Lírica de Posguerra y Transición Española
Contexto Histórico y Generacional
Tras la Guerra Civil, la literatura española se divide entre los que permanecen en el país y los exiliados. Miguel Hernández, puente entre la Generación del 27 y la del 36, destaca en este periodo. Su obra se divide en tres etapas: inicios (Perito en Lunas), plenitud (El rayo que no cesa, con temas de vida, amor y muerte) y guerra y cárcel (Viento del pueblo, El hombre acecha, Cancionero y romancero de ausencias).
La poesía de posguerra se caracteriza por su diversidad generacional, de estilo y temática. Coexisten poetas consagrados como Juan Ramón Jiménez y la Generación del 27 con la emergente Generación del 36. El exilio, la patria perdida y la realidad americana son temas recurrentes.
Los Años 40: Poesía Arraigada y Otras Tendencias
En los años 40, surgen diversas corrientes poéticas:
- Poesía arraigada: Afines al régimen o indiferentes a él, estos poetas buscan la armonía con el mundo, inspirándose en Garcilaso de la Vega. Recuperan formas clásicas y temas tradicionales (religión, paisaje, amor). Destacan Luis Rosales (La casa encendida) y Dionisio Ridruejo.
- Otras tendencias: José Hierro y José María Valverde cultivan una voz personal. El postismo, con Carlos Edmundo de Ory, defiende la libertad creativa. El Grupo Cántico de Córdoba continúa la estética sensual andaluza. Entre las voces femeninas, destacan Gloria Fuertes y Carmen Conde.
- Poesía desarraigada: Contraria a la poesía arraigada, esta corriente expresa caos, angustia y desesperanza. Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Espadaña de García Nieto y Victoriano Crémer marcan un giro con su estilo bronco y directo. Representantes de esta tendencia son Ángela Figuera, Ramón de Garciasol y José Luis Hidalgo.
Los Años 50: Poesía Social
Con Historia del corazón de Vicente Aleixandre como precursor, la poesía social se consolida en los 50. Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) y Gabriel Celaya (Cantos íberos) son sus figuras clave. La poesía se convierte en un arma cargada de futuro, comprometida con las injusticias sociales. Se rechaza lo íntimo, lo esteticista y la neutralidad. A Otero y Celaya se unen poetas desarraigados como Hierro, Nieto y Crémer. España y los problemas sociopolíticos son los temas centrales.
El estilo de la poesía social se caracteriza por un lenguaje claro y coloquial, priorizando el mensaje sobre la forma. A principios de los 60, esta corriente entra en crisis.
Los Años 60: Superación de la Poesía Social
En los 60, la poesía se aleja del compromiso social, retornando a lo íntimo (infancia, familia, amor) y lo cotidiano, con humor, ironía y escepticismo. Se busca la depuración, un lenguaje personal y un tono cálido. Destacan Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Manuel Caballero Bonald y Félix Grande.
Los Años 70: Los Novísimos
En 1970, la antología Nueve novísimos poetas españoles de José María Castellet marca un hito. Reúne a poetas como Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero y Guillermo Carnero, que renuevan el género con una estética experimental. Influenciados por los medios de comunicación y con un amplio bagaje cultural, abordan temas diversos, desde lo frívolo a lo social, pasando por el amor y el erotismo. Sus fuentes son variadas: música clásica, mitología, arte y literatura.
Dentro de esta década, coexisten diversas tendencias: vanguardistas, culturalistas, clasicistas, minimalistas y la revitalización de temas clásicos.
Los Años 80 y 90: Poesía de la Experiencia y Realismo Sucio
En los 80, la poesía de la experiencia, con autores como Felipe Benítez Reyes y Luis García Montero, se centra en temas cotidianos y urbanos, expresando el descontento con tono crítico y coloquial. En los 90, surge el realismo sucio como una derivación de esta corriente.