Martín Fierro
1. Valoración de la carta-prólogo de Hernández a José Zoilo Miguens
Con su carta-prólogo dirigida a José Zoilo Miguens, editor de la primera edición del texto, José Hernández pretende poner de manifiesto sus intenciones respecto a su obra, a la vez que busca ganarse la simpatía del lector (*captatio benevolentiae*). Da la impresión de que publicar su obra ha sido una decisión difícil para él (Al fin he decidido…), ya que la escritura de la obra le ha supuesto una gran ayuda para superar una situación personal no demasiado agradable (me ha ayudado algunos momentos alejar el fastidio de la vida del hotel…). Tras este inicio, le pide a su amigo que se encargue de la obra y no le niegue su protección, lo que adquiere sentido si sabemos que Miguens fue en su día juez de paz y comisario del antiguo partido de Arenales, y que había denunciado ante sus superiores de forma reiterada «procedimientos arbitrarios en el reclutamiento de fuerzas de frontera», por lo que conocía de primera mano la situación a la que Hernández hace referencia en su poema. En palabras del propio autor: «No le niegue su protección, usted que conoce bien todos los abusos y todas las desgracias de que es víctima esa clase desheredada de nuestro país». La importancia de esta carta puede ir más allá de lo que imaginamos, ya que el papel jugado por Miguens en el Martín Fierro no queda del todo clara. Teniendo en cuenta todo lo anteriormente citado, podemos entender claramente el porqué del destinatario de la carta, ya que al dirigirla a alguien que conoce tan bien el tema tratado, puede el autor dar esa imagen de querer alejarse de su obra al retratar a su personaje como: «un pobre gaucho con todas las imperfecciones de forma que el arte tiene todavía entre ellos…». Pero no solo se aleja el autor de su obra, sino que su intención parece ser hacerlo de todo el género gauchesco anterior, ya que como él mismo dice, no se propone «hacer reír», como acostumbra a hacer el género gauchesco. En su lugar pretende hacer un retrato de sus costumbres, hábitos, vicios… lo que le diferencia de todos los autores del género. Tampoco llevará a su personaje al extremo de la idealización en un entorno idílico, sino que tratará de mostrarlo cómo es, subrayando todos aquellos aciertos que tiene y que los demás no saben ver ni apreciar. En resumidas cuentas, lo que Hernández quiere es plasmar la realidad gauchesca de la manera más real y veraz posible. Mostrar lo que hay sin alterar nada.
2. Los narradores en la Ida
A lo largo de la primera parte de la obra (la ida), encontramos tres narradores: Martín Fierro, que nos cuenta su propia historia (y que ocupa la mayor parte del poema); Cruz, que nos relata su propia historia (cantos X, XI y XII); y un narrador anónimo que identificaremos con el autor. Es fácil distinguir las partes ya que antes de iniciarse la narración, se nos anuncia el narrador (excepto en el último caso, donde no aparece nombre alguno, ni diferenciación de cantos, tan solo varias líneas de puntos suspensivos que denotan el cambio). Martín Fierro nos narra su propia historia como si de un canto autobiográfico se tratara. Su narración llega hasta el canto X, donde cede la voz narrativa a Cruz, quien le hace partícipe de su propia historia (mediante una especie de autopresentación ante un recién conocido) y da la oportunidad de entablar diálogos durante los cantos siguientes. En el decimotercer último canto Martín responde a su nuevo amigo. Llama la atención como en las dos últimas páginas de la ida se produce un cambio de narrador. A partir del verso 2269 hasta el final es un nuevo narrador quien nos habla, aunque da voz a Martín (versos 2275-2286), finaliza la historia como un narrador omnisciente, contándonos el final de la historia sin saber a ciencia cierta qué pasa con los personajes tras abandonar estos la civilización, y despidiéndose como autor del relato: «Y ya con estas noticias mi relación acabé» (versos 2305 – 2306). Estos tres narradores citados previamente podrían ser clasificados por su importancia como narradores principal, secundario y terciario. Si nos atenemos a su aparición en el texto, Martín sería el primero de ellos ya que narra casi todo el poema. Cruz sería el segundo y ese breve narrador final en el que reconocemos al autor sería el tercero. Esto si hiciéramos caso a la extensión que cada cual ocupa en la obra. Sin embargo, si atendemos a la crítica, el orden podría verse modificado. En palabras de Carlos Albarracín Sarmiento: «La lectura de *El gaucho Martín Fierro* hasta el encuentro del narrador protagonista con Cruz, propone a Fierro como narrador fundamental y a Cruz como narrador secundario en quien el otro delega la narración». Nos da la impresión de que el propio autor quisiera participar de forma activa como voz fundamental dentro del poema, imponiendo finalmente su autoridad.
3. El lenguaje
El lenguaje intenta simular el estilo de habla de los gauchos, de hecho, a raíz de la obra se ha creado un diccionario gaucho. Estos matices en el habla que nos acercarían al pueblo, al hombre rural, al gaucho en cuestión, son intencionados, así pues, con este artificio no demuestra su ignorancia sino un propósito muy bien logrado y que se reflejará sobre todo en el léxico y en la fonética. Respecto a los fenómenos que encontramos a lo largo del lenguaje destacamos:
- Eliminación de oclusivas ante t
- Relajación en el habla y pérdida de la d
- Aspiración de h y conversión en j
- Aspiración de f y conversión de j
- Refuerzo consonántico velar en posición inicial h -g en el grupo h+ue
- Intercambio de L a D en posición implosiva
- Supresión de la d final
- Cierre de los hiatos y creación de diptongo
- -es en lugar de ex (en múltiples ocasiones junto a este fenómeno, también hallamos elisión vocálica)
- Metátesis
- Hipercorrección
- Asimilación regresiva
- Disimilación regresiva
- Múltiple acentuación de palabra
- Apócope
- Seseo
- Expresiones típicas
- Modismo gaucho
4. El mundo animal: función y significado
A grandes rasgos, podemos decir que Martín Fierro considera la Pampa, un territorio salvaje lleno de peligros, como su hogar natural. No siente ningún respeto por la civilización europea de los «hombres blancos» o los extranjeros (gringos), a los que no aprecia demasiado. Es como si Martín y la sociedad representaran en cierta manera ese choque entre la civilización y la naturaleza.
El lenguaje de Martín está lleno de elementos de la naturaleza (con la que se identifica). Ya desde el principio de la obra (verso 5) se compara a sí mismo con «la ave solitaria», en lo que parece una premonición de lo que le depara el futuro (hasta encontrar a Cruz), y con el toro (verso 61), haciendo referencia a su propia fortaleza. Pero las comparaciones del gaucho con el mundo animal continúan. En el verso 85 y siguientes se compara a sí mismo con un pez, haciendo referencia a la libertad que tiene ese animal, concedida desde su nacimiento por Dios. La comparación prosigue durante los siguientes versos, donde se compara con las aves y la libertad que estas tienen.
Otro elemento fundamental dentro del mundo animal aplicado a la obra es el tratamiento del caballo.
Las alusiones a diversos animales continúan durante toda la obra. En el verso 1398, Martín compara al gaucho con un zorro (suponemos por su astucia para desenvolverse en un mundo hostil). Pocos versos después (verso 1409) hace referencia a una serie de animales (corderito, oveja, vaca, ternero) diríamos inofensivos a los que parece comparar con el hombre blanco ante la unión de estos frente a la soledad del gaucho. Pero no solo Martín es comparado con la naturaleza. En el verso 1771 vemos como Cruz compara su mujer con un águila, animal majestuoso y de natural belleza. Todas estas referencias nos dan a entender que el Gaucho parece formar parte de la naturaleza, como si fuera un elemento más de la Pampa, algo autóctono de esa región agreste que se opone a la civilización y al progreso. Por ello nos aventuraríamos a decir que la función del mundo animal es caracterizar al gaucho como elemento natural de un territorio donde sobrevive usando el propio medio.
5. Valoración de los personajes secundarios citados
Como podemos apreciar a lo largo de la obra, no vemos referencias concretas a personajes determinados, de hecho, son escasas las descripciones físicas, podríamos pensar que Hernández quiso dar una imagen universal retratando los diversos personajes que encontramos como entidades inconcretas o colectivas. El único nombre concreto referente a la realidad exterior e histórica podría ser cuando se refiere al general Rosas, o cuando alude al ministro del Ejército durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento; «*un menistro, o qué sé yo, que lo llamaban Don Ganza*» pero no hallamos una mayor profundidad. Un personaje fundamental será el sargento Cruz, de hecho se podría establecer un paralelismo entre éste y el protagonista, los dos son gauchos, tipos solitarios, marginales… incluso se ha llegado a pensar en una posible relación como la que encontrábamos entre don Quijote y Sancho Panza. Lo cierto es que además de suponer un entretenimiento más en el camino, la figura de Cruz es fundamental como eje precursor de la conversación, Cruz que como su nombre bien indica podría aludir cualquier individuo desgraciado y posiblemente haciendo referencia a un hombre cristiano, funciona como motor vehicular mediante el cual se va construyendo nuestra imagen mental respecto a la psicología de Martín Fierro. Así pues, como personajes fundamentales encontramos a Martín Fierro y al sargento Cruz, pero además, podríamos pensar en un personaje que actúa como tipo universal, como modelo, en definitiva, nos referimos al gaucho como personaje colectivo. El gaucho resulta ignorante pero inteligente, sabe moverse en aquel ambiente, sabe buscarse la vida, posee un gran ingenio, resistencia, es religioso, contrario al gobierno, a la autoridad…
Los negros, el trato que reciben por parte de Martín Fierro es denigrante, en primer lugar, se muestra totalmente reacio a ellos, trata de provocarles llegando incluso al asesinato.
Las mujeres no gozan de suma importancia en la obra, la que primero encontramos sería la mujer de Martín Fierro que es recordada cariñosamente, ya que el gaucho llega a aceptar que su mujer se vaya con otro hombre para sobrevivir, suele señalar sus virtudes y recordar lo mucho que la ama. Sin embargo, la mujer de Cruz nos resulta antipática, el sargento nos la describe con absoluto desprecio y despecho, y por extensión dice conocer a todas las mujeres por igual. La negra que encuentra en Las Pulperías resulta ser el desencadenante de la terrible muerte del negro. La mujer de color parece malinterpretar las palabras del personaje, y el gaucho perdiendo la paciencia comienza a atacarla provocando una fuerte discusión. Aludiendo de nuevo a «los negros» como personaje colectivo, resulta apropiado recordar las palabras del propio Martín «*A los blancos hizo Dios, a los mulatos San Pedro, a los negros hizo el diablo para tizón del infierno*, aquí podemos apreciar ese racismo y desprecio hacia los negros, y además, podríamos subrayar el componente cristiano.
Gringos y extranjeros caracterizados como unos abusones, constituyen el sector dominante, los que tienen el poder, pero sin embargo no son tan ingeniosos, ni espabilados. Al contrario, el retrato que vemos de ellos nos conduce a pensar que son unos borrachos, unos cobardes, no saben montar a caballo ni desenvolverse en un entorno rural e intentan aprovecharse de los demás por su propio beneficio. La imagen que tenemos de ellos es patética y antipática. Éstos se relacionan con los hombres de poder tales como la policía, la milicia, y demás representantes de la autoridad.
Respecto a los indios, hay que destacar que Hernández da dos visiones muy diferenciadas entre sí. Al principio los indios son retratados como salvajes y feroces, pero posteriormente demuestran su benevolencia acogiendo a los cristianos renegados.