La Evolución del Modernismo y el Teatro en España: Un Viaje a Través de la Literatura

La Evolución del Modernismo y el Teatro en España

Finales del siglo XIX y principios del siglo XX marcan una renovación estética y biológica que tiende hacia lo íntimo y subjetivo. Estos movimientos comparten innovación en temas y estética, así como la preocupación por España y la búsqueda de soluciones a los problemas del ser humano. El modernismo surge como respuesta a la crisis de finales del siglo XIX, de la mano de artistas que rechazan los valores establecidos y proponen una nueva concepción estética, personal y creativa.

Características del Modernismo

La lírica modernista se caracteriza por:

  • Renovación del lenguaje poético: introducción de sonetos, liras y romances con versos atípicos.
  • Versos libres que adquieren ritmo y musicalidad a través de la acentuación.
  • Léxico caracterizado por el exotismo y el refinamiento de palabras cultas.
  • Influencia del parnasianismo y el simbolismo.

Los temas del modernismo atienden al exterior del poeta, quien busca evadirse de la realidad. Este escapismo se busca en el espacio (paisajes exóticos), en el tiempo y en la mitología clásica. La necesidad de evasión se manifiesta en un cosmopolitismo que muestra profunda admiración por París y los temas americanos. Los temas que hacen referencia a la intimidad del poeta se ensalzan siguiendo la tradición de la desazón romántica, con poemas en los que aparece la melancolía, la noche o la tristeza.

Ruben Darío y el Modernismo

En la lírica de Ruben Darío aparecen temas característicos del modernismo, como el malestar vital, la evasión de la realidad hacia escenarios lejanos, el amor, la sensualidad, el indigenismo y el hispanismo. Su trayectoria poética se divide en dos etapas:

  • Primer periodo: plenamente modernista, de temática superficial y originalidad en el lenguaje. Destaca Azul, que muestra profunda preocupación por el ritmo y la musicalidad de los versos, y Prosas profanas.
  • Segundo periodo: el poema como expresión de la angustia vital, donde el lenguaje adquiere mayor sobriedad, abandonando su preocupación por la estética y buscando una poesía más íntima y con preocupación social.

En 1901 se publica el manifiesto del grupo de los Tres (Pío Baroja, Ramiro de Maeztu y Azorín). Aunque el grupo se disolvió, se les conoce como la Generación del 98, que incluye a Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán. Los temas que les unen son la preocupación por España, indagando en la tradición y la historia española, así como las inquietudes filosóficas, como el enfrentamiento entre fe y razón, la muerte y la nada como destino final, o la búsqueda del sentido de la vida.

El Teatro Burgués

El teatro burgués se dirige al público burgués con un lenguaje refinado, diálogos ingeniosos y tono irónico. El máximo representante es Jacinto Benavente. Su primera etapa se basa en la crítica a la sociedad burguesa que oprime a la mujer casada (El nido ajeno) y en la forma de tratar el drama rural (La Malquerida). Ante el rechazo del público burgués, Benavente se adapta a los límites convencionales y, mediante concesiones, consigue que el público acepte su crítica (La noche del sábado, Rosas de otoño y Los intereses creados).

Teatro Modernista

El teatro modernista en verso aborda temas históricos, biográficos, legendarios y exóticos. Destacan Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol), Francisco Villaespesa y algunas obras escritas con los hermanos Machado. Este teatro incluye a Valle-Inclán y a García Lorca.

Teatro Costumbrista

El teatro costumbrista, que incluye sainetes, comedias o zarzuela, refleja escenas de carácter popular. Este género cómico emplea un lenguaje coloquial o vulgar. Los hermanos Álvarez Quintero (El traje de luces y El patio), Carlos Arniches con tragedias grotescas y Pedro Muñoz Seca (La venganza de Don Mendo) son algunos de sus representantes.

Teatro Innovador o Renovador

Los autores del 98, como Unamuno, Azorín y Jacinto Grau, y sobre todo Valle-Inclán, pretendieron renovar las técnicas y el lenguaje teatral, aunque no siempre fueron bien acogidos. Los autores más representativos son Valle-Inclán y García Lorca.

Valle-Inclán: Tres Etapas

  • Ciclo mítico: (Comedias bárbaras) inicia su renovación teatral, donde el mundo rural gallego domina la miseria, la muerte y la crueldad, utilizando un nuevo lenguaje dramático, símbolo y metáfora.
  • Ciclo de la farsa: utiliza un sarcasmo mordaz para burlarse de la sociedad. Su obra más representativa es Tablado de marionetas para educación de príncipes, que contrasta lo sentimental con lo grotesco.
  • Ciclo esperpéntico: mezcla la realidad distorsionada con lo trágico y lo grotesco, utilizando la caricatura, la degradación y la deshumanización (Luces de Bohemia y Martes de carnaval).
  • Ciclo final: presencia de lo irracional e instintivo, con personajes deshumanizados, esquematizados y guiñolescos, utilizando la técnica del esperpento (Retablo de la avaricia y La lujuria y la muerte).

García Lorca y su Teatro

En el teatro de García Lorca, el espectáculo se presenta con la escenografía, la música y la poesía con la misma importancia que el texto dramático. Las mujeres son las protagonistas principales, abordando temas como la frustración, la soledad, la falta de esperanza y los celos. Su obra es muy variada, incluyendo un texto simbolista (El maleficio de la mariposa), un drama histórico en verso (Mariana Pineda) y teatro para títeres (La zapatera prodigiosa). Sus obras vanguardistas, como El público, rompen las barreras entre el escenario y la realidad.

La cumbre de su producción son tres obras ambientadas en Andalucía, que abordan la lucha de personajes que desean conseguir su libertad enfrentándose a lo establecido: Bodas de sangre, que plantea un amor imposible entre un hombre y una mujer de familias rivales; Yerma, que refleja la angustia de una mujer que no puede tener hijos; y Doña Rosita, protagonizada por una solterona que se mueve entre lo grotesco y lo conmovedor. Finalmente, La casa de Bernarda Alba se centra en la tiranía de una madre despótica.

El lenguaje de García Lorca es sencillo, pero abundan las metáforas y los símbolos.

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