Evolución Literaria de Ramón María del Valle-Inclán

1. Evolución de la Obra de Valle-Inclán

La producción de Valle-Inclán es considerable y variada: novelas, cuentos, teatro, poesía… En todos esos géneros se observa una singular evolución paralela al cambio ideológico que sufrió el autor. Este, por sus orígenes y por su sensibilidad, se mostró desde un principio declaradamente antiburgués. Y así, hacia 1910 se proclama “carlista por estética”. Pero, a partir de 1915, dará un giro radical: se seguirá oponiendo a la civilización burguesa, pero ya no desde un tradicionalismo idílico, sino desde posiciones revolucionarias.

Como hemos señalado, en todos los géneros que cultivó se observa también una evolución desde un Modernismo elegante y nostálgico a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad. De este modo, la obra de Valle-Inclán puede ser dividida, simplificando su evolución, en tres etapas fundamentales.

1.1 Etapa Decadente (Modernismo)

La primera etapa, teñida aún de Modernismo, abarca sus primeras obras: Femeninas (1895), Epitalamio, Jardín Umbrío, Corte de Amor, Flor de Santidad (1897-1904). Abarca también el cuarteto de “Las Sonatas”: Sonata de Otoño (1902), Sonata de Estío (1903), Sonata de Primavera (1904), Sonata de Invierno (1905). Las Sonatas, supuestas memorias del Marqués de Bradomín, “un don Juan feo, católico y sentimental”, son obra plena de aventuras y episodios amorosos y amorales, evocadores de un mundo en decadencia, y narrados con una exquisita prosa modernista, equivalente al verso de Rubén Darío.

1.2 Transición al Esperpento (Comedias Bárbaras)

A esta etapa, le sigue un periodo de transición hacia el Esperpento, periodo caracterizado como ciclo de las “Comedias Bárbaras”: Águila de Blasón (1907), Romance de Lobos (1908), y Cara de Plata (1922), añadida más tarde. Son obras ambientadas en el mundo rural gallego. Tienen como protagonista a un hidalgo tiránico, don Juan de Montenegro, que preside un mundo heroico en descomposición y lleno de personajes violentos, tarados, lunáticos, movidos por pasiones de fuerza alucinante. El lenguaje es ahora más fuerte y hasta agrio, pero siempre musical y brillante. Con estas obras ha iniciado Valle su “teatro en libertad”. Junto a esta trilogía dramática, Valle escribe una trilogía de novelas sobre las guerras carlistas (1908-1909): Los cruzados de la Causa, El Resplandor de la Hoguera, y Gerifaltes de Antaño. En ellas Valle contrasta el heroísmo romántico y la brutalidad de la guerra.

1.3 Plenitud y Madurez (El Esperpento)

La época de plenitud y madurez es la época de los Esperpentos. En 1920 escribe cuatro obras dramáticas en las que va acuñando el peculiar género del Esperpento: Farsa y Licencia de la Reina Castiza, Farsa Italiana de la Enamorada del Rey, Divinas Palabras y Luces de Bohemia. Dentro de la obra de Valle-Inclán, la época literaria de los esperpentos es quizá el momento de mayor vigor creativo de su autor. Divinas Palabras es un violento drama ambientado en un mundo sórdido, moralmente deforme y con un lenguaje desgarrado. Quizá es la cima dramática de su autor, si exceptuamos Luces de Bohemia.

La deformación esperpéntica está ya presente en esas obras, sobre todo en esta última, pero es Luces de Bohemia la primera a la que Valle-Inclán da el nombre de esperpento. Con esta palabra designa Valle a aquellas de sus obras en que se mezcla lo trágico y lo burlesco, con una estética que quiere ser “una superación del dolor y de la risa”. Es en esta obra, Luces de Bohemia, donde no sólo utiliza por primera vez el término esperpento, sino que lo define en una escena clave, la escena XII, en la que muere el protagonista tras haber explicado sus características esenciales. Del diálogo dramático que mantiene Max Estrella con Don Latino en dicha escena, podemos deducir la conciencia definida que tenía Valle-Inclán de su nuevo género.

Siguen otros Esperpentos: Los Cuernos de Don Friolera (1921), Las Galas del Difunto (1926), La Hija del Capitán (1927), las tres bajo el título común de “Martes de Carnaval”. De la misma época (1924-1927) es el Retablo de la Avaricia, la Lujuria y la Muerte, que integra varias piezas, breves pero geniales muestras de la estética valleinclanesca. En esta última etapa escribe también novelas, que son esperpentos acrecidos que no podían darse en forma dramática. Entre ellos está Tirano Banderas (1926), novela sobre un inventado dictador americano, con una genial recreación del lenguaje hispanoamericano, y la trilogía “El Ruedo Ibérico”, violenta sátira política sobre el reinado de Isabel II, que incluye: La Corte de los Milagros (1927), Viva mi Dueño (1928), y Baza de Espadas (1932).

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