La literatura española posterior a 1936: Poesía, Teatro y Novela

La lírica en el franquismo

Durante el franquismo (1939-1975), la cultura en España enfrentó pérdidas de intelectuales, la represión, la restricción de libertades y censura, cambiando de una época de gran actividad intelectual a un periodo de restricciones.

La obra de Miguel Hernández actúa como puente entre la generación del 27 y los poetas de la posguerra. Entre sus obras destacan El rayo que no cesa, de tema amoroso que incluye la “Elegía a Ramón Sijé”; Viento del pueblo, una protesta contra las injusticias sociales; y Cancionero y romancero de ausencia, sobre la paternidad, el amor y la ausencia.

Poesía de los años 40

En 1944 las obras de Dámaso Alonso, Hijos de la ira, y Vicente Alexandre, Sombras del paraíso, junto a la aparición de la revista literaria Espadaña suponen el arranque de la poesía de posguerra, por lo que se distinguen dos tendencias:

  1. Poesía desarraigada: son poetas con una visión pesimista y angustiada de la existencia. Destacan, además de los poetas antes mencionados, Blas de Otero con Ancia y Gabriel Celaya con Tranquilamente hablando.
  2. Poesía arraigada: la forman poetas que escriben en las revistas Garcilaso y El Escorial; que comparten una visión armónica de la realidad. Se vinculan poetas como Luis Rosales con La casa encendida, Dionisio Ridruejo o Leopoldo Panero.

Poesía de los años 50: La poesía social

Surge como una continuación de la poesía desarraigada de los años 40. Esta corriente percibe a la poesía como un medio para cambiar la sociedad. Entre los principales exponentes se encuentran:

  • Gabriel Celaya con Cantos iberos
  • Blas de Otero con Pido la paz y la palabra
  • José Hierro con Quinta del 42

Poesía de los años 60: La poesía de medio siglo

Formada por los «niños de la guerra» como Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, mantiene la crítica social pero con un tono irónico y distanciado.

Novísimos

En la obra de Castellet se reunió en la antología Nueve novísimos poetas españoles a un grupo de poetas innovadores, conocidos como los «Novísimos», quienes rompieron con la poesía de posguerra. Cultivan una poesía culturalista, el escapismo y la influencia de las vanguardias.

El Teatro

El teatro en los años 40

En los años 40, destacan dos tendencias en el teatro español:

  1. El teatro de propaganda: conformado por autores que escriben para el régimen, como José María Pemán, y por los teatros clásicos nacionales financiados por el Estado.
  2. El teatro de evasión: Dentro se encuentra la comedia burguesa con autores como Edgar Neville, Calvo Sotelo y la comedia del disparate, cultivada por Miguel Mihura con Tres sombreros de copa y Enrique Jardiel Poncela, Eloísa está debajo de un almendro.

Los años 50: el teatro comprometido

En esta década surge un teatro comprometido con la realidad social y política del país, que varía en dos polos:

  1. El posibilismo de Buero Vallejo: que escribe dramas dentro de los límites aceptados por la censura. Una de sus obras más exitosas es Historia de una escalera.
  2. Teatro de agitación política y social de Alfonso Sastre: cuyos dramas contienen una denuncia explícita, aunque esto signifique que sus obras no sean representadas. Algunas de sus obras fueron, Escuadra hacia la muerte y La taberna fantástica.

El teatro experimental

En la última década del franquismo aparece el teatro experimental. Sus autores fundamentales, influidos por el surrealismo, el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad, son Fernando Arrabal, (El cementerio de automóviles), fundador del movimiento del pánico (Pic-nic) y Francisco Nieva creador de un teatro transgresor que él denomina “furioso” (Pelo de tormenta).

El teatro en los años ochenta y noventa

Conviven autores de dos generaciones que abordan temas de la sociedad contemporánea, la Guerra Civil y conflictos psicológicos, evitando la experimentación. Destacan José Luis Alonso de Santos con La estanquera de Vallecas y Bajarse al moro, José Sanchis Sinisterra con ¡Ay, Carmela! y Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano.

El teatro del siglo XXI

Destacan dos dramaturgos que hacen un teatro basado en la palabra:

  1. Juan Mayorga, quien reflexiona sobre distintas formas de opresión y dominación, con dramas que abarcan desde grandes hechos del siglo XX (Cartas de amor a Stalin), hasta dramas ambientados en el presente (Hamelín).
  2. Alfredo Sanzol, quien con un lenguaje poético y humorístico reflexiona sobre las relaciones personales y familiares (Delicadas).

La novela española de 1939 a 1975

Durante la dictadura de Franco, la cultura en España se vio afectada por la pérdida de las élites intelectuales, la represión y la censura. La novela española de este periodo, de 1939 a 1975, se desarrolló en un contexto de limitaciones y restricciones.

La novela en los años 40

Encontramos tres tendencias:

  1. Realismo convencional: Desarrollado por autores que se sitúan en el bando de los vencedores y que escriben con un estilo realista. Destacan Rafael Sánchez Mazas y José María Gironella. También se incluyen a Torrente Ballester y Miguel Delibes.
  2. Novela existencial: Se trata de relatos que reflejan la asfixiante realidad de la posguerra protagonizados por seres angustiados a los que les obsesiona la experiencia de la muerte. La novela más importante de esta tendencia es Nada, de Carmen Laforet.
  3. Novela tremendista: Esta corriente presenta relatos de atrocidad y violencia. La obra más representativa es La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela.

La novela de los años cincuenta: la novela social

Los autores de los años 50 se ubican en la tradición del realismo e incorporan temas sociales, superando el individualismo existencialista de los 40. Este cambio lo llevan a cabo dos generaciones sucesivas: la generación del 36 (Cela y Delibes) y la de medio siglo (Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Ignacio Aldecoa). La novela pionera de esta tendencia es La Colmena de Camilo José Cela. En este relato destaca el protagonismo colectivo, el fragmentarismo y el contrapunto.

A partir de esta novela y durante 10 años (hasta la publicación de Tiempo de silencio, en 1962) se escriben relatos en los que se une crítica social y estética realista que pueden estudiarse en dos tendencias:

  1. El objetivismo: Consiste en describir la realidad de manera imparcial por medio de un narrador en tercera persona que registra los diálogos y muestra el comportamiento de los personajes sin intervenir. La novela fundamental de esta forma de narrar “como la grabación de una cámara cinematográfica” es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio.
  2. El realismo crítico: Los autores priorizan la crítica social y por ello, para llegar al pueblo, dejan los aspectos formales a un segundo plano. Destacan La zanja, de Alfonso Grosso o Central eléctrica de Jesús López Pacheco.

La novela experimental

A principios de los 60 se produce un movimiento de renovación. Esta renovación se basa en tres principios fundamentales:

  1. El arte no debe someterse a la política
  2. La novela debe reflejar la conciencia del sujeto
  3. Es necesario dar rango artístico a la prosa narrativa

Por eso, en la novela experimental se encuentran las siguientes características:

  • Limitación de la importancia del argumento: ya que lo fundamental es la forma de presentar la acción; por ello, encontramos constantes saltos temporales, narrador que varía entre la omnisciencia y la primera persona, sustitución del capítulo por secuencias o párrafos.
  • El protagonista es el centro de la novela: La colectividad pierde importancia y el relato se centra en la crisis de un sujeto que es presentada a través de técnicas narrativas como el monólogo interior y el tú autorreflexivo.
  • Renovación lingüística y estilística: léxico rebuscado, oraciones complejas en contraste con léxico vulgar y frases breves; eliminación de los signos de puntuación, rupturas sintácticas.

Las obras fundamentales de esta tendencia son, Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos. Los autores veteranos también publican novelas ensayando nuevas técnicas. Destacamos: Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes; La saga/fuga de J.B., de Torrente Ballester; San Camilo, 1936, de Camilo José Cela.

Otros autores son, Volverás a Región, de Juan Benet; Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Últimas tardes con Teresa o Si te dicen que caí, de Juan Marsé.

La narrativa en el exilio

Estos autores, silenciados en España por la censura, tienen en común su obsesión por la Guerra Civil (causas, desarrollo y consecuencias) y la reflexión autobiográfica. Destacan: Réquiem por un campesino español y Crónicas del alba, ambas de Ramón J. Sender; y la serie El laberinto mágico de Max Aub.

La narrativa hispanoamericana

Durante el siglo XX, la narrativa hispanoamericana evoluciona en cuatro etapas: la novela regionalista, la superación del realismo, la novela del boom y la novela posterior al boom.

La novela regionalista

De carácter realista, se distinguen cuatro tendencias:

  • Novela de la Revolución mexicana: Muestra los hechos de la Revolución y la desilusión posterior. Una de las novelas más importantes es Los de abajo, de Mariano Azuela.
  • Novela indigenista: Denuncia la marginación del indio en relatos como El mundo es ancho y ajeno, de Ciro Alegría.
  • Novela gauchesca: La existencia libre y nómada de los gauchos argentinos es el eje central de estos relatos, cuya obra maestra es Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes.
  • Novela de la tierra: En ella cobra singular importancia la imponente naturaleza hispanoamericana. Destacan Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos (novela de tesis que opone la civilización a la barbarie) y La vorágine, de José Eustasio Rivera (cuya verdadera protagonista es la selva tropical).
La ruptura con el realismo

En los años 40 y 50, algunos autores y autoras se distancian del paradigma realista:

  • Jorge Luis Borges: Sus principales colecciones de cuentos (Ficciones, El Aleph) se caracterizan por el antirrealismo, el antipsicologismo y la reflexión metafísica, y por el uso de símbolos reiterados (el laberinto, la biblioteca o el espejo).
  • Juan Rulfo: Su novela Pedro Páramo certifica la ruptura con el realismo.
  • Alejo Carpentier: Autor de El reino de este mundo, novela esta última en la que acuñó la denominación «lo real maravilloso».
La novela del boom

La eclosión narrativa de los años 60 se caracteriza por la problemática existencial que atormenta a los personajes, desarraigados y solitarios, fusionada con la reflexión sociopolítica; el predominio de la ambientación urbana; la figura del dictador; el realismo mágico, o el uso de técnicas de la novela experimental.

  • Gabriel García Márquez: Autor de Cien años de soledad, paradigma del realismo mágico y en definitiva, del boom.
  • Mario Vargas Llosa: Su visión crítica y descarnada de la sociedad peruana (La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral) evoluciona hacia la práctica de diversos modelos narrativos, como la novela erótica (Elogio de la madrastra), o la policiaca (¿Quién mató a Palomino Molero?).
  • Julio Cortázar: Autor también de colecciones de cuentos, su novela Rayuela es una de las obras esenciales del boom. Su estructura abierta permite al lector escoger entre dos órdenes de lectura.
  • Juan Carlos Onetti: Ambienta algunos de sus relatos (La vida breve, El astillero) en Santa María, lugar ficticio habitado por personajes solitarios y desesperanzados.
La narrativa posterior al boom

Presenta una gran diversidad de tendencias como, la fusión de géneros, la literatura del yo, la novela intimista, la posmoderna, la policiaca y la de contenido político-social. Destaca, Roberto Bolaño con sus obras Los detectives salvajes y 2666, de estructura detectivesca, con motivos recurrentes como el desierto, el viaje y la violencia.

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