La Lírica Española: Del Modernismo a la Generación del 27
El Modernismo
La lírica en España a finales del siglo XIX y principios del XX es deudora de los movimientos y autores más influyentes de la época. El Modernismo, con exponentes como Juan Ramón Jiménez y los hermanos Machado, se consolida como el movimiento literario más importante. Gustavo Adolfo Bécquer, precursor de esta corriente, es considerado el primer poeta moderno por su alejamiento del Romanticismo y su búsqueda de un lenguaje más sencillo, íntimo y verdadero.
El Modernismo, movimiento de renovación poética que se extiende durante la primera década del siglo XX, tiene como principal figura a Rubén Darío, autor de obras como Azul y Prosas profanas. Este movimiento surge de la fusión del Parnasianismo y el Simbolismo. En España, destacan modernistas como Salvador Rueda y Ricardo Gil, pero la mayor celebridad la alcanzan los hermanos Machado, Eduardo Marquina, Juan Ramón Jiménez y Francisco Villaespesa.
Manuel Machado publica Alma (1898) y Apolo (1911), mientras que Antonio Machado, en obras como Soledades (1903), mezcla rasgos noventayochistas y modernistas, representando el simbolismo modernista. Su preocupación por el «tema de España» se refleja en Campos de Castilla.
Juan Ramón Jiménez, dedicado a su obra poética y su reelaboración, divide su producción en tres etapas: Sensitiva (hasta Diario de un poeta recién casado, 1916), Intelectual (entre 1916 y 1936) y Suficiente (Animal de fondo y Dios deseado y deseante). Tras una etapa inicial marcada por la depresión debido al escaso éxito de sus obras, a partir de La soledad sonora (1911), aparecen temas modernistas tratados de forma personal y simbolista. En prosa poética, destaca Platero y yo (1914). Su etapa intelectual coincide con su regreso a Madrid y su matrimonio con Zenobia Camprubí. En su última etapa, utiliza cada vez más el verso libre, buscando lo absoluto y la perdurabilidad de su obra. Se convierte en un dios que crea y a la vez es creado por su obra, de ahí Dios deseado y deseante (1957). Sus impulsos son la mujer, la obra y la muerte. Será maestro de la Generación del 27.
La Generación del 27
La Generación del 27 se caracteriza por la síntesis entre opuestos y la tendencia al equilibrio. Su nombre conmemora el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora, rescatado del olvido por estos poetas. Muchos de ellos residían en la Residencia de Estudiantes. En diciembre, se unen poetas como Lorca, Alberti y Guillén. Partiendo de las vanguardias, llegan a una síntesis creativa entre estas y la tradición, como se ve en Romancero gitano (1928) de Lorca y Marinero en tierra (1924) de Alberti.
Principales Poetas del 27
- Pedro Salinas (1891-1951): Madrileño, impartió clases de literatura en Sevilla y se exilió a Estados Unidos tras la Guerra Civil. Principal poeta del amor de su generación, su poesía se caracteriza por la contención en la expresión de sentimientos. Obras importantes: La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936).
- Jorge Guillén (1893-1984): Vallisoletano, excelente crítico literario y máximo representante de la poesía pura. Sus temas: el ser, el tiempo, el dolor. La mayoría de sus obras son posteriores a la guerra: Cántico y Clamor.
- Gerardo Diego: Santanderino, desde Gijón inicia una importante revista para la generación: Carmen y su suplemento Lola. Cultiva poesía clásica y vanguardista. Con Versos humanos gana el Premio Nacional de Poesía, compartido con Alberti y su Marinero en tierra.
- Federico García Lorca (1898-1936): Granadino, es el escritor español más famoso del mundo después de Cervantes. Evoluciona desde el neopopularismo de Poema del cante jondo (1924) hasta el surrealismo de Poeta en Nueva York (1930), pasando por el Romancero gitano (1928).
- Rafael Alberti (1902-1999): Gaditano, sobrevivió a todos sus compañeros de generación. Aunque vivió en Argentina e Italia, siempre será el poeta del mar. Destacan Marinero en tierra y El alba del alhelí (1927). De su poesía cívica: El poeta en la calle (1931).
- Luis Cernuda (1902): Sevillano, relacionado con la revista malagueña Litoral. Desde 1936 reúne sus libros bajo el título La realidad y el deseo. Su obra capital: Donde habite el olvido (1933).
- Miguel Hernández (1910-1942): Oriolano, pastor de cabras en su infancia, buscó el afecto de los poetas del 27, encontrando amparo en Aleixandre y Neruda. Su primer poemario: Perito en lunas (1933), neobarroco. El rayo que no cesa es su obra de consagración. Murió en prisión tras la Guerra Civil, dejando otro poemario: Cancionero y romancero de ausencias.