Francisco de Quevedo: Sátira y Reflexión en el Siglo de Oro Español

Francisco de Quevedo: Un Genio Literario del Siglo de Oro

Francisco de Quevedo (Madrid, 14 de septiembre de 1580 – Villanueva de los Infantes, 8 de septiembre de 1645), escritor español del Siglo de Oro, es considerado uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española. Reconocido principalmente por su legado poético, Quevedo muestra una extensa obra que abarca la mayoría de subgéneros de su época, tales como la poesía satírica, amorosa, heroica, moral, religiosa, descriptiva, circunstancial o fúnebre, destacando sobre todas ellas la satírica. También escribió drama, obras en prosa, obras políticas, filosóficas, epistolares e incluso traducciones. Quevedo tuvo una sólida formación humanística. Fue un hombre muy crítico y muy vinculado al mundo de la política, lo que le supuso numerosos altercados y temporadas de prisión y destierro.

«Poderoso Caballero es Don Dinero»: Una Sátira Social

Esta letrilla satírico-burlesca, «Poderoso Caballero es Don Dinero«, fue escrita antes del año 1604 por un Quevedo joven, junto con otras alegres y desenvueltas obras del más conocido y popular satírico español.

La letrilla «Poderoso Caballero es Don Dinero» nos muestra con ironía y sarcasmo la realidad de la sociedad española de principios del siglo XVII, donde el poder político giraba en torno al dinero, en una época en que España controlaba cuantiosas sumas de dinero provenientes de sus colonias Americanas. El joven Quevedo busca con este poema transmitir que quien verdaderamente tiene poder en la sociedad de entonces (y también en la actual) no es quien más títulos posee, sino quien más dinero tiene.

Estructura de la Letrilla

La estructura de la letrilla sigue el esquema 8a8b8b8a8a8c 8c5c, donde 8a8b8b8a8a es una quintilla, 8c es el verso de vuelta y 8c5c es el estribillo “Poderoso Caballero es Don Dinero”. Está formado por estrofas de seis versos octosílabos más estribillo, con rima consonante. En la primera estrofa vemos cómo Quevedo recrea una situación típica de la poesía tradicional española: la joven que le confiesa a su madre el amor por algún galán; en este caso, el galán es el dinero. En el resto de estrofas el dinero es personificado como “una divinidad monetaria”, un noble poderoso, virtuoso y omnipotente.

Estilo y Recursos Literarios

En lo que a estilo se refiere, encontramos una sintaxis sencilla para la época. Es característico del género de la letrilla satírica y también de la obra de Quevedo el uso de refranes a modo de estribillo (como por ejemplo la expresión “yo me soy el rey Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como” o “con su pan se lo coma”).

«Poderoso Caballero es Don Dinero» es un poema que nos hace observar la realidad social y política en la época del Siglo de Oro. Quevedo nos transmite con fina ironía y sarcasmo el poder que tiene el dinero en esa realidad social. También se muestra crítico con la situación política del Imperio, que se hundía poco a poco gracias a unos reyes poco competentes y los fracasos constantes de sus validos.

Comparto plenamente el pensamiento crítico de don Francisco de Quevedo, pues si comparamos lo que refleja el poeta en el siglo XVII con la situación actual del mundo, vemos demasiadas similitudes. El hombre siempre se ha guiado por el pensamiento que transmite esta letrilla: si se tiene dinero, se tiene todo. Sin embargo, lo que “don dinero” genera es codicia, avaricia y envidia, mientras borra del hombre dones fundamentales como fuerza, carisma y saber.

Reflexiones Metafísicas en la Poesía de Quevedo

La Fugacidad de la Vida y la Inevitabilidad de la Muerte

Tema: Fugacidad de la vida tras la inútil batalla con la muerte.

Estructura interna: Este soneto pertenece a los de carácter metafísico del autor español Francisco de Quevedo. Quevedo, símbolo del Barroco en España, estuvo a la cabeza de la corriente conceptista en los primeros años del siglo XVII. Esta corriente literaria prefería la profundidad del concepto ante la elaboración estilística típica del culteranismo. Los sonetos de Quevedo, nunca publicados en su vida, se recogieron y publicaron post mortem según un orden de tipo argumentativo: se agruparon en sonetos “amorosos”, “satíricos y burlescos”, y “metafísicos” (en los que Quevedo expresaba su visión ante la vida y la muerte).

Podríamos dividir este soneto en dos apartados:

  • En la primera parte, que incluye los dos cuartetos, el autor habla sobre la vida y la muerte como en un conflicto (de hecho utiliza términos típicos de la guerra como vamos a ver después) que ve la vida derrotada.
  • En el segundo apartado, que ocupa los dos tercetos, Quevedo refleja sobre la vida y la muerte sin angustia, como si ya hubiera llegado: el autor llega “despeñado” a la muerte, y razona a mente lúcida sobre la fugacidad del tiempo (“la hora y el momento son azadas que cavan en mi vivir mi monumento”).

Estructura externa: Si tenemos en cuenta la métrica, entendemos que se trata de un soneto (poema compuesto de dos cuartetos y dos tercetos) con versos endecasílabos, de arte mayor, y rima consonante de tipo ABBA – ABBA – CDC – DCD.

Conceptismo y Figuras Retóricas en el Soneto

Comentario del soneto: El estilo de Quevedo es absolutamente conceptista, o sea, pone en primer lugar el concepto que quiere expresar, sin dar mucha importancia a referencias cultas y mitológicas o a un estilo oscuro y de difícil interpretación. El estilo que desarrolla en las obras amorosas y metafísicas es lírico y grave, con amplio espacio para la hondura del sentimiento y una visión noble, planteada sobre la claridad de su pensamiento.

Pasando a un análisis de las figuras retóricas, se advierte en el primer verso un hipérbaton, que confunde las partes de la frase según la “variatio” de los latinos: “fue sueño ayer; mañana será tierra” es también un quiasmo, ya que “ayer” y “mañana” se combinan simétricamente. Aquí hay tres antítesis: entre “fue” y “será” (de tiempo, entre pasado y futuro); entre “ayer” y “mañana” siempre en esta dirección; entre “sueño” y “tierra”, o sea, entre algo metafísico y algo físico.

En el segundo verso hay una anáfora (“poco”) y un paralelismo en la estructura con antítesis de significado entre “antes” y “después”.

En el cuarto verso se desarrolla la metáfora de la “muerte” como “cerco” alrededor del poeta.

En el verso 5 hay un paralelismo entre “combate” y “guerra”.

Hasta el verso 7, en lo que se refiere al léxico, se plantean muchos términos de jerga militar, como “cerco”, “combate”, “guerra”, “defensa”, “armas”, que nos transmiten la idea de la metáfora de la “importuna” batalla entre vida y muerte.

En el verso 8, con la frase “menos me hospeda el cuerpo”, se plantea el tópico literario a través del pensamiento de Quevedo que ve el cuerpo como residencia del alma.

En el verso 9, casi se repite la fórmula utilizada en el verso primero: hay un paralelismo con antítesis entre “ayer” y “mañana” y el sucesivo “hoy”.

Hay otra antítesis más, como buen poema barroco que es, que encontramos en el verso 10, entre “es” y “fue”, que juntos forman un polisíndeton: (“y es, y fue”).

En el terceto conclusivo se plantea la alegoría de “la hora y el momento” que son “azadas” que “cavan en mi vivir mi monumento”. La imagen, de significado muy fuerte y profundo, describe la fugacidad de la vida ante la muerte, el pasar inexorable del tiempo: se establece así el tópico del “tempus fugit” del poeta latino Virgilio.

Para concluir con el nivel morfosintáctico, en el verso 12 hay una endíadis entre “hora” y “momento” (ya que las dos palabras indican el mismo concepto). En el verso 13 hay un paralelismo entre “pena” y “cuidado”, y en el último verso, el 14, hay una antítesis entre “vivir” y “monumento”, ya que “monumento” indica un monumento a la muerte.

Conclusión: Quevedo retoma en este soneto el tópico del “tempus fugit”, pero en un contexto típicamente barroco, ya que siguiendo a Virgilio, el pensamiento latino y el Renacimiento que desde aquí parte, la vida es algo que merece ser vivido, ya que la vida es “sueño”, la vida es “nada”, como él mismo dice en este soneto.

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