Exploración de la Poesía de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez

La Edad de Plata y Dos Voces Andaluzas: Machado y Juan Ramón Jiménez

Los primeros años del siglo XX conocieron en España una floreciente etapa literaria que se ha dado en llamar la Edad de Plata de la literatura española. Entre la nómina de autores pertenecientes al Modernismo, el Novecentismo y la Generación del 27, destacaron dos autores andaluces que, si bien se iniciaron en la poesía modernista, pronto cambiaron su lenguaje poético para hacerlo más personal y dotarlo de unos rasgos particulares y personales que, de manera diferente, influyeron en las generaciones inmediatas: Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.

Antonio Machado: Vida, Obra y Evolución Poética

La vida del sevillano ANTONIO MACHADO (1875-1939) estuvo marcada por una educación laica y progresista en la Institución Libre de Enseñanza y por sus dos grandes amores, la jovencísima y prematuramente fallecida Leonor Izquierdo y la poeta Pilar Valderrama, la Guiomar de sus últimos poemas, así como por el paisaje de Soria. La guerra civil lo posicionó en el bando republicano, lo que le hizo exiliarse a Collioure, donde murió en febrero de 1939. En el bolsillo de su abrigo se encontró un último verso: “Estos días azules y este sol de la infancia”.

Primera Etapa: Intimismo Modernista

Su primera etapa poética está marcada por el lenguaje modernista, cargado de símbolos e intimismo posromántico, perceptible en Soledades, de 1903, si bien en la reedición de 1907 bajo el título Soledades, galerías y otros poemas suprime los poemas más modernistas y añade otros nuevos, acentuando la línea intimista, la búsqueda del yo. En conjunto se trata de una obra centrada en la introspección y el intimismo. La poesía sirve para indagar en las profundidades (“galerías”) del alma, para buscar el sentido de la existencia humana; por ello los temas preferentes serán “universales de sentimiento”, los universales de la poesía: tiempo, muerte, Dios. Temas relacionados son el paso del tiempo, la memoria, los sueños, la infancia y la juventud perdidas, tratados con un tono melancólico, nostálgico, pesimista, y evocados a través de una compleja red de símbolos personales, tales como la tarde, el huerto, la fuente, el jardín.

Segunda Etapa: Compromiso con Castilla

Con Campos de Castilla (1912) inicia una nueva etapa en la que cobra relieve la realidad exterior, el yo del poeta pasa a un segundo plano y se abre a los otros. Machado dirige su mirada hacia fuera, hacia los hombres y la historia. En este poemario evoca el paisaje y las gentes de Castilla, y reflexiona sobre su momento actual, siguiendo el espíritu de los noventayochistas (Generación del 98). La sensibilidad de Machado conectó profundamente con las tierra castellanas: «Me habéis llegado al alma / ¿O acaso estabais en el fondo de ella?». El tema fundamental es la decadencia de España y el carácter de sus habitantes, aunque también se enfrenta en esta obra con el enigma de la vida, le asaltan preocupaciones religiosas (“La saeta”) o inquietudes amorosas (“A un olmo seco”). Nuevos símbolos entran en el universo machadiano: el camino y el río, símbolos de la vida, en la que no cabe retroceso, y el mar, símbolo de lo absoluto e ilimitado. (“Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar”).

Tercera Etapa: Reflexión y Autores Apócrifos

La muerte de Leonor le produjo una intensa crisis creadora (como dijo en un poema, “se ha dormido la voz en mi garganta”). Machado empieza a concentrar su mente en la filosofía y no escribe su siguiente libro hasta 1924, Nuevas canciones, que continúa la línea de Campos de Castilla, mostrando su insatisfacción por la lírica intelectual, por la que se adentraba Juan Ramón, y por la lírica del XIX, elaborando así una estética del futuro. Es entonces cuando crea a sus autores apócrifos: Abel Martín y Juan de Mairena, que le prestan su voz para poner de manifiesto su disconformidad con la literatura deshumanizada de los jóvenes vanguardistas de su tiempo.

Antonio Machado buscó siempre la máxima claridad expresiva, dar testimonio a través de su poesía del acontecer de su época y de su propia vida. Por eso, por encima de modas y gustos, la obra de Machado se alza como modelo ético y poético.

Juan Ramón Jiménez: La Búsqueda de la Belleza y la Eternidad

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ tuvo un temprano interés por la poesía popular y “regional”, lo que le hace escribir desde muy joven. Su personalidad está marcada por el contacto con la Institución Libre de Enseñanza, por la muerte de su padre y por su esposa Zenobia Camprubí, con quien se exilia en América hasta su muerte, en Puerto Rico, dos años después de recibir el Premio Nobel. A pesar de que se puede hablar de varias etapas en su obra, el propio Juan Ramón la concibió como un único libro, una “poesía en sucesión”, que él mismo somete a constantes revisiones y reediciones. Toda su poesía responde a una sola y misma búsqueda de Belleza, y a una triple sed: belleza, conocimiento y eternidad. Sin embargo, el poeta reconocía en sus últimos años tres etapas en su producción:

  • Época sensitiva
  • Época intelectual (a partir de 1916)
  • Época suficiente o verdadera (a partir de 1936)

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