EL TEATRO COMERCIAL
A principios de siglo, los empresarios tenían muy en cuenta los gustos del público burgués, que
era el que iba al teatro.
Por eso, los dramaturgos se veían ante el penoso dilema de
adaptarse ideológica o estéticamente a los gustos de este público o resignarse a que su obra
quedara relegada a la lectura minoritaria. Así pues, el teatro que triunfa en los escenarios es de
corte tradicional y está representado por:
a) La comedia burguesa, representado por Jacinto Benavente. Su teatro presenta una crítica, casi siempre amable, de las preocupaciones y prejuicios burgueses, a través de una suave ironía, pues él mismo escribíó que este género debía ser un instrumento de evasión y de ilusión. En sus obras sobresale el diálogo, natural, fluido, con tendencia a lo sentencioso. Benavente sustituye la acción por la narración, la alusión y el diálogo, y los momentos álgidos de sus dramas siempre acontecen fuera de escena o entre un acto y otro. Destacamos tres obras:
Los intereses creados, sobre el poder del dinero y los dramas rurales Señora ama y La malquerida, que reflejan las pasiones de los campesinos dominadas por la fatalidad.
b) El teatro poético representado por Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. Esta tendencia, muy ligada a la estética modernista, supone un intento de aproximación del género dramático a la poesía lírica. Con el tiempo, lo que triunfa es un teatro histórico en verso en el que se recrean asuntos de la historia nacional y se utiliza un verso sonoro, efectista y retórico. Destacamos Las hijas del Cid, de Eduardo Marquina, obra que evoca una supuesta España eterna para contraponerla a la de su tiempo. Teatro en verso también, pero con diferencias de enfoque, son las obras teatrales escritas en colaboración por los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).
c) El teatro cómico, con autores y obras muy populares como Carlos Arniches, recreador del ambiente madrileño, los hermanos Álvarez Quintero, que nos muestran la Andalucía tópica y sentimental (El patio) o Pedro Muñoz Seca, creador del “astracán”, pieza descabellada cuyo único objetivo es arrancar la risa (La venganza de don Mendo).
EL TEATRO INNOVADOR
Frente al teatro que triunfa, se levantan otras tendencias más innovadoras, que no triunfan – salvo excepciones- porque no se adaptan a los gustos del público burgués. Pueden sintetizarse en dos líneas:
a) El teatro de la Generación del 98 y del Novecentismo: M. De Unamuno, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Jacinto Grau y, principalmente, Ramón María del Valle-Inclán.
Harán un teatro intelectual y complejo que enlazará con las tendencias filosóficas y teatrales más renovadoras del panorama occidental de la época. Técnicamente, intentarán romper definitivamente con las formas realistas de la representación, aspecto en el que destaca, sobre todos, Ramón del Valle-Inclán.
b) El teatro de la Generación del 27: P. Salinas, Max Aub, Alejandro Casona, R. Alberti, Miguel Hernández y, sobre todo, Federico García Lorca. A ellos debemos unir las figuras de Jardiel Poncela y Miguel Mihura, renovadores del teatro humorístico que alcanzarán su plenitud tras la Guerra Civil.
Quizá el dramaturgo más carismático de estas tentativas renovadoras fue R. Ma del Valle Inclán, cuyo teatro evoluciónó de forma similar a su narrativa: desde la idealización de la realidad (Modernismo, presente, por ejemplo, en sus Comedias bárbaras) a la deformación grotesca de la misma con intención crítica (esperpento).
EL ESPERPENTO es un intento de presentar la realidad española, pero dando no una visión natural y real, sino presentando los hechos de una manera exagerada y burlesca: es un teatro de crítica de una realidad falsa y de unos valores que ya no tienen sentido. Dos ejemplos de obras esperpénticas son Luces de bohemia y Martes de carnaval. En la primera, Valle muestra bajo la anécdota del fracaso y la muerte de un escritor ciego, Max Estrella, una metáfora de la imposibilidad de vivir en una España opresiva y absurda. En la trilogía Martes de carnaval, dirige su crítica hacia el ejército y el honor mediante personajes animalizados y convertidos en fantoches.
El máximo representante del teatro de la Generación del 27 es, sin duda, F. García Lorca, que cultivó el teatro especialmente en los seis últimos años de su vida y además dirigíó un grupo de teatro universitario, “La Barraca”, que, con apoyo del gobierno republicano, recorre toda España representando obras clásicas. El teatro lorquiano, mezcla de tradición y vanguardia, pretende educar al pueblo. Sus personajes son principalmente mujeres insatisfechas marcadas por la frustración y la tragedia. El tema fundamental de la dramaturgia lorquiana es la insatisfacción amorosa, la imposibilidad de que la pasión supere las barreras sociales. Su lenguaje es popular y, a la vez, poético, lleno de símbolos. Sus primeras obras están escritas totalmente en verso, pero después el verso va reducíéndose a momentos de especial intensidad.
Dividiremos la evolución del teatro lorquiano en tres momentos:
a) Los tanteos o experiencias de los años 20, con obras simbolistas como El maleficio de la mariposa, Mariana Pineda (drama histórico), o La zapatera prodigiosa (presenta el mito de la ilusión insatisfecha, mezclando verso y prosa).
b) La experiencia vanguardista de principios de los años 30. Un ejemplo de esta experiencia es El público, obra de carácter surrealista, de difícil representación. En ella defiende el amor como un instinto ajeno a la voluntad, que se manifiesta de formas muy diversas, entre ellas, la homosexual; y critica a una sociedad que condena a todo el que es diferente.
c) La etapa de plenitud en sus últimos años a la que pertenecen sus tragedias y dramas más populares donde la mujer y su situación de marginación social ocupan un puesto central. Salvo Doña Rosita, las tres restantes son tragedias de aire clásico.
Bodas de sangre recoge la pasión amorosa por encima de los odios familiares y de las normas sociales que desemboca en una tragedia.
Yerma recoge la tragedia de una mujer que no puede tener hijos. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores nos presenta el tema de la espera inútil del amor de las señoritas de provincias de la época.
La casa de Bernarda Alba presenta el conflicto entre el autoritarismo de Bernarda y el deseo de libertad y amor de sus cinco hijas. Durante la Guerra Civil continúan algunas líneas dramáticas como:
– los sainetes y la comedia burguesa, cultivada por Benavente y seguidores como Pemán y Casona.
– el drama testimonial de la época, con representantes en ambos bandos: el republicano con Manuel Azaña y el nacional con Luca de Tena.
– El teatro de circunstancias o de urgencia también en ambas facciones, constituido por piezas breves de propagación de las ideas políticas donde destacan Max Aub y Alberti.
Lo que es incuestionable es que tras la Guerra Civil, autores innovadores han muerto (Lorca, Valle-Inclán y Miguel Hernández); muchos autores huyen al exilio y otros que se quedan sufren la censura y el llamado exilio interior, con lo que las expectativas de cambio quedan en suspenso hasta mediada la posguerra, en que se inicia una corriente existencial y social.
TEATRO DE LOS 40: TEATRO DEL HUMOR
La manifestación más interesante de este período es la de un teatro que busca renovar la risa, intentando provocarla mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje inverosímil, casi absurdo. Se alejaba de la realidad inmediata mediante la presentación de obras insustanciales e intrascendentes. Destacan dos autores: • Enrique JARDIEL PONCELA, cuya producción teatral se caracteriza por la incorporación de lo inverosímil, con ingredientes de locura y misterio. Sus personajes son burgueses que entran y salen de escena constantemente, creando un dinamismo que provoca la risa. Representan una sociedad feliz, que tiene como objetivos alcanzar el amor y el dinero; en los diálogos se mezclan el humor verbal, con chistes, y el de situación, basado en lo ilógico y disparatado. Destacamos de este dramaturgo la obra Eloísa está debajo de un almendro (comedia de humor negro en la que el protagonista pasa 30 años encerrado en una habitación dentro de la cual se ha fabricado su propio mundo sin guerras) y Cuatro corazones con freno y marcha atrás. • Miguel Mihura autor de un teatro cercano al absurdo, aunque siempre con intencionalidad crítica. Su humor es producto de la asociación inverosímil de elementos, de la exageración y de la distorsión de la causalidad lógica, que muestra que los hechos no son explicables de una única manera, y que, por tanto, todas las explicaciones están de más. Escribíó Tres sombreros de copa. Si no hubiera tardado 20 años en estrenarla, habría sido considerado un revolucionario del teatro europeo, concretamente del teatro del absurdo.TEATRO DE LOS 50: LOS REALISTAS
Igual que en los otros géneros, el teatro presenta en los años cincuenta una serie de obras que pretenden denunciar las injusticias sociales: algunos dramaturgos atenúan sus críticas para que sus obras se representen, usando metáforas y alusiones para burlar la censura (Antonio Buero Vallejo) y otros pretenden expresarse con total libertad, aunque la censura impida que sus obras se representen (Alfonso Sastre). Los primeros se denominan posibilistas; los segundos, imposibilitas.
a) Antonio Buero Vallejo, autor dramático más importante de la segunda mitad de siglo, muestra en su propia trayectoria la evolución del género en esta época. Sus temas fundamentales son el anhelo de libertad y el deseo de superar las miserias humanas. Comienza escribiendo obras de tipo existencial, como Historia de una escalera donde el autor, sin rupturas temporales y con unidad de lugar, nos muestra la falta de salidas de una comunidad atrapada en un mundo miserable. En su teatro social e histórico, en el que experimenta ya con la ruptura temporal y los escenarios múltiples, trata las injusticias sociales situadas en otras épocas para evitar la censura (Un soñador para el pueblo o El tragaluz). Como muestra de su teatro experimental, donde acentúa los rasgos del periodo anterior, citaremos La fundación.
b) Alfonso Sastre concibe el teatro como un medio de concienciación y agitación que ponga de manifiesto la necesidad de un cambio social. Entre sus obras, siempre trágicas, destacan Escuadra hacia la muerte (conflicto entre la autoridad de un cabo y la libertad de sus soldados) o La taberna fantástica, muy parecida al esperpento de Valle-Inclán.
A partir del año 1955 (hasta 1965), se desarrolla el Realismo Social en el teatro, con temas como la explotación del trabajador, el egoísmo de los poderosos, la tristeza de la vida española o el recuerdo de la Guerra Civil: El tintero, de Carlos Muñiz o La camisa, de Lauro Olmo.
Sin embargo, las obras críticas no eran las más habituales en los teatros de la época, sino que predominaban las comedias sentimentales y humorísticas. En este tipo de teatro continuó destacando, como en la época anterior, Miguel Mihura, y también Alfonso Paso.
TEATRO DE LOS 60: LOS VANGUARDISTAS
En los años 60 algunos autores crean un teatro novedoso y vanguardista influido, sobre todo por el teatro del absurdo (Beckett, Ionesco) y el teatro de la crueldad de Antonin Artaud. Continúan, en parte, temas de la etapa anterior la crítica al régimen, la denuncia social, la nueva sociedad consumista…, pero ahora se considera el teatro como un espectáculo en donde el texto literario es un ingrediente más y no necesariamente el más importante. De Ahí la importancia que cobran los efectos especiales, la escenografía, la luminotecnia, el sonido, el vestuario, el maquillaje, la mímica… Asimismo se pretende romper con la división entre el escenario y los espectadores convirtiendo la sala en un espacio dinámico que invita al público a participar en la función. Casi siempre estas obras han sido puestas en escena por compañías independientes, que no podían o no querían incluirse en los circuitos comerciales. Entre las compañías podemos citar a los grupos Tábano, Esperpento o Akelarre, de gran éxito en los años sesenta y setenta. Los autores más significativos de esta línea son:
a) Fernando Arrabal, que destaca por sus elementos surrealistas, el uso del lenguaje infantil o la ruptura con la lógica (El triciclo, Pic-nic).
b) Francisco Nieva, que presenta como tema fundamental la represión social que degrada al hombre y utiliza técnicas cinematográficas, lenguaje popular y pinceladas del teatro del absurdo (Pelo de tormenta).
De todas formas, el teatro que en verdad triunfa es el heredero de la comedia burguesa (Alfonso Paso, Jaime de Armiñán…), donde predominan los enredos y la defensa del amor ROMántico entre personajes burgueses. Dentro del teatro comercial se encuentra también la figura de Antonio Gala, uno de los autores de más éxito ahora y después, con obras como Anillos para una dama.
FINALES DEL Siglo XX
En el teatro español de las últimas décadas del XX también se advierte una variedad de tendencias. En términos generales, podemos decir que el teatro se inclina por temas contemporáneos, de estética realista y moderada renovación formal. Citemos a algunos de los dramaturgos más destacados:
a) José Sanchís Sinisterra ha escrito numerosas y muy divertidas obras basadas en textos literarios previos (Moby Dick) y también dramas históricos situados en diferentes épocas (¡Ay, Carmela!, sobre la Guerra Civil española).
b) José Luis Alonso de Santos mezcla en sus obras ingredientes de la comedia tradicional con el tono humorístico y satírico propio del sainete: Bajarse al moro.
c) Fernando Fernán Gómez destaca por su logrado drama realista Las bicicletas son para el verano, ambientado en el Madrid de la Guerra Civil.
Siglo XXI
En general, se produce un retroceso en este género por parte del público, que encuentra nuevas formas de diversión a través de televisión e Internet. Los teatros siguen reponiendo obras de etapas anteriores con la incursión de otras nuevas. Pero lo más destacado del nuevo siglo es la apertura a nuevos modos escénicos como el teatro en la calle, que quiere acercar la cultura al público que no frecuenta los teatros convencionales; las salas alternativas, donde se escenifican obras más vanguardistas y desconocidas; el microteatro, representaciones de corta duración (unos 15 minutos) que se desarrollan en espacios reducidos, el musical al estilo de Brodway y los monólogos.
Entre los dramaturgos que se han dado a conocer en las dos últimas décadas predomina la línea realista, con un toque de denuncia social e intención moralizante. Señálamos a Ernesto Caballero, Paloma Pedrero o Juan Mayorga.