9Para entender la novela española de la segunda mitad del Siglo XX, debemos tener en cuenta las consecuencias de la Guerra Civil (1936-1939) y la denominada postguerra que supone, en lo social, cultural, político y económico, un aislamiento internacional del país, que irá suavizándose con el tiempo. Es importante tener en cuenta el papel ejercido por la censura, así como el exilio de muchos escritores tras la Guerra.En cuanto a las influencias, van llegando poco a poco: los hallazgos de la novela en inglés (desde Joyce a Faulkner) se reflejan sobre todo en el uso del monólogo interior o en la estructura narrativa. Sin embargo, tras la Guerra Civil (1936-39), se impone en España un nuevo Realismo.
La novela refleja el ambiente hostil en el que viven sus personajes. Predomina un lenguaje coloquial, con mucho diálogo y con estructuras narrativas convencionales. Pío Baroja, quien muere en el año 1956, admirado por autores extranjeros como Hemingway, seguirá siendo un modelo para otros escritores más jóvenes.Otros aspectos que deben tenerse en cuenta para entender la evolución literaria española son la influencia del cine y las radionovelas; y la fortaleza de un grupo de editoriales, situadas en su mayoría en Barcelona, que fomentarán la difusión de nuevos autores y la creación de importantes premios literarios (Nadal, Planeta, Ciudad de Barcelona…) de los que saldrán destacadas novelas.La narrativa del exilio. De los autores que escribieron desde el exilio, con una obra más o menos conocida dentro de España, conviene recordar los casos de Rosa Chacel, autora de Memorias de Leticia Valle, Ramón J. Sender, autor de Crónica del Alba, Max Aub que se exilió en México, donde escribe novelas destacadas como La calle de Valverde (1961), de influencia galdosiana, que retrata el Madrid de los años veinte. El granadino Francisco Ayala, fallecido en 2009, fue una figura cercana a la Generación del 27 y las vanguardias, que desarrolló, también en el exilio, una amplia e interesante actividad narrativa, entre cuyas obras destacan cuentos y la novela El jardín de las delicias.
La década de los 40. En general, durante la posguerra, la novela no pasa de un mediocre Realismo. Las primeras novelas de éxito correspondieron a novelistas que comulgaban con la ideología del régimen (Rafael Sánchez Mazas, José María Gironella…)En esta década destacan tres hechos: la aparición en 1942 de la novela La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela que inaugura el tremendismo, la publicación de la obra ganadora del primer Premio Nadal, Nada (1945) de Carmen Laforet y la publicación de las primeras obras de Miguel Delibes y de Gonzalo Torrente BallesterLa década de los 50. En esta década, en parte gracias a una nueva e importante generación de narradores, la novela se encamina hacia un Realismo más objetivo o más crítico y comprometido. La actitud de los autores oscila entre el objetivismo y el Realismo crítico. En el primero, el autor no interviene y se limita a dar testimonio escueto de la conducta y del diálogo de los personajes. El ejemplo más claro es El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. En cuanto al segundo, se denuncian las injusticias y se busca una toma de conciencia por parte del lector, como sucede en Central eléctrica de Jesús López Pacheco.Pero, sin duda, la década de los cincuenta destaca por la omnipresencia de tres nombres: Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester.En 1951 aparece La colmena de Camilo José Cela. Formaba parte de una frustrada trilogía, que, sin embargo, fue prohibida por la censura franquista, por lo que tuvo que publicarse en Buenos Aires. En la novela se narran tres días de la vida madrileña de 1942. La narración no es lineal sino que el lector va conociendo un panorama impresionante de personajes y escenas (de ahí su título) que coinciden a veces en el café. Con posterioridad, Cela, quien logró el Premio Nobel de Literatura, avanza hacia modelos narrativos y temas más fragmentarios y discutibles. Destacarían obras como Mazurca para dos muertos (1983) o su última obra, Madera de boj (1999).El vallisoletano Miguel Delibes, fallecido en 2010, es autor de una obra coherente en lo que se refiere a estilo y temática. Sus novelas reflejan la soledad y marginalidad de personajes en las tierras castellanas, lo que le lleva a recrear costumbres o lenguajes específicos de los pueblos. El camino (1950) narra la vida triste de un niño en un pueblo castellano y su paso de la infancia a la juventud. Delibes evoluciona después a textos más experimentales como Cinco horas con Mario (1966) escrita en forma de monólogo o Los santos inocentes (1981). Su última gran obra será El hereje (1998) de contenido histórico.Por su parte, Gonzalo Torrente Ballester tiene una obra larga que va desde el Realismo cercano a Galdós como ocurre en Los gozos y las sombras a la novela experimental como en La saga/fuga de J.B.La década de los 60. Durante estos años se produce la decadencia del Realismo social. La nueva literatura hizo hincapié en la renovación de la estructura, la forma, el lenguaje y el estilo de los textos literarios: introducción de nuevos temas y personajes, se adopta el punto de vista múltiple, se da más importancia al lenguaje que al argumento o se utilizan estructuras complejas, llenas de desórdenes cronológicos, saltos en el tiempo o monólogos interiores.El cambio lo marcará Luis Martín Santos con Tiempo de silencio (1962). Incorpora el monólogo interior, el cambio de narrador, acude a digresiones para ironizar o criticar sucesos y situaciones. En esta línea destaca también Juan Benet con Volverás a Regíón. Otros autores se centran en un Realismo crítico, intentando salvar los problemas de la censura. Son importantes autores como Juan Goytisolo con Señas de identidad (1966) o Juan Marsé, autor de Últimas tardes con Teresa (1966).La novela en el último tercio del Siglo XX. El fin de la dictadura no produjo la eclosión de novelas que podría haberse esperado. La novela española tardó en encontrar una vía de salida del experimentalismo narrativo imperante a finales de los 60. Hasta mediados de los años 70, la narrativa no comienza a moderar su ímpetu experimental y a tender puentes con la novela realista tradicional y con otros géneros considerados menores como la novela negra, el folletín, el relato de aventuras o la ciencia-ficción. El comienzo del cambio es la publicación, en 1975, de La verdad sobre el caso Savolta, escrita por el catalán Eduardo Mendoza.En estas décadas, no hay una orientación definida. Hay una amalgama de tendencias y géneros en torno a diversos temas, desde el intimista o el autobiográfico y erótico, hasta el histórico, político, legendario y de aventuras. En muchos narradores es patente el interés por reconstruir la infancia, la Guerra Civil, la posguerra y los años de transición. Además, la defensa de la condición femenina aparece en la obra de muchas autoras. Es evidente, por otro lado, el gusto creciente por el relato corto o el cuento. En buena parte de la narrativa de esta etapa y de la actualidad son evidentes la huella del cine y el protagonismo de la imagen, la influencia de los medios de comunicación y el estilo periodístico. Autores y obras: Arturo Pérez Reverté (El capitán Alatriste), Juan José Millás (El desorden de tu nombre), Rosa Montero (Te trataré como a una reina), Manuel Vázquez Montalbán, José Luis Sampedro, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Luis Mateo Díez, Almudena Grandes…
La novela refleja el ambiente hostil en el que viven sus personajes. Predomina un lenguaje coloquial, con mucho diálogo y con estructuras narrativas convencionales. Pío Baroja, quien muere en el año 1956, admirado por autores extranjeros como Hemingway, seguirá siendo un modelo para otros escritores más jóvenes.Otros aspectos que deben tenerse en cuenta para entender la evolución literaria española son la influencia del cine y las radionovelas; y la fortaleza de un grupo de editoriales, situadas en su mayoría en Barcelona, que fomentarán la difusión de nuevos autores y la creación de importantes premios literarios (Nadal, Planeta, Ciudad de Barcelona…) de los que saldrán destacadas novelas.La narrativa del exilio. De los autores que escribieron desde el exilio, con una obra más o menos conocida dentro de España, conviene recordar los casos de Rosa Chacel, autora de Memorias de Leticia Valle, Ramón J. Sender, autor de Crónica del Alba, Max Aub que se exilió en México, donde escribe novelas destacadas como La calle de Valverde (1961), de influencia galdosiana, que retrata el Madrid de los años veinte. El granadino Francisco Ayala, fallecido en 2009, fue una figura cercana a la Generación del 27 y las vanguardias, que desarrolló, también en el exilio, una amplia e interesante actividad narrativa, entre cuyas obras destacan cuentos y la novela El jardín de las delicias.
La década de los 40. En general, durante la posguerra, la novela no pasa de un mediocre Realismo. Las primeras novelas de éxito correspondieron a novelistas que comulgaban con la ideología del régimen (Rafael Sánchez Mazas, José María Gironella…)En esta década destacan tres hechos: la aparición en 1942 de la novela La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela que inaugura el tremendismo, la publicación de la obra ganadora del primer Premio Nadal, Nada (1945) de Carmen Laforet y la publicación de las primeras obras de Miguel Delibes y de Gonzalo Torrente BallesterLa década de los 50. En esta década, en parte gracias a una nueva e importante generación de narradores, la novela se encamina hacia un Realismo más objetivo o más crítico y comprometido. La actitud de los autores oscila entre el objetivismo y el Realismo crítico. En el primero, el autor no interviene y se limita a dar testimonio escueto de la conducta y del diálogo de los personajes. El ejemplo más claro es El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio. En cuanto al segundo, se denuncian las injusticias y se busca una toma de conciencia por parte del lector, como sucede en Central eléctrica de Jesús López Pacheco.Pero, sin duda, la década de los cincuenta destaca por la omnipresencia de tres nombres: Camilo José Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester.En 1951 aparece La colmena de Camilo José Cela. Formaba parte de una frustrada trilogía, que, sin embargo, fue prohibida por la censura franquista, por lo que tuvo que publicarse en Buenos Aires. En la novela se narran tres días de la vida madrileña de 1942. La narración no es lineal sino que el lector va conociendo un panorama impresionante de personajes y escenas (de ahí su título) que coinciden a veces en el café. Con posterioridad, Cela, quien logró el Premio Nobel de Literatura, avanza hacia modelos narrativos y temas más fragmentarios y discutibles. Destacarían obras como Mazurca para dos muertos (1983) o su última obra, Madera de boj (1999).El vallisoletano Miguel Delibes, fallecido en 2010, es autor de una obra coherente en lo que se refiere a estilo y temática. Sus novelas reflejan la soledad y marginalidad de personajes en las tierras castellanas, lo que le lleva a recrear costumbres o lenguajes específicos de los pueblos. El camino (1950) narra la vida triste de un niño en un pueblo castellano y su paso de la infancia a la juventud. Delibes evoluciona después a textos más experimentales como Cinco horas con Mario (1966) escrita en forma de monólogo o Los santos inocentes (1981). Su última gran obra será El hereje (1998) de contenido histórico.Por su parte, Gonzalo Torrente Ballester tiene una obra larga que va desde el Realismo cercano a Galdós como ocurre en Los gozos y las sombras a la novela experimental como en La saga/fuga de J.B.La década de los 60. Durante estos años se produce la decadencia del Realismo social. La nueva literatura hizo hincapié en la renovación de la estructura, la forma, el lenguaje y el estilo de los textos literarios: introducción de nuevos temas y personajes, se adopta el punto de vista múltiple, se da más importancia al lenguaje que al argumento o se utilizan estructuras complejas, llenas de desórdenes cronológicos, saltos en el tiempo o monólogos interiores.El cambio lo marcará Luis Martín Santos con Tiempo de silencio (1962). Incorpora el monólogo interior, el cambio de narrador, acude a digresiones para ironizar o criticar sucesos y situaciones. En esta línea destaca también Juan Benet con Volverás a Regíón. Otros autores se centran en un Realismo crítico, intentando salvar los problemas de la censura. Son importantes autores como Juan Goytisolo con Señas de identidad (1966) o Juan Marsé, autor de Últimas tardes con Teresa (1966).La novela en el último tercio del Siglo XX. El fin de la dictadura no produjo la eclosión de novelas que podría haberse esperado. La novela española tardó en encontrar una vía de salida del experimentalismo narrativo imperante a finales de los 60. Hasta mediados de los años 70, la narrativa no comienza a moderar su ímpetu experimental y a tender puentes con la novela realista tradicional y con otros géneros considerados menores como la novela negra, el folletín, el relato de aventuras o la ciencia-ficción. El comienzo del cambio es la publicación, en 1975, de La verdad sobre el caso Savolta, escrita por el catalán Eduardo Mendoza.En estas décadas, no hay una orientación definida. Hay una amalgama de tendencias y géneros en torno a diversos temas, desde el intimista o el autobiográfico y erótico, hasta el histórico, político, legendario y de aventuras. En muchos narradores es patente el interés por reconstruir la infancia, la Guerra Civil, la posguerra y los años de transición. Además, la defensa de la condición femenina aparece en la obra de muchas autoras. Es evidente, por otro lado, el gusto creciente por el relato corto o el cuento. En buena parte de la narrativa de esta etapa y de la actualidad son evidentes la huella del cine y el protagonismo de la imagen, la influencia de los medios de comunicación y el estilo periodístico. Autores y obras: Arturo Pérez Reverté (El capitán Alatriste), Juan José Millás (El desorden de tu nombre), Rosa Montero (Te trataré como a una reina), Manuel Vázquez Montalbán, José Luis Sampedro, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Luis Mateo Díez, Almudena Grandes…