Técnica Narrativa y Estructura en ‘Nada’
Nada es un relato lineal contado en primera persona por Andrea, cuya perspectiva subjetiva selecciona los aspectos de la realidad que le interesan. Esta protagonista rememora, desde un tiempo cercano a los hechos, un año escolar en la universidad a modo de memorias. Ha transcurrido tiempo desde su estancia en Barcelona, y escribe desde una posición de quien ha estado reflexionando («entonces», «en aquel momento») sobre la vida y sus experiencias. Al rememorar estos hechos, Andrea reflexiona y a menudo se autocritica, ya que, años después, posee una mayor experiencia y madurez vital. Esto le permite distanciarse y juzgar con dureza sus actuaciones y reacciones inmaduras. Además, es una narradora testigo, ya que nos cuenta lo que va viendo con su perspectiva de adolescente y lo que va ocurriendo a su alrededor, pero no nos cuenta lo que hace. Ocasionalmente, la narradora adopta un punto de vista omnisciente, adelantando acontecimientos posteriores y seleccionando los pasajes del pasado que quiere contar en su narración.
En la obra se introducen otros puntos de vista en algunos capítulos. Por ejemplo, en el capítulo IV, la conversación entre la abuela y Gloria se transcribe directamente, en forma teatral; la narradora se limita a reproducir lo que dicen los personajes. El fragmento, al mismo tiempo, actúa como un retroceso temporal que permite conocer algunos antecedentes de la familia. Otro ejemplo es el capítulo del Barrio Chino, narrado con la técnica perspectivista, que consiste en estar contado desde el punto de vista de la narradora, en este caso Andrea, y más adelante desde el punto de vista de Gloria.
El Espacio como Reflejo del Conflicto Interno
En cuanto al espacio, el cambio espacial del viaje está vinculado a un cambio existencial. La estancia en Barcelona es una experiencia vital que le permite a Andrea alcanzar su madurez personal. Aparecen dos espacios antagónicos, es decir, opuestos entre sí: la casa de la calle Aribau y Barcelona.
- La casa de la calle Aribau: Considerada por Andrea como un espacio en el que sus días son vacíos, es metáfora de la opresión, la angustia, la pobreza y la muerte.
- Barcelona: Simboliza la libertad, la despreocupación, la riqueza y la vida, contrarrestando la solidez de la casa de la calle Aribau y ofreciendo nuevas posibilidades de evasión mediante los paseos de Andrea.
Dichos paseos por la ciudad de Barcelona y las salidas de Andrea a la universidad le dan a la narradora liberación, aunque nunca por completo, ya que cuando parece haberla conseguido, los problemas de la calle Aribau eliminan esa sensación de independencia. Por lo tanto, Barcelona nunca llega a ser perfecta. Las ganas de Andrea por conocer los distintos ambientes de Barcelona en su época resultan contrarias a las convenciones morales que defiende su tía Angustias. Se hacen alusiones a lugares concretos y reales de este espacio, como la universidad, el Barrio Chino, el Barrio Gótico y la Barceloneta, además de otros como la casa de Ena, el estudio de Guíxols, la mansión de Pons, el puerto, la playa y las montañas.
Espacios Interiores y Exteriores: Un Contraste Simbólico
En cuanto a esta oposición entre los espacios interiores y los exteriores:
- Espacios interiores (casa de la calle Aribau): Representan la miseria económica, la falta de esperanza, la frustración y la opresión. Son sucios, sórdidos, ruinosos y sombríos. Se puede ver proyectada la personalidad de cada personaje en su espacio:
- El cuarto de Andrea: refugio ante las incidencias familiares.
- El cuarto de baño: también usado como refugio, y donde Andrea se ducha con agua (símbolo de limpieza física y moral).
- La buhardilla de Román: entorno de artistas solitarios, de bohemia y de charlas.
- El cuarto de Angustias: ordenado, con olor a naftalina e incienso.
- El cuarto de Gloria: descrito como «cubil de una fiera».
- Espacios exteriores: Representan la felicidad, la libertad, la cultura, la historia, el amor, las clases sociales y el mundo nuevo para Andrea. Ofrecen la luz, la posibilidad de liberación de que Andrea lleve su propia vida lejos del ambiente asfixiante de la casa de la calle Aribau, las novedades y la amistad. Este espacio está dividido en dos ámbitos sociológicos:
- Clase alta: la casa de Ena, el estudio de Guíxols, la universidad.
- Clase marginal: el Barrio Chino, con referencias a la miseria.
En estos espacios encontramos la Estación de Francia (puerta de entrada a Barcelona); la universidad (puerta de la cultura y estudios de filosofía y letras); el estudio de Guíxols (puerta de la amistad); la casa de Ena y de Pons (puerta abierta a la clase alta); el Puerto y Santa María del Mar (donde se observan ciertos restos de la Guerra); el Barrio Chino (toma de contacto con la clase baja); la catedral, las Ramblas y la Boquería (conocimiento de ambientes) y las excursiones por la costa (convivencia con la amistad y contacto con la clase alta). Andrea quiere mantener separados estos dos espacios, aunque estos entran en contacto por Román, que entrelaza la casa familiar con la familia de Ena.
El Tiempo: Un Marco Histórico y Personal
Tiempo externo: La obra Nada se ambienta en la España de la inmediata posguerra, desde octubre de 1939 hasta septiembre de 1940. Esto se deduce porque en el baile de Pons se alude al inicio de la Segunda Guerra Mundial por los ricos que van a sacar provecho de la guerra.
Tiempo interno: Corresponde con el curso académico de Andrea en la universidad, siendo este un tiempo lineal. Dentro de este tiempo, hay referencias a meses, estaciones del año y fechas concretas (Nochebuena, la noche de San Juan y San Pedro). A veces, encontramos alusiones al pasado, como la llegada de los abuelos a Barcelona a finales del siglo XIX desde Cuba, temporadas excitantes de Andrea en Barcelona con 7 años, la adolescencia en el pueblo, los amores de Román y Margarita, y la Guerra Civil en la conversación de la abuela con Gloria. No hay alusiones al futuro, por lo que no se sabe lo que sucede en Madrid, aparte de que la narradora se sitúa en un tiempo cercano a los hechos, recopilando recuerdos.
Temas Centrales de ‘Nada’
1. La Soledad como Experiencia Existencial
Los personajes de la novela son, ante todo, seres solitarios que viven en su propio mundo y no necesitan a nadie. Se consideran personas marginadas y viven con una sensación de aislamiento. Al llegar a Barcelona, Andrea experimenta la soledad excitante como una oportunidad de independencia. Disfruta de sus paseos nocturnos, donde encuentra una sensación de libertad y refugio frente a la opresión familiar. Sin embargo, con el tiempo, su soledad se vuelve dolorosa. La casa de sus parientes, con su violencia y decadencia, se convierte en un lugar claustrofóbico, y su intento de integrarse en la universidad y en nuevas relaciones fracasa. La ruptura con Ena y su aislamiento en la fiesta de Pons refuerzan su soledad emocional, mostrando que, aunque busca compañía, nunca logra llenar el vacío que siente.
2. La Búsqueda de la Libertad y sus Limitaciones
En Nada, la libertad es un tema central que Andrea asocia con la felicidad y la independencia. Desde su llegada a Barcelona, experimenta una «soledad excitante», sintiendo que comienza una nueva etapa donde podrá vivir sin restricciones. Sin embargo, pronto se enfrenta a obstáculos que limitan su libertad, siendo el principal su tía Angustias, cuya autoridad y moralidad represiva la asfixian, imponiéndole el modelo tradicional de mujer sometida al matrimonio o la religión.
Para escapar de este control, Andrea busca pequeñas formas de independencia. Su independencia económica, aunque limitada, le permite tomar decisiones sin rendir cuentas, como cuando gasta irresponsablemente su paga en dulces y cine, a pesar de saber que pasará hambre. Además, encuentra libertad en sus paseos solitarios por las calles de Barcelona, donde se siente dueña de su destino, lejos de la opresión familiar. Su lucha por la liberación femenina también se enfrenta a la moralidad conservadora de la posguerra, que impone un papel sumiso a las mujeres. Mientras algunos personajes, como Angustias y Juan, defienden estos valores, otros, como Román y Gloria, los desafían abiertamente. Andrea rechaza la idea de casarse o depender de un hombre, buscando una independencia que en la sociedad de la época resulta difícil de alcanzar. A lo largo de la novela, Andrea lucha por mantener su libertad, pero descubre que esta puede traer consigo soledad, caos e incertidumbre, reflejando el conflicto entre el deseo de independencia y las duras condiciones de la posguerra.
3. Las Cicatrices de la Guerra Civil
La novela refleja los estragos de la posguerra a través de la familia de Andrea, cuyos miembros son seres heridos, destruidos y frustrados. El hogar en la calle Aribau es un espacio de hambre, pobreza y decadencia, en contraste con un pasado próspero y feliz. Antes de la guerra, la familia vivía con estabilidad: el abuelo estaba vivo, la abuela organizaba el hogar y el piso era limpio y ordenado. Sin embargo, en el presente, el abuelo ha muerto, la abuela está senil, y la casa refleja el deterioro de sus habitantes: los muebles han sido vendidos, el espacio es oscuro y sucio, y la comida escasea. Juan no consigue vender sus cuadros, Gloria apuesta clandestinamente para alimentar a su hijo, y Román se dedica al contrabando para sobrevivir. Las consecuencias de la guerra también se ven en el paisaje: Andrea observa barcos hundidos y vitrales rotos en su recorrido por Barcelona, símbolos de un país en ruinas. A su vez, el derroche de las clases altas, representadas por la familia de Pons, contrasta con la miseria de los vencidos, evidenciando la desigualdad social que dejó la contienda.