Rasgos Temáticos
En los años 60 del siglo XX, el boom de la novela hispanoamericana revolucionó la literatura con el objetivo de transformar la sociedad. Sin embargo, a mediados de los 70, surgieron cambios significativos que dieron lugar a la narrativa del posboom. La publicación de La Casa de los Espíritus (1982) de Isabel Allende marcó el punto de partida de este nuevo canon.
La Casa de los Espíritus presenta los avatares de las familias Valle y Trueba, reflejando las luchas sociales del Chile de la época. Allende se inspira en la realidad latinoamericana y emplea esquemas textuales sencillos, cercanos al relato realista tradicional. A pesar de su estructura circular, la obra se distancia de los experimentos estructurales del boom y recupera el esquema lineal con predominio de la trama.
La prosa fluida y natural destaca una sintaxis de periodos breves y un léxico sencillo y coloquial. La obra incorpora recursos del relato folletinesco y melodramático, como el amor clandestino de Pedro Tercero y Blanca y las violaciones del patriarca Esteban Trueba.
La nueva narrativa hispanoamericana rescata la novela social abandonada por los escritores del boom. Este compromiso político se refleja en La Casa de los Espíritus a través de la narración de casi cien años de historia del Chile contemporáneo.
Los personajes carecen de complejidad psicológica y están caracterizados desde una perspectiva moral simplista, debido a la inclinación de Allende por los valores éticos. La literatura del posboom, predominantemente urbana, añade elementos de la cultura juvenil (drogas, sexo) y popular (bolero, rock). La acción de La Casa de los Espíritus transcurre tanto en la hacienda Las Tres Marías como en la ciudad.
El amor es un tema fundamental, presentado como una fuerza capaz de cambiar las estructuras políticas y sociales. La nueva narrativa hispanoamericana también incorpora el humor para parodiar géneros literarios o aspectos de la sociedad. Sin embargo, este tema no se revela en La Casa de los Espíritus, donde solo aparece la ironía.
Lo femenino adquiere un lugar destacado. Las protagonistas son mujeres y la perspectiva adoptada para criticar a los personajes masculinos es femenina. A diferencia de los autores del boom, los escritores del posboom expresan su optimismo ante un futuro esperanzador a través de la lucha feminista, política y social.
Aspectos Políticos
La Casa de los Espíritus narra la saga de una poderosa familia de terratenientes latinoamericanos cuyo patriarca, Esteban Trueba, ha construido un imperio privado que se tambalea debido al paso del tiempo y a un entorno social explosivo. La decadencia personal de Trueba arrastra a los Trueba a una dolorosa desintegración.
Isabel Allende escribió la novela tras exiliarse de Chile en 1973, cuando su tío Salvador Allende fue derrocado durante el golpe militar encabezado por Augusto Pinochet. La obra se sitúa dentro del ámbito de la literatura hispanoamericana, influenciada por una época de cambios sociales y políticos.
La Casa de los Espíritus refleja la estructura económica y social de Chile, con una escasa industrialización y una riqueza basada en los latifundios y la explotación minera. El modelo social es el de la oligarquía terrateniente. La hacienda, como espacio simbólico, representa la estructura básica de la sociedad chilena, basada en una relación feudal entre patrón y campesinos.
Esteban Trueba somete a los campesinos a abusos de poder e injusticias, desencadenando una serie de circunstancias trágicas que marcan el destino de los personajes. La novela inicia su relato a principios del siglo XX con la intención de presentar el golpe de Estado de Pinochet como un proceso en el que tienen trascendencia los cambios sociales y estructurales acontecidos en la primera mitad del siglo.
El proceso de expropiación iniciado con la Reforma Agraria supuso una alteración radical en la institución y socialización de la hacienda. En ella se fusionaron las costumbres indígenas y las hispánicas, estableciendo un complejo sistema de dominio, subordinación y exclusión social y sexual.
El odio atávico de los campesinos transformados en mineros y obreros guía los pasos de Esteban García, quien busca vengarse de la infamia cometida en el pasado con su abuela. La tensión es el conflicto de clases, producto de un orden social que empieza a desmoronarse cuando los trabajadores del campo y la ciudad se hacen conscientes de sus derechos.
Alba, gracias a su abuelo y a los cuadernos de Clara, consigue escribir esta historia, dar respuesta a los interrogantes de su vida y recuperar su identidad. Al escribir la historia, entiende que su misión es acabar con un odio que se ha prolongado demasiado.
La historia de Chile es la historia de los Trueba, los vínculos de parentesco entre la oligarquía y la alta burguesía, entre los conservadores y los liberales, entre el laicismo y la religión. El conflicto surge entre los Trueba legítimos y los bastardos. El rencor y el resentimiento de personajes como Esteban García solo encuentran en la coyuntura histórica la oportunidad de desatar la violencia.
El campesinado, ignorante y sumiso, carece de espíritu de rebelión y acepta sin cuestionamiento lo impuesto por la tradición o el tiempo. Esta sumisión se acentúa en el caso de las mujeres, quienes sufren una doble discriminación: por su estatus y por su género.
La sociedad oligárquica vive ajena a los cambios, que se observan en la novela con la retención de Trueba como rehén tras la expropiación del fundo y la conspiración en que participa activamente el padre de Blanca, que conducirá al golpe de Estado.
La novela también propone una visión maniquea de la sociedad. A la violencia de los conservadores se oponen los liberales y revolucionarios. La derecha conspira para derrocar a sus adversarios políticos, sin descartar el asesinato; la izquierda consigue sus objetivos políticos mediante la persuasión. Esta polarización social no deja apenas espacio para la clase media.
El retrato social queda completo con la figura del pervertido conde Jean de Satigny, un aristócrata europeo que mantiene relaciones obscenas con sus sirvientes. No podemos obviar la presencia de dos instituciones de poder omnímodo: el Ejército y la Iglesia. El Ejército está representado por Esteban García, nieto bastardo de Trueba. La Iglesia presenta una visión de la religión más ligada a las costumbres y tradiciones que a la difusión de un cuerpo de creencias.