchez Ferlosio y *El camino* de Miguel Delibes. La crítica a la burguesía se observa en *Mi idolatrado hijo Sisí* de Delibes y *Juegos de manos* de Juan Goytisolo.

En esta época también destacan autores como Ana María Matute, que conjuga realismo y lirismo, y Álvaro Cunqueiro, con su línea de fantasía, mitos y elementos mágicos.

En el exilio, destacan autores como Ramón J. Sender con *Réquiem por un campesino español*, Max Aub con su temática sobre la Guardia Civil y Arturo Barea con la trilogía *La forja de un rebelde*.

Los Años 60: La Irrupción de la Novela Experimental

Los años 60 son los del desarrollo económico, el crecimiento del turismo y el cambio de mentalidad. En la literatura, se produce un desgaste de la novela social y surge un interés por la renovación, aunque sin perder la intención crítica.

En 1962, aparece *Tiempo de silencio* de Luis Martín Santos, obra que introduce las novedades de la **novela experimental**: el enfoque existencial, la estructura en secuencias, el punto de vista múltiple, el estilo indirecto libre, la segunda persona, el lenguaje experimental y culto, las descripciones complejas y las referencias mitológicas.

Otros autores representativos de esta época son Juan Benet con *Volverás a Región*, Juan Marsé con *Últimas tardes con Teresa*, Miguel Delibes con *Cinco horas con Mario* (un monólogo de una viuda que refleja el enfrentamiento entre dos Españas) y Juan Goytisolo con *Señas de identidad*.

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