Francisco de Goya: Un Recorrido por su Obra
Primeros Años y Temas Costumbristas
Inicialmente, Goya abordó temas costumbristas relacionados con ferias, fiestas, romerías, verbenas y juegos, como se aprecia en La pradera de San Isidro o El quitasol. En estas obras reflejó la alegría de vivir característica del siglo XVIII.
Posteriormente, su temática adoptará una visión crítica, sarcástica o de preocupación social, como se observa en El albañil herido o La boda.
Ascenso como Retratista de la Corte
Simultáneamente, Goya fue estableciendo contactos con la nobleza ilustrada, y su actividad como retratista afianzó su prestigio.
En 1785 se convirtió en pintor del rey Carlos III y en 1799 en pintor de cámara del rey Carlos IV. Inició la creación de grandes retratos, como La marquesa de Solana o La duquesa de Alba, que culminarían en la célebre obra La familia de Carlos IV. Todas estas obras revelan los cambios estilísticos de Goya, donde ocupan un papel principal la pincelada suelta y la preocupación por la luz. La luz es especialmente notable en el tratamiento espacial y en los ropajes.
Algunos de estos retratos destacan por su profunda penetración psicológica: Goya no capta simplemente los rasgos físicos, sino que traspasa la apariencia para indagar en los rasgos anímicos, mostrando su antipatía o simpatía por el personaje.
La familia de Carlos IV representa a la familia real. Inspirada en Las Meninas de Velázquez, aquí también aparece el propio pintor trabajando. Sorprende el estatismo y las posturas hieráticas de las figuras, un efecto que puede considerarse buscado para centrar la atención en la expresión de los rostros, sacando a la luz la verdadera fisonomía de los personajes.
La Sordera y Los Caprichos
Hacia 1790, Goya sufrió una enfermedad que le dejó sordo. La sordera lo llevó al aislamiento y a la introspección. Dejó de contemplar la sociedad como un conjunto de costumbres amables y empezó a considerar su lado negativo, lo cual plasmaría en la serie de grabados Los Caprichos. Son ochenta grabados en los que destacan claramente cuatro temas principales:
- La corrupción de las costumbres (con gran papel de la prostitución y el celestinaje).
- La superstición y la brujería.
- El anticlericalismo (apoyado en los vicios de los clérigos y su poder).
- La ignorancia.
El pintor se sirve de la ambigüedad para ofrecer una visión crítica, como en El sueño de la razón produce monstruos.
Su intención es generalizar, universalizar: la multitud se convierte en la protagonista de las escenas y la individualidad desaparece. Critica el mundo corrompido en el que vive, satirizando los defectos sociales y las supersticiones de la época (La vieja dama y sus galanes, Nadie nos ha visto, No grites tonta, etc.).
Goya y la Guerra de la Independencia
Goya vivió entre dos épocas históricas: el Antiguo Régimen, con las monarquías absolutas y los estamentos privilegiados, y el Régimen Liberal, nacido de los principios revolucionarios franceses, con la exaltación de las clases medias y la soberanía popular. La Guerra de la Independencia (1808) intensificó su veta pesimista y crítica. La relación entre artista y sociedad en Goya será evidente. Lo que ve en la guerra no es la lucha entre dos frentes, sino la violencia y la crueldad, la miseria humana, el aplastamiento del inocente, la desolación y el exterminio. Es enormemente realista en cuanto a los hechos y se sitúa al lado del pueblo, que es quien padece los acontecimientos. Testimonio de su desesperada visión son la serie de grabados Los desastres de la Guerra y los grandes cuadros La carga de los Mamelucos (El 2 de mayo de 1808) y Los Fusilamientos de la Moncloa (El 3 de mayo de 1808), obras maestras de una intensidad expresiva absolutamente moderna.
En El 2 de mayo de 1808 le interesa la imagen de la multitud. No hay ningún protagonista individual; los gestos y la expresión de los personajes sirven para dar significado al conjunto. En Los fusilamientos del 3 de Mayo de 1808, el pelotón de ejecución formado por soldados franceses son personajes anónimos, solo interesa su función ejecutora. Entre los patriotas ejecutados se aprecian distintas actitudes ante la muerte: un hombre alza los brazos increpando a sus verdugos, otro reza arrodillado, otro llora de terror, y en primer plano yace un cadáver en escorzo.
Goya se preocupa por la tipificación, es decir, la presentación de lo universal a través de lo particular o concreto. Esto se hace más patente todavía en Los desastres de la guerra, que es una brutal crítica a la crueldad del conflicto armado.
Las Pinturas Negras y Últimos Años
El Coloso, que representa la invasión de las tropas napoleónicas en España, muestra cómo la línea ha desaparecido. Destaca la intensidad en la utilización del negro y la agresividad de las manchas, que produce una auténtica descomposición de las formas.
Esta obra enlaza con Las pinturas negras de la Quinta del Sordo, una hacienda que Goya había adquirido en Madrid y que él mismo decoró. En ellas predomina el negro y abandona la representación de lo visible, creando un mundo lleno de monstruos. En Saturno devorando a sus hijos no pinta simplemente un tema mitológico, sino que presenta el horror, un mundo poblado por el miedo y la superstición.
La vuelta de Fernando VII y la restauración del absolutismo llevaron a Goya a exiliarse en Burdeos. Sus últimos años los pasó allí, donde falleció en 1828. Su última obra conocida es La Lechera de Burdeos.
Legado y Modernidad de Goya
Goya es un artista de evolución lenta, que alcanza su madurez muy tarde, pero que en las obras de sus últimos años anuncia ya por entero los comienzos de la pintura moderna. Se pueden apreciar rasgos precursores de diversas corrientes:
- La técnica impresionista en algunos lienzos (La Lechera de Burdeos, escenas de toros, locos y procesiones).
- El expresionismo violento y deformador al servicio de una comunicación directa (Los Fusilamientos, Las Pinturas negras).
- Incluso el surrealismo (algunos Caprichos, la serie de grabados de Los Disparates).
Cultivó todos los géneros y todas las técnicas, investigando activamente muchos procedimientos. Así, a los 80 años, comenzó a practicar la litografía, dejando obras maestras en esa técnica nueva de impresión (Los Toros de Burdeos).
Goya como Retratista
Como retratista, Goya trazó estupendas efigies de toda la sociedad de su tiempo, desde los reyes y la alta nobleza hasta actrices y toreros (La Tirana, Rita Luna, Maiquez, Pedro Romero). Los mejores, sin duda, son los de las personas más próximas a él en sensibilidad e ideas: algunos políticos ilustrados (Jovellanos, Saavedra) y artistas y escritores (Villanueva, Moratín, Meléndez Valdés). Con los reyes se muestra implacable. Pocos retratistas han sido menos aduladores que Goya. Hoy nos resulta difícil entender cómo sus terribles retratos de María Luisa, de Carlos IV o de Fernando VII, que tanto nos descubren su bajeza y debilidad, fueron aceptados.