Generación del 27: Tradición y Vanguardia

Generación del 27

Celebrando el tercer centenario de Góngora, se reúnen en Sevilla un grupo de poetas que más tarde se conocerían como la Generación del 27. Los primeros en conocerse fueron Pedro Salinas, Jorge Guillén y Gerardo Diego, quienes habían estado en contacto directo con la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. Después, se amplió el grupo con Rafael Alberti y Federico García Lorca, poetas de temperamento y hondas raíces populares. Luego se unieron Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.

Entre ellos hubo una relación literaria y amistosa: coincidieron en Madrid entre 1923 y 1930, colaboraron en las mismas revistas y convivieron en la Residencia de Estudiantes. A diferencia de los escritores del 98, estos poetas aceptaron su pertenencia a un grupo, un movimiento que compartía intereses estéticos comunes.

Líneas de la poesía del 27

Sienten inclinación por los movimientos estéticos vanguardistas, pero no niegan ni rechazan la literatura anterior, sino que aúnan en sus obras la tradición literaria y el vanguardismo.

Tradición

De la literatura tradicional española heredan formas y motivos temáticos propios de la literatura popular y de la culta, desde Garcilaso de la Vega hasta Antonio Machado. Algunas de las formas métricas más utilizadas son los romances, los sonetos, las redondillas…
Asimilan algunos de los motivos temáticos propios de la tradición de nuestra literatura como, por ejemplo, el río como imagen de la fugacidad de la vida, la rosa como la belleza eterna…

Vanguardia

También adoptan formas vanguardistas; con esto desaparecen, en algunos poemas, las medidas, las pausas y los acentos fijos de los versos. El ritmo se consigue con la repetición de ideas o usando estructuras paralelísticas. Se emplean formas métricas innovadoras como el verso libre, el verso blanco, el collage… En ocasiones, los versos se disponen de formas que sugieren el tema o el título. Las innovaciones vanguardistas traen también consigo nuevos asuntos temáticos relacionados con el mundo moderno, como la bombilla, el radiador…

Estilo

En estos autores es común el uso de muchos recursos literarios, pero destacan la metáfora y la imagen visionaria. De esta manera, efectúan un complejo juego poético que busca la coincidencia sensorial: no se quiere establecer parecido físico, sino provocar sensaciones semejantes. Estos recursos dificultan la comprensión del texto si nos enfrentamos a él desde la lógica, no si lo hacemos desde la intuición o el impacto.

Temática

  • Amor: Sigue las características típicas de la poesía tradicional y de las innovaciones vanguardistas, sobre todo del surrealismo. Se concibe como una fuerza que da sentido a la vida, acaba con la soledad del ser humano y le permite elevarse sobre el mundo.
  • Inquietudes íntimas: El enfrentamiento entre los deseos del ser humano y la realidad que le rodea provoca una serie de incógnitas sobre el destino, la angustia de la existencia…
  • Muerte – Sentido trágico: La lucha del ser humano con su destino adverso le conduce a un sentido trágico de la vida. De ahí que el dolor, el llanto y la frustración sean una constante.
  • Preocupaciones sociales: La huella de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial queda patente en una serie de composiciones que tratan sobre la injusticia, la destrucción y la miseria de la sociedad que ha vivido los desastres de una guerra. Los poetas expresan su anhelo de paz y justicia.

Evolución

Hasta 1927

En el inicio hay influencia de Bécquer y de los modernistas. Durante la transición, se intenta romper con el modernismo e imponer el ultraísmo y el creacionismo. Hay influencia de Juan Ramón Jiménez, se busca la perfección formal en los clásicos y hay fervor por Góngora.

De 1927 a la Guerra Civil

Proceso de rehumanización de la poesía, deseo de comunicación. Pasan a primer término los sentimientos humanos. Inquietud social y política: la politización incrementa hasta 1936. Las revistas se cargan de ideologías de distinto signo.

La Guerra y el Exilio

Hay tres actitudes: los que se silencian (Guillén y Salinas), los que se politizan, que tienen más preocupación por la defensa y propaganda de ideas que por el estilo, y los de posturas intermedias (Cernuda, Aleixandre). Todos son republicanos menos Gerardo Diego. La calidad de la poesía «empeora» y es más humana y dramática. El grupo se dispersa, Lorca muere. Los que van al exilio tratan temas como la angustia de perder la guerra, el compromiso político, denuncian la injusticia. En España se quedan Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, quienes escriben poesías de un humanismo angustiado. Tras la guerra, hay una evolución personal de cada uno.

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