La búsqueda de María: un viaje de esperanza y dolor

En ese capítulo, por lo que entiendo, ya están en Argentina y se explica cuándo llegaron al lugar donde estaba Don Juan Parelló para que el narrador, cuyo nombre es Josep, tenga empleo. Su hermano mayor, Francisco, le había dicho que cuando estén en el momento de pedirle el empleo, no rogarle, o sea, no decirle por favor. Francisco le presentaba a Josep a Don Juan Parelló y ofrecía sus servicios y, si lo aceptaban, bien; si no, buenas tardes. Porque en realidad, Parelló no necesitaba un empleado más. Pero Francisco, finalmente, le rogó, pero no pidiéndole por favor, sino que le dijo que le diera 15 días de prueba, a lo cual el señor aceptó sin más que decir, y sellaron el trato con un apretón de manos. Francisco le llevaría la ropa que necesitase. Josep se quedó con las ganas de saludar a sus otros hermanos, pero justo Parelló llamó a su criada, Encarna, para que le muestre la casa y sus obligaciones. Lo poco que Francisco le quería decir se lo dijo con un levantar de cejas, luego un guiño, y por último, una palmada en la espalda.

DOS

Familia formada por: el padre, la madre, 2 hijas mujeres (Lupe y María), y 4 hijos hombres (Francisco, Josep (narrador), Salvador y Domingo). Nacieron en este orden: Lupe, Francisco, Josep, María, Salvador y Domingo. Cuando el hambre arreció en la aldea donde vivían, ellos y muchas otras familias decidieron dejarla para ir a vivir a Argentina, donde se podían hacer ricos si trabajaban duro. No muchos sabían que Francisco (16 años) lo podían llamar para ir a luchar a la guerra de Melilla. Lo cual la madre falsificó el documento de Francisco a través de un primo que trabajaba con un juez. Lo cual hizo que partiera antes de que Francisco cumpliera 18. Juntaron preparativos que alcanzarían para un año. Hubo que vender, desarrendar tierra y pagar deudas para conseguir los pasajes, para conseguir un lugar donde vivir y, si se podía, un trabajo. Ese viaje les provocó ansias. Pero su mamá y su papá murieron antes de ir, porque había llegado al puerto donde trabajaba el padre la enfermedad “viruela” por unos marineros. Y los seis hijos se sintieron desgraciados porque no tenían ningún otro pariente, lo cual se empezaron a ayudarse unos con otros. El dinero del viaje estaba, entonces viajarían solos. Durante esos días aparece Segismundo Tienda, el dueño de las tierras de su familia, que para Francisco era un verdadero miserable que les cobraba a sus padres intereses astronómicos, y a él no le gustaba para nada. Este hombre venía a pedirle la mano (casarse) con Lupe, y Lupe aceptó. Se realizó la boda 2 meses antes de que se vayan para que la hermana tenga tiempo de arrepentirse, pero no. Lupe les explicó cómo cuidar a María, porque la niña era retrasada, y el día del viaje Lupe fue de la mano de Tienda. Segismundo Tienda no la soltó en ningún momento.

TRES

En este capítulo, Josep explica que se vivía bien en la casa de Parelló, pero que pasó las primeras semanas recibiendo miles de órdenes. De eso se encargaba Imelda, la cocinera, que se creía la dueña de la casa porque estaba ahí hace 20 años, cuando Parelló se había enviudado, y que para colmo le hacía hacer las tareas de vuelta. Los días en esa casa empezaban cuando salía el alba con la criada Encarna golpeando las puertas para levantarlos para trabajar. La relación entre Encarna y Josep al principio fue mala, pero después se convirtieron en amigos. Un día, Josep estaba sacándoles el barro y luego lustrando zapatos y botas de la casa, con Encarna a su lado que lo ayudaba. Luego ellos dos empiezan a hablar, a partir de que Encarna le pregunta sobre su familia, hermanos, trabajos, etc. Luego en la novela, Josep explica cómo era Encarna: trabajaba allí desde los 7 años, pelo negro, ojos verdes, muslos generosos, tobillos finos, y grandes pechos y caderas, etc. Pero luego la criada le pregunta sobre María, pero él le mintió diciendo que se había quedado con Lupe. Entonces, después de eso, llevaron los zapatos y botas a los botineros de cada cuarto. Finalmente, Josep le cuenta a Encarna que le había mentido, y le cuenta que cuando venían de España para Argentina en barco, María se perdió.

CUATRO

María estaba siempre de buen humor, era linda, pelo castaño y rizado, y enormes ojos negros. La niña había nacido sin un pulgar, entonces la madre le fabricó un dedo con restos de cuero de la curtiduría del papá, que sujetó con una especie de arnés a la muñeca; las cintas que lo sujetaban a la muñeca eran de color piel, que lo podía usar como si fuese una pinza, y encima la madre le había hecho varios para que le sirvan de repuesto. Con todo ese trabajo, la madre nunca se dio cuenta de que María era retardada. María nunca superó la edad mental de los cuatro años, no caminó hasta los ocho y tenía dificultades para hacerse entender (pero sí con la familia), nunca fue a la escuela, y reconocía las letras que formaban su nombre. Pero luego de la muerte de la madre y Lupe casada, se quedó sin alguien que la vigile como lo hacían habitualmente. Ellas tres tenían sus códigos, que ellos no sabían manejar. Pero Francisco, por su parte, estuvo ayudándola, haciéndole más dedos extras. La nena era muy inquieta, y siempre salía corriendo. Había gente en el barco que la ayudaba, hablaba, como Elisa Retamero, viuda de Caballero, que tenía cuatro o cinco hijos que jugaban con María. También la ayudaba Candelaria Blanco, que tejía y bordaba, enseñándole a María. Y don Timoteo Laguna, pastor evangélico, que le hablaba de la religión. Cuando faltaba un día para llegar, María desapareció.

CINCO

El día que desapareció María, había un baile de despedida, en el que participaron todos mayores de edad, mientras que los chicos pertenecían a un lado. La orquesta, que tocaba música italiana y española, estaba compuesta por pasajeros a los que les hacían un descuento en el pasaje por tocar. Y todos los pasajeros bailaban improvisadamente. Una señora que bailaba muy cerca de donde estaban ellos se enganchó con el tacón los flecos de su mantilla y se cayó; luego su esposo la quiso ayudar y también se cayó. Inmediatamente otras 2 parejas se cayeron también. Entonces los cuatro chicos empezaron a ayudar a las personas que estaban caídas en el piso. Cuando el baile siguió, ellos se dirigieron al banco y María ya no estaba allí. La buscaron con desesperación y también preguntaron a varios, especialmente a los que no bailaban, pero no, nadie la vio. Y encima perdieron tiempo culpándose unos a otros por haberla dejado sola. Cuando la noticia llegó al capitán, se difundió por los altavoces para que todos se enteraran, que ya había pasado 2 horas. 2 marineros, mujeres sin hijos y las amigas de María ayudaron también. Entonces el capitán empezó a cerrar puertas por seguridad. Francisco le pidió que mandara a hacer un escrito donde se estableciera el día, la hora, y las circunstancias de la desaparición, y también pidió una lista con los nombres de los pasajeros, edades, y sus procedencias, pero el capitán no se la dio. Entonces el capitán empezó a hacerle muchas preguntas con el tiempo, con el objetivo de plantar en la cabeza de Francisco la idea de que María podía no estar escondida. Todos se fueron a dormir menos ellos y tres marineros de guardia, que contaban historias con diferentes principios. Al día siguiente, se veía definitivamente que María no estaba más allí. Todos se bajaban del barco con saludos a otros, intercambiando cosas, y bajando sus maletas. Nunca escucharon algo parecido a lo que les había pasado. Tiempo después se enteraron que la compañía de Lloyd de Londres, la aseguradora de la mayoría de los barcos que navegaban por el siglo XIX, había comunicado que si los allegados o familiares de las personas desaparecidas no hacían una denuncia antes de descender del barco, no tendrían luego derecho a ninguna indemnización.

SEIS

Al contarle lo que había pasado con María, se sintió mejor, o como él dice: alivio. Es que él no se había olvidado de su hermana, ni de sus hermanos desesperados buscándola ese día, etc. Encarna le había jurado no decir nada a nadie. Un día, Encarna le trae una taza de mate cocido a Josep en el patio de atrás donde estaba la caballería, mientras que Josep estaba limpiando la montura preferida de don Juan. Su amiga le tocó el tema de su hermana, María, y él se puso nervioso porque no quería que Francisco se enterara de que él había contado el secreto. Encarna le hizo entender que no importaba lo que Francisco dijera, y en ese momento Josep se arrepintió de haberlo contado, y ella le dijo que lo estaba ayudando. Los cuatro hermanos habían enterrado el tema de María. Tampoco ellos sabían cómo se lo iban a explicar a Lupe. Y encima uno de los hermanos le preguntó a Francisco que si Segismundo Tienda llegara a morir, Lupe viajaría a Argentina con ellos, pero Francisco no le contestó y los cuatro se fueron a dormir.

SIETE

Lupe les mandó una carta a los cuatro, en realidad a los cinco. Ella parecía conforme con lo que había elegido. Quedarse. Ella dice que Segismundo Tienda era un buen hombre, que le faltaban los modales, ahora se baña, le regala cosas, etc., y para colmo Lupe siempre quería saber de ellos, en especial de María. También Lupe mandaba moldes para agrandar los dedos de María porque la niña estaría creciendo en Argentina. Los días que Josep tenía libre, después de la cena, Francisco leía en la pensión las cartas de Lupe, en voz alta, solo una vez y sin quebrarse. Cuando terminaba, las guardaba en el sobre y luego en una cajita. Josep, Salvador y Domingo nunca supieron las contestaciones de esas cartas. Los mejores cuartos en la pensión eran los que estaban a mitad de camino y sobre las galerías. En la novela se explica lo bueno y lo malo de las pensiones. TRABAJOS: Francisco consiguió el trabajo de albañil y le cobraban hora extra. Salvador y Domingo de mantenimiento en la pensión. Y con respecto a Josep, un día Don Juan Parelló lo vio poniéndole una pasta hecha por el que hacía que los zapatos duraran mucho más tiempo, entonces Juan Parelló le dio algo mejor que hacer: hacerse cargo de las monturas de sus caballos. Él aceptó, e hizo que Parelló y él se vieran más seguido y se hablaran a menudo. Aparte, Parelló le ofreció que los sábados por la tarde se vayan con sus hermanos y vuelvan el lunes a la mañana. Pero a Josep eso le hizo imposible no ver que algunas cosas no estaban bien.

OCHO

Encarna, una mañana, se acerca a Josep para decirle que un juez, Modesto Valero, amigo de Parelló, vendría en un mes y no se quedaría mucho en esa casa y le dijo también que era la ocasión justa para que lo ayude a Josep y sus hermanos en encontrar a María. Pero Josep, como Salvador y Domingo, tenían miedo de Francisco, y aparte Encarna lo apuraba, y él estaba furioso de él, de ella, y de su vida entera. Encima, Salvador enloqueció, no dormía, y le preguntaba a la gente de la calle si la había visto y tuvieron que empezar a buscarla. Un mediodía, Josep le preguntó a Encarna cuándo llegaría el juez, porque quería hablar con él. Entonces un lunes el juez llega, en un automóvil con su chofer, un juez de alrededor de 60 años, que entró a la casa para saludar a Parelló. Encarna le había contado a Parelló lo de la hermana para que luego puedan hablar con el juez. Esa misma noche él fue a hablar con el juez, y le contó todo de vuelta, pero más completo: nombre del barco, fechas de embarco y desembarco, y Modesto le hacía preguntas. Josep le dijo que Francisco tenía la lista de los pasajeros, y que la había robado, pero ahora la tenía Josep. Modesto le dijo que debía hablar con Francisco, Salvador y Domingo. El juez le contestó que había pasado mucho tiempo, pero algo iba a hacer: hablar con pasajeros, el capitán, y más. Entonces el juez se puso las pilas y empezaría con los pasajeros más cercanos a María, y luego con las municipalidades. Y el juez envió en las cinco localidades más elegidas por los inmigrantes notas con carácter urgente de sus intendentes o jefes de comuna, solicitándoles el envío de información de las personas que habían llegado después de la fecha señalada. Puso cada carta en un sobre con cursiva su destinatario y se la dio a Blas, el hombre de confianza de Parelló, para que la entregara a mano. Y eso llevaría más tiempo aún.

NUEVE

Encarna, temprano, golpeó la puerta de su cuarto para avisarle que el juez quería verlo. Entonces Josep se vistió volando, se mojó la cara y el pelo. Mientras subía la escalera se le ocurría cualquier tipo de preguntas. Modesto y él desayunaron juntos, mientras que el juez le preguntaba de los padres y Lupe, y que Don Juan estaba muy satisfecho con su trabajo. Y luego el juez le dijo que le cuente de las personas cercanas a María. Josep le contó de Candelaria Blanco, Elisa Retamero, y el pastor Timoteo Laguna, que los ayudaban mucho con ella. Y Josep empezó a describir las cualidades de cada persona. Elisa: consejera, con muchos remedios, no conforme con el cuñado, los hijos y las amistades de ellos con María. Candelaria: viajó con un sobrino, se iba a emplear en una tienda importante, tenía novio, etc. Había pasajeros que los miraban a ellos por lástima. El juez le preguntó por los hombres que estaban solos en el barco. Y le preguntó cómo estaba vestida María ese día: de vestido rojo y con un sombrero de colores. Y se terminó el cuestionario, a nuevos avisos.

DIEZ

Josep estaba muy metido en su trabajo y eso hacía que se fuera a la cama muy cansado y no tuviera tiempo de pensar en lo que estaba ocurriendo y en lo que podía pasar. Encarna respetaba su incertidumbre y ella tenía las suyas, y además ella había provocado todo eso, pero en buena fe, siempre preocupándose por el futuro. El juez anotaba todo en un cuaderno para luego explicárselo a Parelló y luego dárselo a Josep. Además, a los cuatro días de haber mandado las cartas (lo que había sucedido en el capítulo 8) llegaron respuestas con listas de nombres y direcciones de inmigrantes instalados en las localidades vecinas. Dos intendentes se habían permitido emitir opiniones sobre algunos nombres en una nota adjunta, que se trataban de hombres solos con sus familias en Europa, que parecían ser pendencieros o de mala calaña. Ellos agregaron que de ninguna manera intentaban echar sospecha sobre esa gente, pero si de algo servía su opinión, pues allí estaba y totalmente desinteresada, no faltaba más. El juez, con la ayuda de Parelló, trazó con un compás círculos concéntricos observando las ciudades metidas en él. Luego hizo una lista de prioridades y luego trazó un plan a seguir inmediatamente y otro sustituto en caso de que el primero no funcionara. Luego, a partir de eso, quiso ir a la ciudad donde se ubicaban Elisa, Candelaria, y Timoteo. Entonces comenzaron con la cuñada de Caballero, Elisa. Pero ella no se encontraba, se había ido y Caballero escuchó atentamente la historia, y Caballero no dejó que hablaran con los hijos de Elisa. Y se fueron, y la entrevista no les había ayudado de nada, y ambos pensaban que Caballero ocultaba algo.

ONCE

Ambos recorrieron todo el día la ciudad llamando a las puertas de pensiones y cuartos de hoteles de tercera y cuarta categoría. Candelaria Blanco siempre se mudaba a un lugar más pobre por cuestiones económicas. A la salida del último inquilinato que visitaron, donde interrogaron a María Isabel Soto, encontraron algo. Cuando estaban en la calle, cansados, un niño se acerca y les dice que él había estado en el barco. El niño era el sobrino de Candelaria, llamado Juani, y según dijo su tía, María se había ahogado. Y a Candelaria la podían encontrar a las seis de la tarde, ya que ganaba poco trabajando de modista y bordadora, trabajando de noche. Entonces iban a esperar a que Candelaria se despertase, mientras que Juani describía a María y contó sobre el candidato de su tía en el barco: un escribano que viajaba con su madre y la tía de vez en cuando no se hacía ver. Contó cómo se enganchó María cuando Candelaria bordaba. Y Juani agregó que el escribano quería estar seguro de que María no estuviese bajo el cuidado de su tía. Y el juez le preguntó sobre los hermanos de María, con Juani respondiendo que se los notaba cansados. Pero volvieron al tema del escribano, cuando Candelaria y él estaban juntos, María iba y saltaba sobre ellos, se movía sin parar y gritaba con su voz finita, era como si estuviera celosa. Pero Elisa le daba unas gotitas y se calmaba. Pero el escribano la dejó por otra mujer, italiana y rubia. Y Candelaria lloró varios días, y desde ese momento no quiso saber nada más de María, y encima los pasajeros que viajaban también con ellos le hacían bromas a la tía. Y Juani también habló de los que se acordaba del Pastor Laguna. Luego Parelló y Modesto fueron a comprar al almacén enfrente y cuando volvieron no estaba Juani allí. Preguntaron por el niño y por Candelaria, pero nadie sabía nada. Pero algo estaban ocultando en ese lugar. Y ambos buscarían lo que se estaba ocultando o sino que alguien se lo dijera.

DOCE

Parelló y Modesto se iban temprano de casa y volvían después de las siete para encerrarse en su oficina y analizar. Josep, desde que Parelló lo dejó irse los fines de semana, se quedaba con Encarna, ya que no podía ver a los ojos a Francisco, por haber dicho el juramento y por robarle la lista del barco. Y Josep pensaba en que lo iba a ayudar el saber qué le había pasado, pero si había un culpable, ahí sí quería saber. Pero también lo mantenía alejado de su casa y sus hermanos, era ver a Salvador enfermo, pero Domingo lo cuidaba contándole historias. Pero él pensaba que si Encarna no lo hubiese forzado, la historia sería otra. Fueron dos semanas que Josep no iba a la pensión y entonces Francisco lo fue a visitar, pero Francisco le había llevado una carta de Lupe, porque Lupe se había enterado de lo de María por su marido. Francisco le preguntó a Josep si había abierto la boca, y él dijo que sí, y luego le contó todo lo que había hecho y lo que se estaba haciendo para encontrarla, y que no quería vivir con mentiras. Pero Francisco reaccionó golpeándolo y luego haciéndole burlas sobre Encarna. A Josep no le importaba por lo físico, pero sí por lo que decía de Encarna, entonces le pegó dejándolo tumbarse varias veces. Pero ambos pararon. A la noche, Josep empezó a escribir todo lo que les estaba sucediendo para que luego sus hijos lo leyeran.

TRECE

Candelaria se enteró que su sobrino Juani había contado lo de María y su tía lo abofeteó. Pero luego Candelaria se tranquilizó y tuvo una charla con Juani sobre que ya no debían meterse en eso, que no vieron nada, y que la dueña del lugar donde vivían no quería investigadores en su casa, dando por terminada la conversación. Y Juani preguntó que si volvían, ella le contestó lo que le debía y lo que no debía decir. Y Candelaria se quedó más tranquila. Pero desde ese entonces ella se puso a pensar en muchas cosas, de Juani y su educación, de su hermano (el padre de Juani), etc. Cuando de repente llega María Isabel avisando que alguien la esperaba, mientras que ella se arreglaba. Sale del cuarto evitando escuchar burlas y carcajadas. Sale del inquilinato, donde se encuentra con un hombre bien vestido, tendría unos 70 años, y fumaba, llamado Ramón Caballero. Contándole que su hija mayor se casaría y la necesitaría que bordara manteles, ropas blancas, el vestido de novia. En detalle lo hablaría con su esposa. Y el hombre le dijo que si podía la llevaría con su esposa a que hablaran del tema y que luego la traería de vuelta a su casa. Entonces la llevó a su casa, una mansión. Ramón la llevó a un pequeño edificio, no a la mansión, donde en un cuarto se encontró con una mujer bien vestida de unos 40 años, sentada en un sillón, que se llamaba Elisa Retamero, viuda de Caballero. Entonces Elisa le empieza a contar a Candelaria de su vida en ese lugar, y que no la había llamado para lo que Ramón le había dicho, quería hablar de lo de María, si la había visitado a ella para interrogarla, y si volvía para hacerle preguntas que iba a decir. Candelaria le dijo que no había visto nada, y decidió irse, mientras que Elisa extendió el brazo e introdujo varios billetes enrollados, lo cual le hacía bien para pagar el alquiler. Luego, cuenta cómo era la vida allí o las relaciones en ella, cuenta la organización en la casa, cómo estaba dividida, que hizo Ramón con su familia al traer a la familia de su hermano, las ocupaciones de Ramón, lo que hacía Elisa, los problemas de las mujeres, la condición de que la cuñada se deshiciera del maletín de remedios de Elisa, las palabras que más le gustaban a Ramón: aceptar y estar de acuerdo, etc. A Ramón lo ponía en alerta los dos hombres que habían ido de visita, pero se dijo a sí mismo que no iba a pensar tanto en eso. Ramón odiaba las malas noticias y los disgustos durante el desayuno. Ramón consultó a Pedro (chofer) sobre la mujer que salía de su casa. Pedro le contó sobre la conversación que hubo entre Elisa y Candelaria. Entonces él fue a hablar con Elisa haciéndole recordar lo que le había dicho en el barco de no tener ningún tipo de relación, y que él se encargaría de eso. Ramón le preguntó qué le había dicho, y cómo supo dónde vivía, y ella dijo que era solo para preguntarle si la habían visitado a ella también y sabía dónde vivía por una amiga. Elisa lo dejó a Ramón pensando, pero finalmente él le respondió lo que le debía decir si volvían esos hombres, y todo lo que debía hacer desde entonces: estar preparada para “un viaje” y darle la dirección de Candelaria. Lo último que le pidió a ella era no equivocarse.

CATORCE

Un miércoles se juntaron Josep, Francisco, Parelló, y el juez Modesto, porque se iba a llevar a cabo una denuncia y necesitaban la firma de un mayor. Francisco firmó sin leer, y dijo que supuestamente el capitán del barco había hecho una denuncia. El juez les cuenta distintas 3 posibilidades: caída, ataque, o rapto. Pero Parelló y Modesto se están guiando con la de ataque preguntando a gente cercana, y comentan que volverán a entrevistar a Candelaria, su sobrino Juani, Elisa, su cuñado Ramón, y Timoteo. Y Francisco les cuenta lo que se acordaba de Juani, mientras que el juez les explicaba lo que habían visto en ese lugar cuando fueron a interrogar a su tía. Y el juez agregó que podía haber una remota posibilidad de que el cuerpo hubiera llegado a tierra, pero no sabían quién pudo haber sido, pero las personas que no querían que les hagan preguntas les decían algo.

QUINCE

Modesto era soltero y se lo conocía como “el juez”. No se conoce ninguna novia o compañeras, pero sí interesadas. Tenía la vida social que disfrutaba: muy escasa. No aceptaba invitaciones de fiestas, comidas, inauguraciones, cortes de cintas, etc. Pero con Parelló era diferente, habían sido amigos de pequeños. Desde que Juan enviudó en América, ya con 2 hijas casadas, cada vez que el juez viajaba se hospedaba en esa casa. Modesto caminaba a las mañanas, temprano, refrescando sus ideas. En una caminata, el juez empezó a escuchar gritos, pero luego de acercarse hasta la puerta echando una mirada en la semioscuridad, fue la oportunidad para que la mujer, en caso de necesidad, le hiciera una seña. Pero ningún sonido o movimiento surgió de allí adentro y el juez siguió su camino. Aun en la penumbra, había reconocido el mecho blanco de Don Ramón Caballero.

DIECISÉIS

Las cosas cambiaron desde la pelea entre Francisco y Josep. Antes, Francisco estaba en el lugar de su padre, pero ahora Josep se había plantado a su lado. El primer problema que le vino en mente a Josep fue contestar la carta de Lupe, nadie sabía cómo le había llegado esa información. Entonces Encarna ayudó a escribir la carta para Lupe porque Francisco se la había dado a Josep, fue difícil hacerla, explicando sentimientos, porque las mentiras, las personas que ahora los ayudaban, etc. Dudó en enviársela, pero luego que Encarna le dijo que lo que estaba haciendo no era justo, y la envió. Lupe tardó mucho tiempo en contestar, se tomaba su tiempo. Algunos años más tarde, Lupe enviudó, heredó una buena fortuna, se fue a Argentina con ellos, lo cual hubo momento de explicación, abrazos, llantos, y mucho más.

DIECISIETE

El juez revisó meticulosamente los documentos que autorizaban a comenzar la investigación, teniendo a Parelló a su lado y diciéndole que empezarían por Candelaria Blanco y si se llegara a negar la visita de ellos le pediría todas las autorizaciones, que no tiene, para habilitar las habitaciones, y le explicó a Juan por qué no la tenía. Y ambos la fueron a visitar, mientras que Candelaria se repetía lo único que le iba a decir, recordó el temor de Elisa, iba a contestar las preguntas y que María nunca le hizo mal a ella ni a nadie. Entonces la empezaron a entrevistar con preguntas sobre cuándo zarparon y arribaron, nombre del buque, propósito del viaje, etc., hasta llegar a preguntar de conocer a los Centenera, qué hacía cuando estaban juntas, por qué cree que desapareció, gente cercana a María, si conocía a Elisa, la relación de ella con Elisa, la última vez que vio a María, el baile de despedida, etc. Pero luego de minutos de interrogación se dio por terminada la conversación y se fueron, con Candelaria cerrando la puerta llena de miedo y haciéndose preguntas de cómo sabrían que había estado en casa de Elisa y encima estaba con miedo porque Ramón Caballero le había advertido de que si abría la boca se diera por muerta.

DIECIOCHO

A Timoteo Laguna lo encontraron en una plaza subido a tres cajones de madera, de donde, con su Biblia en alto, transmitía su mensaje a un puñado de curiosos, cantando a capela, etc. Parelló y Modesto lo esperaron hasta que terminara de despedir a su público y a los que se habían atrevido a aceptar a Cristo. Entonces empezaron con las preguntas: qué recordaba del último día en que María desapareció (pasó mucho tiempo con ella), qué mensaje era el que le transmitía (el mensaje de Jesucristo), si un niño es capaz de comprender el mensaje (sí), cuándo se enteró de la desaparición, cómo reaccionó (permaneció en oración), si conocía a Elisa y a Candelaria (sí), si viajaba solo (sí), de qué hablaba con María (de Jesucristo), qué hacía antes de ser misionero (bibliotecario), por qué fue misionero (se arrepintió de algo mientras estuvo 2 años preso), dónde estaba la prisión (San Antonio de los Oros), qué pasó con su familia (su esposa lo abandonó llevándose a los hijos) y terminó el interrogatorio. Luego Parelló y Modesto siguieron hablando, y el juez le dijo que le molestaba una cosa, explicándole una historia a Juan, dando como última oración que el lugar de esa historia era donde quedaba la prisión.

DIECINUEVE

Josep, semanas después de que le había mandado la carta que había hecho con Encarna, decide mandarle otra a Lupe ya que no la había contestado. En esta carta le explica lo que le parece injusto (que las tres personas que los estaban ayudando sean investigados), que Francisco y él estaban al margen de todo lo que hacían, le cuenta que los mellizos están bien, que aprecia lo que están haciendo Modesto, Parelló y Encarna, le cuenta a Lupe que su relación con Francisco está mucho mejor y que Francisco ya no se porta como su padre, que a Francisco le está gustando Encarna y le explica cómo es ella, le cuenta sobre la interrogación con el pastor Timoteo Laguna, Candelaria Blanco, Juani (su sobrino), y que volverán para interrogar a Elisa y el juez le dijo a Josep que quería que esté presente en esa visita. Le cuenta por último cómo era la relación entre Elisa y María, cómo reaccionó Elisa cuando se enteró de lo de la desaparición, y la última vez que la vieron.

VEINTE

El juez recibió una llamada urgente de un familiar enfermo. Modesto y Josep fueron a la casa de Ramón Caballero para hacer preguntas. Josep se impresionó del palacio, apenas llegaron y una criada los indicó que esperaran, hasta que un rato después entra Caballero diciéndole al juez que le había dicho que Elisa “no estaba en condiciones de recibir a nadie”. Entonces el juez le dice que traería a un médico de la policía porque su investigación era ahora oficial, en el cual le muestra un papel que certifica que es un juez y autoriza a entrevistar a personas posiblemente involucradas. Entonces Ramón le dijo que solo por unos minutos, pero Modesto enseguida le dijo que si no lo había entendido, para luego explicarle que le haría un favor: El Comité Internacional de Crímenes que tienen lugar en altamar no eran tratados por las autoridades a bordo, hoy se someten a una severa investigación en tierra. Basta con una denuncia y que en este caso hay dos aditamentos: María era retardada y menor de edad. Entonces Ramón inmediatamente fue a buscar a Elisa. Entonces Elisa, sentada al lado de Josep y Modesto parado, haciéndoles las preguntas sobre: qué remedio le daba (Cocculus), cuánto le daba al día (cinco gotas), si se excedía (no), qué era lo que provocaba ese remedio en gotas (calman), si podía producir somnolencia o que cayera dormida (cree que sí), si la vio el día que desapareció (sí, y le dio sus gotas), si la vio durante el baile (a ratos), si la vio alejarse (no), si volvió a verla (no). Entonces se fueron para la casa del juez, mientras que Modesto le iba diciendo su técnica al interrogar, porque lo hacía de esa manera, sus sospechas hacia Elisa, Candelaria, y Timoteo, etc., que no estaban como al principio, pero que sería difícil sin pruebas. Josep cuenta que cuando volvió para comer y dormir, Modesto se fue caminando y a la vez reflexionando y él lo espiaba por el umbral hasta que se mezcló con los otros hombres volviendo del trabajo. Y encima lo esperaba Encarna con algo de comer y miles de preguntas, pero él necesitaba descansar y a la vez pensaba todo lo que le iba a preguntar ella y él sin saber cómo respondérselo, pero también se le cruzaba por la cabeza cómo hubiese sido sus vidas con María. Al día siguiente, Encarna le dice a Josep que el juez había sido atropellado por un carruaje y que estaba en el hospital, y que nadie había visto quién fue su asesino, y que un doctor dijo que su estado se debía a un fuerte golpe en la cabeza aunque no haya heridas. En uno de esos días llega Francisco para hablar con Josep, de que iban a hacer ahora sin él, que no era un simple atropello, y que fue a propósito y Josep le dijo que estaban en Argentina por Francisco y que siempre tomó sus propias decisiones sin consultar a nadie. Días después, Parelló dijo que al juez lo tenían que trasladar a la capital por una infección y les explicó a Encarna y a Josep cómo iba a funcionar la casa y su contacto mientras que Modesto y él estaban en la capital. Luego Parelló, a solas con Josep, le dio una carpeta con todos los interrogatorios, anotaciones, explicaciones, preguntas hechas por Modesto, y mucho más, que Josep debía guardar, pero sin saber qué hacer y dónde guardarla.

VEINTIUNO

Josep, después de todo lo ocurrido y leído, vio a sus compañeros de viaje bajo otra perspectiva, sin tanto cariño, con problemas, virtudes y defectos, viendo el viaje como una circunstancia especial. Dejó de ir a la pensión donde vivían sus hermanos. Él cuenta cómo es la vida de Domingo y Salvador, su relación con Francisco, cómo se producía Encarna cuando llegaba Francisco, pero volvió al tema de trabajo. Encarna lo ayudó con lo de la carpeta y le sugirió que empezara con Juani, ya que estaba muy nombrado en la lista y Josep se puso a recordar cómo era ese niño. Y decidió ir a visitarlo, aunque lo encontró en una plaza y empezaron a hablar, ya que Juani arrancó la conversación diciendo que no sabía nada de María, pero Josep le contestó que nadie sabía nada y le empezó a contar sobre su familia, su padre y madre muertos, su hermana, las decisiones de Francisco, etc., para que Juani se ponga más flojo. Y Juani, a cambio, le contó sobre sus parientes muertos, la decisión de su padre con otra, y su vida con su tía. Pero Josep se dio cuenta de que ese niño era viejo y áspero por sus respuestas, sin importarle que hirieran. Y Juani siguió la conversación de que lo que pasó en el barco fue terrible y que cuando desapareció él estaba con Timoteo Laguna, y luego cambió el tema de que el otro día había ido Elisa a su pensión junto a Juan y Modesto a ver a Candelaria. Y luego se quedaron hablando del juez que fue atropellado, y que la investigación estaba más o menos. Juani siguió diciendo que si se muere, que Josep no podía hacer nada más, pero cambió de tema y le preguntó si le salía caro el juez, pero ellos lo tenían gratis, Juani le habló sobre las consecuencias de los juramentos. Mientras que luego Josep le dijo sus sentimientos sobre que ya estaba solo, sin que nadie lo ayude, su relación con sus hermanos, lo que hay que hacer con los familiares muertos, lo que le faltaba hacer con María, etc. Luego, cuando ambos se tenían que ir, Juani invitó a Josep a ver a los titiriteros el sábado y le ofreció ir a buscarlo, Josep le dio su dirección y se fue.

VEINTIDÓS

Elisa Retamero había llegado a la pensión, María Isabel Soto la guió hasta la habitación y golpeó la puerta dos veces, luego le dijo que quizás haya salido, pero Elisa, desconfiada, empujó la puerta y la abrió, viendo a Candelaria acostada ya que había vomitado esa mañana, y Elisa le dice que ya no podía más, mientras que Candelaria se ponía una bata y recordaba sus derrotas y su dignidad en el suelo. Luego Elisa le pregunta por Juani y ella le dice que no sabe dónde estaba y todo lo que tuvo que hacer ella con él y que nunca lo hizo. Elisa le cuenta que su cuñado le había sacado a los hijos ya que no podía cuidarlos y también los remedios. Luego la viuda se acostó al lado de Candelaria y empezó a asustarse, ya que lo único que quería era sacar a esa mujer de su cuarto, pero le cuenta que Ramón la había amenazado y Elisa le explica que le tuvo que decir lo que se acordaba de todos, pero no encontraron a Laguna. Luego Candelaria le sugirió que si se sentía así que contara todo al juez, pero la viuda le contó sobre el accidente. Elisa le dijo que se debía quedar unos días en esa casa, pero ella no la dejó. Entonces se paró y cuando estaba saliendo le dijo a Candelaria que si sabía que María bajó del barco dentro de uno de sus baúles. Y ahí Elisa le empieza a contar a Candelaria de María, que luego se despertó y que Ramón la llevó a Elisa a una casa en un campo y ahí se quedó unos días y cuando volvió María ya no estaba ahí y no quiso preguntar dónde estaba. Y luego Elisa le dice que escuchó una conversación entre Ramón y Pedro. En todo ese tiempo, Juani estaba detrás de la puerta oyendo la conversación mientras acomodaba sus figuritas en el suelo para disimular a la vista de la gente. Cuando hubo escuchado lo suficiente, salió a la calle, urgido por un solo pensamiento.

VEINTITRÉS

Dos días después de que Josep hablara con Juani, llegó un telegrama de Parelló: Modesto grave, gangrena, posible amputación. Josep quería ir a la capital para verlo por última vez y agradecerle todo lo que había hecho por él. Pero Blas (autorizado a abrir la correspondencia) no lo dejó y fue él para darle también dinero, pero Josep, luego de rogarle y decirle unas palabras, Blas lo dejó y le dijo que se prepare para salir. Encarna, durante la charla de Blas y Josep, llamó a Francisco y le explicó todo, que fue corriendo a la casa para detener a su hermano. Josep le explicó por qué tenía que ir, pero a Francisco no le importó su explicación, le dijo lo único que tenía que hacer, y que se cagaba en Parelló y Modesto, mientras que Encarna escuchaba toda la pelea. Luego Encarna y Josep tuvieron una conversación, Josep le explicó lo que haría, que guardara la carpeta, que se cuidara y no se preocupara, hasta que un sonido de la cocina los interrumpió. Era Juani, que Imelda lo estaba corriendo a manotazos mientras que Juani gritaba que le tenía que decir algo a Josep. Luego Encarna, Juani y Josep se fueron a hablar tranquilos. Juani le susurró que María estaba viva, le explicó la conversación de Elisa y su tía, y dónde se encontraba su hermana, pero como el edificio donde se encontraba María iba a ser remodelado, algunos de los enfermos tienen que trasladarse. Entonces los tres se pararon y corrieron al cuarto de Blas y les contaron lo que pasaba. Entonces ahora Blas, Juani, Encarna y Josep fueron con la carpeta a la comisaría. Cuando llegaron, con decir el nombre de Modesto fue suficiente para que Romero (comisario) los atendiera sin demoras. Romero vio la carpeta e hizo miles de preguntas, entonces en menos de una hora tres agentes se dirigieron a la casa de Ramón, mientras que en un carruaje iban Romero, Juani, dos policías y Josep al lugar donde estaba María. Encarna se fue a la pensión de los hermanos de Josep a explicarles todo y pidió hacer una llamada a larga distancia con Parelló. Entonces el carruaje llegó y Josep explica todo lo que veía del hospicio. Fueron guiados por una enfermera jefe. Caminaron un montón hasta que la enfermera se detuvo en la puerta de un cuarto y señaló a un rincón donde estaba María, en la penumbra. Josep tardó en reconocerla, dice que no tenía más de 6 o 7 años y estaba con los ojos cerrados y que sin tocarla levantó su cabeza y abrió los ojos, y estuvo allí con ella abrazándola. Josep sacó a María en brazos. María sobrevivió al infierno, pasó tiempo en un hospital y luego fueron todos a vivir en una casa. Algunas marcas profundas en su cerebro nunca se borraron, pero disfrutaron juntos muchos años. Aprendieron a reorganizar sus vidas, pedir perdón, a amigarse, a despojarse de la desconfianza, dejar atrás la culpa, el miedo y a esperar. Modesto se recuperó, conservando sus 2 piernas y se quedó a vivir en lo de Parelló. Juani llegó a ser abogado. Josep y Encarna son buenos amigos. Candelaria murió.

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