La Poesía Española del Primer Tercio del Siglo XX
La poesía española del primer tercio del siglo XX es, sin duda, la más importante de la poesía europea, tanto por su calidad como por su cantidad. Se habla de un segundo siglo de oro de nuestra literatura. Juan Ramón Jiménez y Aleixandre fueron premios Nobel de Literatura.
El Modernismo: Renovación Poética
El modernismo, movimiento literario panhispánico de finales del siglo XIX y principios del XX, heredero del Romanticismo, supuso una renovación de la poesía española. Se caracterizó por su espíritu antiburgués de influencia francesa: el Parnasianismo (“El arte por el arte”) y el Simbolismo.
En cuanto a los temas, destacan el exotismo, el paganismo y el aristocratismo, como rechazo de la vulgaridad y el gusto burgueses, dando importancia al esteticismo. Está bañado por la nostalgia, la melancolía, la tristeza, el amor sensual y el erotismo.
Típico del Modernismo es la búsqueda de valores sensoriales, de color y de sonido a través de la sinestesia (verso azul), de aliteraciones y de cultismos. También se cultivó el verso alejandrino, metros poco usuales (eneasílabo, dodecasílabo) y los pies acentuales.
El gran maestro modernista es Rubén Darío. Grandes poetas españoles se iniciaron en el Modernismo para luego distanciarse hasta lograr una poesía personal y original (Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez).
Figuras Clave del Modernismo
J.R. Jiménez fue un obrero de la poesía y de la belleza; sometía toda su obra a una reelaboración y depuración constantes. Su poesía se divide en tres etapas: la “época sensitiva”, bajo la influencia del Modernismo y de Bécquer (Almas de violeta, Platero y yo); la época intelectual de la “poesía desnuda”, y la época “suficiente” o “verdadera”, tras la guerra, su poesía se volvió abstracta, metafísica y de gran hermetismo (Dios deseado y deseante).
A. Machado pertenece a la Generación del 98. Fue amigo de Rubén Darío (influencia modernista y simbolista). Demuestra una gran obsesión por el paso del tiempo y la juventud perdida (Soledades, galerías y otros poemas). En Campos de Castilla, a través del paisaje castellano de Soria, expresa una visión crítica de España (“La saeta”) y el recuerdo de su joven esposa y el dolor de su muerte (“A un olmo seco”).
Las Vanguardias y su Impacto
A principios del siglo XX, en Europa tuvieron lugar una serie de movimientos artísticos que rompieron radicalmente con la tradición: las vanguardias (cubismo, surrealismo…). También tuvieron un gran éxito en España. Ramón Gómez de la Serna (creador de la greguería) ayudó en la difusión de estos movimientos. Algunos con el ultraísmo (Borges), el creacionismo (Gerardo Diego) y el surrealismo, que postula la liberación de los impulsos reprimidos del subconsciente por la lógica y la razón, dando lugar a imágenes oníricas y visionarias.
La Generación del 27: Fusión de Tradición y Vanguardia
La Generación del 27, la más importante del primer tercio del siglo XX, reivindica la metáfora y la imagen conmemorando la muerte de Góngora. Además, su estilo poético, dentro de la diversidad de sus miembros (Pedro Sabina, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Lorca, Alberti, Aleixandre, Cernuda…) se caracteriza por la fusión entre la tradición literaria y las vanguardias.
Hasta la Guerra Civil, la trayectoria poética de esta generación se divide en dos etapas:
- Hasta finales de los años veinte predican una poesía “pura”. Su mayor logro poético es el libro Cántico, de Jorge Guillén (optimismo vital). Otras manifestaciones son el neopopularismo, de García Lorca (Romancero gitano, síntesis ante el romance tradicional y la vanguardia) y de Rafael Alberti (Marinero en tierra, nostalgia del mar de Cádiz), y el neobarroquismo gongorino de Gerardo Diego (Manual de espumas) y de Alberti (Cal y canto), así como, posteriormente, de Miguel Hernández. En definitiva, se trata de una poesía hermética, de gran rigor estético y rebosante de metáforas e imágenes.
- Comprendida desde 1927 hasta la Guerra Civil; ahora trabajan la poesía “impura”, la cual rehumanizan. Buen ejemplo de ello es la poesía amorosa de Pedro Salinas (La voz a ti debida). Es el momento de la influencia del surrealismo y de Pablo Neruda, visible en dos obras fundamentales: en Poeta en Nueva York F. García Lorca expone la deshumanización de la urbe (sociedad si queréis) con imágenes visionarias y el verso libre, y en Sobre los ángeles, donde Alberti cultiva una poesía política de ideología comunista. También se aprecia cierta influencia en Aleixandre (La destrucción o el amor) y en Luis Cernuda (La realidad y el deseo), comprometido con la República.
Miguel Hernández: Un Epígono Genial
Miguel Hernández no es un miembro genuino de la Generación del 27, sino un “genial epígono”, el último imitador de esta forma de poesía. Aferrado a su vocación y a la conciencia de su propia valía, emprende una carrera vertiginosa. Tras su primer viaje a Madrid, destaca el neobarroquismo gongorino de su primer libro, Perito en lunas, formado por 42 octavas reales, como el Polifemo de Góngora. En su segundo viaje a Madrid comienza a integrarse en el ambiente literario de la capital y mama del surrealismo y de amistades como Aleixandre y Neruda. De esta época destaca su libro de sonetos de pasión amorosa El rayo que no cesa. Con la guerra, su poesía se convierte en arma de combate al servicio del pueblo (Viento del pueblo y El hombre acecha). Alcanza su voz más auténtica en Cancionero y romancero de ausencias, donde a través de la poesía popular expresa sus sentimientos de amor, de ausencia y de desolación más hondos.