Historia de una escalera de Buero Vallejo: Espacio, tiempo y lenguaje

El espacio en Historia de una escalera

Los tres actos de la obra se desarrollan en el mismo lugar, un espacio interior, pero no es, como ocurre normalmente, una habitación (el modelo realista por excelencia), sino un «tramo de escalera con dos rellanos». Es en este espacio donde tiene lugar toda la acción; en la escalera se comentan los chismes y se escuchan las discusiones; allí se reflejan los proyectos y los sueños de todos los vecinos. Todos los personajes se sienten ligados a ella.

Algunos la odian, porque «encadenados» simbólicamente a esta escalera han ido perdiendo sus sueños y sus esperanzas con el paso de los años; otros, como Paca, la consideran una vieja compañera. Así, es aquí donde se abrazan Fernando hijo y Carmina hija y donde se hacen promesas de proyectos y de futuro en común.

La crítica considera que la escalera es el elemento central de la obra de Buero; un elemento complejo que se presta a múltiples interpretaciones. Se ha insistido en el papel simbólico que juega la escalera, testigo de las diferentes categorías sociales que allí habitan, símbolo de una jaula de la que no se puede escapar. También se la asocia al inmovilismo, tanto social como personal; o al fracaso al que se ven abocados la mayoría de los personajes. Fernando lo reconoce con palabras como éstas: “Ellos se han dejado vencer por la vida. Han pasado treinta años subiendo y bajando esta escalera… Haciéndose cada día más mezquinos y vulgares”.

Evolución del espacio escénico

La descripción en el primer acto de este espacio muestra su pobreza y descuido: barandilla deteriorada, la ventana del casinillo está sucia y en el rellano de abajo hay una polvorienta bombilla enrejada. Se muestra una analogía entre la decadencia del espacio y el estancamiento de sus inquilinos. El deterioro de ambos, escalera y personajes, se acentúa en el segundo acto, diez años más envejecidos y derrotados por la monotonía y la frustración.

Al comienzo del tercer acto el escenario presenta algunos cambios que pretenden “modernizar” la escalera: el casero ha pretendido, sin éxito, disfrazar su pobreza con algunos nuevos detalles. La ventana tiene ahora cristales romboidales coloreados y una placa indica el piso que es. Las puertas han sido dotadas de timbre eléctrico, y las paredes, blanqueadas. Este cambio del espacio también parece aspirar a un cambio en el rumbo de estas vidas, como si una luz de esperanza vislumbrara un nuevo futuro.

La escalera permanece siempre impasible a través de los actos y de las generaciones como testigo mudo a lo largo del tiempo. Buero nos advierte en varias ocasiones de que no es en el escenario donde se percibe el paso de los años, sino en el aspecto físico de las personas que viven allí. El escenario es un típico lugar de paso en el que se producen los naturales encuentros entre los vecinos. Por otra parte, propicia el gran número de entradas y salidas de los personajes, que suben y bajan continuamente. El “casinillo” es el espacio de las confidencias, recoge y transmite las informaciones sobre los movimientos políticos del exterior, con el renacer de la conciencia obrera y su lucha contra la burguesía adocenada y muestra los afectos y el desamor.

El tiempo en Historia de una escalera

La consideración del tiempo es fundamental para comprender la estructura de Historia de una escalera. El mismo autor fija el tramo temporal en el que se producen los hechos dramatizados: “Es una obra en tres actos y treinta años”.

Desarrollo temporal de la obra

  • Primer acto (1919): Se presentan los personajes y el ambiente de pobreza, manifestada, por ejemplo, en las dificultades para pagar el recibo de la luz. La excepción a esta situación la constituye D. Manuel y su hija Elvira. Se pone de manifiesto el amor entre Fernando y Carmina, y el acto concluye con los vehementes propósitos de prosperar por parte de Fernando, discurso que enlazará con el acto tercero.
  • Segundo acto (1929): Han pasado diez años, que sólo se advierten en la madurez de sus personajes, nada más ha cambiado. La hipotética pareja que se vislumbraba en el primer acto, Fernando-Carmina, se ha transmutado por una opción mucho más cómoda y segura desde el punto de vista económico: Fernando-Elvira. Ni Fernando ni Urbano han conseguido nada de lo que se proponían. Los dos se han dejado derrotar por el tiempo. (El ideal de Buero “el sueño creador”, la fusión entre deseos y acción se ha truncado).
  • Tercer acto (1949): Veinte años han transcurrido. Las reformas pretenden «disfrazar la pobreza» de la «humilde escalera de vecinos». Asistimos al envejecimiento de los personajes y el fallecimiento de alguno de ellos. También aparecen nuevos vecinos que se quejan de los antiguos inquilinos y los dueños del edificio, pues los menosprecian por su categoría social. Su charla revela los valores del mundo en que vivimos, y de una aspiración primordial: un nivel de vida que mejore a costa de todo. Son símbolos de la posibilidad de «salir» de la escalera, aun viviendo en ella misma.

El tiempo como elemento estructurador

El edificio de la escalera también ha cambiado, por ejemplo, el cambio de los cristales de las ventanas, las paredes están un poco más blancas, hay timbres en las puertas. Fernando y Elvira ya tienen dos hijos: Fernando (hijo) y Manolín, el segundo y menor. Las escenas se repiten más o menos de la misma manera que en el segundo acto en cuanto a las aspiraciones de Fernando hijo. Además, ocurren otras cosas como el noviazgo de Fernando (hijo) y Carmina (hija) repitiendo de esta manera la historia de sus padres.

Al enterarse los padres de Fernando y de Carmina, se enfadan y entran en una grave discusión que acaba en reproches y viejos rencores que salen al aire. Pero a Fernandito no le importa y, a expensas de sus padres, los dos jóvenes se aman en “el casinillo”, como podemos observar en el fragmento. La escena concluye con el atisbo de esperanza de que el “sueño creador” pueda culminarse; no obstante, los deseos truncados de sus padres rondan también ese futuro incierto.

Para presentar la acción el autor elige tres días cualesquiera de ese largo período. Los acontecimientos más interesantes de las vidas de los personajes ocurren precisamente en un tiempo que no ha sido dramatizado por Buero. El espectador conoce solo las consecuencias de las decisiones adoptadas por aquéllos en algún momento transcurrido entre un acto y otro.

Es importante señalar que cada acto representa el tiempo presente de los personajes; un presente connotado de forma negativa por la «ordinariez», en opinión de Fernando (acto primero) y por la «sordidez», en opinión de Fernando hijo, treinta años después. Frente a este presente se erigen dos sentimientos marcados por la temporalidad que ayudan a uno y otro personaje a soportar su desesperación: el recuerdo de un pasado feliz y la esperanza de un futuro mejor.

El lenguaje en Historia de una escalera

Los diálogos son muy fluidos y vehementes, con lo que se aporta emoción y agilidad al texto. Con ello se logra sentir los sentimientos y las características de cada personaje, por su manera de expresarse. Esta vehemencia se advierte en el uso de:

  • Exclamaciones (“¡Si puede ser!”, “¡Tengo muchos proyectos!”,…)
  • Interrogaciones (“¿Qué puede haber de común entre ellos y nosotros?”, ¿Verdad?,…)
  • Repeticiones de palabras (“Podrás. Podrás,…”)
  • Vocativos (“¡Carmina!”, “Te necesito, Fernando!…)
  • Imperativos (“Dime que sí, por favor! ¡Dímelo!”, “No me dejes”)
  • Puntos suspensivos (¡Qué felicidad!…)

Los diálogos presentan un registro familiar o coloquial y su sintaxis es simple, lo que contribuye al ritmo, agilidad y emoción de los mismos.

Las acotaciones

En las acotaciones, Buero emplea un lenguaje culto pero perfectamente accesible a todo el mundo. Informan de la bajada y subida de los personajes en la escalera, de sus movimientos: “(…) ella baja corriendo y se arroja en sus brazos”, “Fernando, el padre, que sube la escalera, se detiene, estupefacto, al entrar en escena)”; de sus emociones: “Se cogen las manos y se miran arrobados”, “estupefacto”, “Se contemplan extasiados (…). Los padres se miran, (…) sus miradas cargadas de una infinita melancolía)”.

Recursos literarios

Finalmente, el lenguaje ha quedado comentado a través de los diálogos y acotaciones, sólo queda resaltar el empleo de adjetivos valorativos: “mezquinos”, “vulgares”, “disgustada y angustiada”, “un buen aparejador”, “Seré el mejor ingeniero del país (…) “con los que el Fernando caracteriza a sus padres, su futuro y el autor describe las emociones de los personajes (“disgustada y angustiada”, “extasiados”,…).

Las figuras literarias no son muy abundantes en el fragmento, con la excepción de:

  • Exclamaciones (ya comentadas)
  • Paralelismos (“Me ayudarás a subir, a dejar para siempre esta casa miserable)
  • Anáforas (“Me ayudarás (…). Me ayudarás”,…)
  • Alguna antítesis (“subiendo y bajando”)
  • Una metáfora (“Abandonaremos este nido de rencores y brutalidad”)

Todas ellas están al servicio de la vehemencia expresiva del fragmento y de las emociones de los personajes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *