F.G.L. ENFRENTAMIENTO ENTRE LA MORAL AUTORITARIA Y EL DESEO DE LIBERTAD
Lo que impresiona al lector o espectador de La casa de Bernarda Alba es, más que la anécdota argumental, el mundo interior representado en escena: las relaciones humanas y sociales que se establecen entre los personajes, los conflictos que se desarrollan dentro de la casa, los sentimientos apasionados que provocan el drama… El tema central de la obra es el enfrentamiento entre una moral autoritaria, rígida y convencional (representada por Bernarda) y el deseo de libertad (encarnado por Mª Josefa y Adela). La moral gazmoña y retrasada de un pueblo hipócrita lo representa a la perfección Bernarda, su implacable actitud con respecto a los suyos, para que nadie pueda decir nada de ellos. Por eso en un momento dado afirma: Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que este envenenada. Ese pueblo no tiene nombre, porque no pretende ubicación. Es el pueblo de todos, de la España del momento o es sencillamente el corazón humano. Bernarda levanta un fortín en mitad de ese pueblo para preservar a sus hijas y a ella misma del mal que representan los otros, sin darse cuenta de que el mal esta dentro como un cáncer, pues es ella misma quien lo encarna. Aunque algunos temassecundarios o motivos cobren singular relevancia en el transcurso de la obra, no pueden considerarse ejes nucleares de la acción dramática. La obra desarrolla, por ejemplo, una apasionada historia amorosa, y censura la hipocresía y falsedad de los personajes, pero sobre estos temas predomina el del enfrentamiento entre dos actitudes vitales y dos ideologías:
la actitud que defiende una forma de vida dominada por las apariencias, las convenciones sociales, la moral tradicional basada en el autoritarismo; y la actitud que proclama por encima de todo la libertad del individuo para pensar, opinar y actuar. En este enfrentamiento reside el núcleo temático y estructurador de la obra. El resto de los temas secundarios o motivos, completan la visión dramática de Lorca. La casa de Bernarda Alba plantea, por tanto, el enfrentamiento constante entre un modelo de conducta autoritario y rígido y otro abierto . La oposición se plantea desde el comienzo de la obra: Bernarda intenta imponer sus normas opresivas basándose en la autoridad que le concede su posición de «cabeza de familia» —tras la muerte del marido—, mientras que tanto M. Josefa (la madre de Bernarda) como Adela intentan rebelarse y hacer frente a su dominio. Las demás hijas —Angustias, Magdalena, Amelia y Martirio— aceptan con resignación la suerte que les ha correspondido, aunque es cierto que, Martirio parece enfrentarse a su madre en alguna ocasión. Las criadas (Poncia y Criada) viven bajo el dominio y la autoridad de Bernarda: la temen, no se atreven a enfrentarse con ella y se limitan a murmurar a sus espaldas. Esta es su forma de rebelarse, así la Poncia en el primer acto dirá:¡ Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia ¡ Le he abierto la orza de chorizos. Tirana de todos los que la rodean. Es capaz de sentarse encima de tu corazón sin que se le cierre esa sonrisa fría… Un poco más delante se nos sigue diciendo por boca de la Poncia que cuando no aguante más “ese
día me encerraré con ella…y la estaré escupiendo un año entero…hasta ponerla como un lagarto machacado por los niños. Incluso una de las mujeres que asisten al duelo la califica de ¡Vieja lagarta recocida! El autoritarismo de Bernarda se manifiesta ya en su primera intervención, está presente en las últimas palabras que pronuncia, y constituye una constante de su actitud y de su carácter. Impone, en primer lugar, un luto de ocho años por la muerte de su marido, Esta decisión provoca una leve protesta de Magdalena, que es sofocada de inmediato: Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre.Marca rígidamente el comportamiento que han de mantener sus hijas en relación con los hombres. Aquella que desobedezca sufrirá las consecuencias. Restablece el orden cuando sus hijas discuten: No os hagáis ilusiones de que vais a poder conmigo! Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandará en lo mío y en lo vuestro!’> Silencio digo! 1…] Todavía no soy anciana y tengo cinco cadenas para vosotras En opinión de Bernarda, «una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en enemiga» . Por eso, en el acto II, cuando Angustias reivindica su derecho a saber por qué Pepe el Romano ronda la casa hasta las cuatro de la madrugada, su madre le contestará: Tú no tienes derecho más que a obedecer. Todas las mujeres de la casa deben someterse a su disciplina: Aquí no se vuelve a dar un paso que yo no sienta! Mi vigilancia lo puede todo. Sin embargo, el deseo de libertad y el impulso amoroso de Adela son más fuertes que su temor a la autoridad materna. Desde el comienzo de la obra Adela manifiesta su rebeldía: lleva un abanico de flores rojas y verdes en lugar del abanico negro prescrito por el luto; se prueba su vestido verde y lo luce ante las gallinas; y expresa sus deseos de libertad y su decisión de romper con las normas de Bernarda: iMañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle! Nadie podrá evitar que suceda lo que tiene que suceder; ¡Mi cuerpo será de quien yo quiera!, Esto no es más que el comienzo(. ..) He visto la muerte debajo de estos techos y he salido a buscar lo que era mío, lo que me pertenecía. Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiera que sea. Al final se produce el enfrentamiento directo con su madre; le arrebata el bastón, lo parte en dos, y defiende su recuperada libertad: Aquí se acabaron las voces de presidio! Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted un paso más. En mí no manda más que Pepe! Pero el tiempo de su libertad es efímero. Con el subsiguiente suicidio de Adela —último signo de rebelión en defensa de una libertad imposible— se ciega para sus hermanas el camino de la libertad. Otra vez se impone la sombría y oscura dominación de Bernarda y sus hijas se ven condenadas a vivir encerradas sin la más mínima esperanza… Si alguna de ellas tuviese la tentación de soñar con el amor o con la libertad, se le haría presente el amargo final de Adela por haberse atrevido a desafiar la autoridad de Bernarda. Mª Josefa da cauce a su rebelión a través de la locura, única vía de escape para un personaje maltratado y enclaustrado en una habitación. Su prisión resulta aún más asfixiante que la de las hijas de Bernarda, al ver reducido aún más su espacio vital. Sin embargo, su locura le da fortaleza para proclamar sus anhelos de libertad, enfrentarse a Bernarda y denunciar su tiranía y el sufrimiento y el sometimiento de las otras mujeres. No me calló. No quiero ver a estas mujeres solteras rabiando por la boda…¿Bernarda yo quiero un varón para casarme y para tener alegría! Ya sé que no es una oveja .Pero ¿por qué una oveja no va a ser un niño? Mejor es tener una oveja que no tener nada. Además hay un momento en que las palabras de Mª Josefa casi tienen un valor profético, adelantando que Pepe no va a ser para ninguna de ellas al final: Pepe el Romano es un gigante. Todas lo queréis. Pero él os va a devorar porque sois granos de trigo. No granos de trigo, no . ¡Ranas sin lengua! En síntesis, la opresión y el autoritarismo de Bernarda provoca dos respuestas, estériles, en búsqueda de la libertad: la locura de M.ª Josefa y el suicidio de Adela.