Generación del 98: Literatura y Pensamiento

Introducción

La Generación del 98 fue un movimiento literario que surgió en España a finales del siglo XIX y principios del XX. Inicialmente, incluyó a autores como Azorín, Pío Baroja y Maeztu, a los que se sumaron Unamuno, Valle-Inclán y Antonio Machado, aunque estos últimos no compartieron plenamente las inquietudes iniciales del grupo. Se les considera una generación porque nacieron en fechas cercanas y tuvieron una formación intelectual semejante, marcada por el autodidactismo, la observación directa de la realidad y un ávido interés por la lectura. Esto les permitió conocer y asimilar las teorías filosóficas europeas de la época.

Ideología y Temas

Inicialmente, compartieron actitudes radicales de inspiración socialista o anarquista, que más tarde evolucionaron hacia posiciones conservadoras. Les unían gustos literarios comunes y la profunda conmoción por el desastre del 98. Esta experiencia compartida marcó sus actitudes vitales, trascendiendo sus evoluciones ideológicas individuales. Compartían, además, un deseo de renovar el lenguaje literario, buscando un estilo natural, antirretórico y sencillo, pero con una gran exigencia formal.

Sus temas centrales giran en torno a las inquietudes de España. Mezclan una visión crítica del atraso, la decadencia y la falta de ideales con el amor a las gentes humildes y arraigadas en la tradición. En sus inicios, predomina la visión crítica desde una perspectiva regeneracionista y europeísta. Sin embargo, pronto derivan hacia la visión de una España eterna, que encuentra su alma en Castilla.

Este afán por conocer y exaltar lo castellano y español les imbuyó de un espíritu viajero que los llevó a recorrer los pueblos de Castilla y de España. Fruto de estas experiencias es su gusto por la descripción paisajística, donde la crítica del atraso y la pobreza da paso a una visión sentimental de las tierras y las gentes. Alternan la descripción impresionista del paisaje con la reflexión sobre el alma y la esencia de lo español.

La mirada de los hombres del 98 se dirige, más que hacia fuera, hacia dentro. El desastre de fin de siglo los lleva a reflexionar sobre grandes temas existenciales: el paso del tiempo, el sentido de la vida, el misterio de la muerte y el valor de las creencias religiosas.

Lenguaje Literario

Cada autor posee una acusada personalidad que se refleja en un estilo literario propio. En sus inicios, coinciden con el modernismo en dos aspectos: la oposición al estilo literario anterior y el cuidado de la expresión. Su estilo es subjetivo, dominado por la visión sentimental de las gentes y los paisajes, lo que da lugar a un lenguaje a veces lírico. Se caracteriza por la presencia del autor en primera persona, el diálogo con los lectores, la adjetivación y las enumeraciones impresionistas. Abundan las descripciones con una proyección afectiva de los estados de ánimo del autor. Es un estilo antirretórico, caracterizado por la sobriedad, pero con muchos matices. El lenguaje es cuidado y rico.

Los Novelistas del 98

José Martínez Ruiz, Azorín

Azorín escribió más de quince novelas. En ellas, un leve hilo argumental sostiene la confesión autobiográfica, reflexiones sociales, la visión sentimental del paisaje y referencias literarias. Sus protagonistas son personajes idealistas y meditabundos, inmersos en la monotonía y el hastío de una sociedad que no puede cambiar. Obras: La Voluntad (1902); Antonio Azorín (1903); Don Juan (1922).

Miguel de Unamuno

Unamuno es autor de varias novelas donde predominan los planteamientos ideológicos. Sus protagonistas se debaten con cuestiones filosóficas y existenciales que preocupaban al autor. Domina el tono reflexivo, con escasas referencias espaciales o temporales y ausencia de descripciones. Unamuno llamó a este tipo de novela “nivola”. Obras: Amor y Pedagogía (1902); Niebla (1914); San Manuel Bueno, Mártir (refleja las inquietudes religiosas de Unamuno a través de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero guarda las apariencias).

Valle-Inclán

Su obra evoluciona desde la sensualidad modernista hasta el tono descarnado y grotesco del esperpento. Obras: Sonatas (cuatro novelas cortas protagonizadas por el Marqués de Bradomín, con una atmósfera modernista, tono legendario, ambientes exóticos, sensualidad y un lenguaje cuidado); Trilogía de la Guerra Carlista (Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera, Gerifaltes de antaño, novelas de tono modernista con héroes y hazañas que representan un mundo legendario y romántico en decadencia); Esperpentos (Tirano Banderas, La corte de los milagros, ¡Viva mi dueño!, con personajes grotescos y deshumanizados que reflejan una visión fría y descarnada de la sociedad).

Pío Baroja

Considerado el gran novelista de la generación del 98 por la cantidad y calidad de su obra. Su pesimismo lo hacía desconfiar de las personas y las ideas políticas. De sinceridad a veces hiriente, despreciaba la hipocresía y veía la sociedad desde la perspectiva de un inconformista radical, con ideas que oscilaban entre el liberalismo y el anarquismo iconoclasta, aunque con un fondo de humanidad y respeto hacia los humildes. Sus novelas se centran en la acción, el relato de acontecimientos protagonizados por personajes inquietos e inadaptados que buscan la aventura para huir del aburrimiento y el pesimismo. Obras: Trilogía de la Tierra Vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz, Zalacaín el aventurero); Trilogía de la vida fantástica (Camino de perfección, Aventuras, inventos y mistificaciones de Silvestre Paradox); Tres novelas de la lucha por la vida (La busca, Mala hierba, Aurora roja); Trilogía La raza (El árbol de la ciencia, con un personaje reflexivo que se enfrenta a la angustia existencial); Novelas de acción y aventuras en el mar (Las inquietudes de Shanti Andía).

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