La Dualidad en ‘Lazarillo de Tormes’: Crítica Social y Honor en la España del Siglo XVI

2 Partes de la Obra

El libro se podría dividir en dos partes: del capítulo uno al tres y del capítulo cuatro al siete. Desde el capítulo uno al tres se nos muestra a Lázaro en forma de niño, un niño pobre que está en las manos de unos dueños sin compasión, que le hacen pasar muy mal, y por ello tiene que robar e ideárselas para conseguir, de la manera que sea, comida. Estos tres capítulos se nos presentan de una forma más extensa y detallada, ya que Lázaro tiene mucho que aprender, y por este motivo, sus largos períodos con sus primeros amos. En los otros capítulos, el tema que destaca ya no es el hambre que pasa, sino que se centra en la maldad de la persona adulta y en la pérdida de lo único común entre pobres y ricos: el honor.

Tratamiento del Tiempo

En el tratamiento del tiempo se puede observar que en los tres primeros capítulos es más lento, coincidiendo con su aprendizaje. Esta lentitud se relaciona con los momentos de hambre del pícaro y culmina en la extrema necesidad. Después, se aprecia una rápida aceleración en el transcurso temporal, tanto que en muy pocas líneas se resumen años, en los que Lázaro no aprende grandes cosas, hecho evidente en los últimos capítulos.

Relación entre el Prólogo y el Último Capítulo

En el prólogo, el autor nos cuenta la razón por la que escribe este libro y nos dice también que explicará los rumores que se cuentan sobre las relaciones entre su mujer y el arcipreste, pero dice que empezará por su niñez para explicarlo mejor. Él se confiesa que no es un santo como sus vecinos, hecho que de alguna manera justifica a su mujer y afirma que el arcipreste, como vecino suyo, no es un santo, ya que conoce sus engaños.

En el último tratado, después de dejar al capellán, Lázaro se asentó con un alguacil. Duró muy poco con él, porque le pareció que el oficio de su amo era peligroso. Un día, el arcipreste de San Salvador vio a Lázaro y lo casó con una criada suya. Vivía muy bien con su nueva esposa, en una casa al lado del arcipreste. Luego comenzaron a formarse cuentos sobre su esposa y el arcipreste. La mujer de Lázaro lloró mucho por estos cuentos, pero Lázaro la tranquilizó. Lázaro decide no hacerle caso a los cuentos para que no hubiera una intervención en su felicidad.

Finalmente, llegó a un período de estabilidad en su vida, y para él no había nada mejor, aunque conocía que su mujer no le era fiel. Sin embargo, este hecho no le importó, ya que su matrimonio fue de conveniencia. La relación que existe entre el prólogo y el último capítulo es que parece ser que el protagonista explica en el prólogo una historia, donde menciona los problemas con su mujer a Su Merced, hecho que al final resuelve en el último tratado, donde da más detalles y explica el porqué de que él no haga nada al respecto sobre el romance que vive su mujer con el arcipreste. Parece ser que todos los hechos que explica en los tratados son datos que nos aporta hasta el desenlace final, como una forma de seguir el desarrollo de la historia desde su infancia para llegar a la conclusión final, donde esclarece las cuestiones.

Fin de la Obra

Esta novela tiene más contenido crítico hacia la sociedad española de la época y a las clases que imperaban en esta de lo que parece a simple vista. Gracias a los recursos lingüísticos utilizados por el autor, como sus ironías y sátiras, el contenido y el significado de la obra van más allá de cuatro situaciones un tanto jocosas, en teoría divertidas.

El Lazarillo, escrito en un lenguaje sencillo, es una novela realista que refleja la sociedad española del siglo XVI, muchas veces con una clara intención de crítica social, particularmente contra los clérigos. Es también la primera narración que deja de ocuparse de héroes y caballeros para contar las aventuras de un personaje de condición humildísima.

Ideas Principales

  • Crítica dirigida al estamento eclesiástico.
  • El honor como tema central.

El sistema de servicio a varios amos ofrece al autor un adecuado vehículo para la crítica de diferentes estamentos sociales, que tenían unos privilegios y un lugar en la sociedad muy variable según sus diversos oficios. Otro de los aspectos que se critican, pero de una manera un tanto pasajera, es la situación en la que se veían envueltos los clérigos con las mujeres y señoras de la ciudad. Estos últimos parece ser que no habían realizado el voto de castidad, ya que las juergas que se permitían, a veces con el consentimiento de los maridos de las mujeres, pero otras sin que estos supieran nada, eran muy sonadas. En ocasiones, había ocurrido que tuvieran hijos con estas mujeres, pero no los reconocieran para dejar en un buen lugar a la iglesia, aunque todo el mundo conocía la verdad.

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