Evolución Histórica de los Géneros Literarios: De la Antigüedad al Romanticismo

Evolución de los Géneros Literarios: Un Recorrido Histórico

1.L) En la teoría clásica de los géneros, se diferencia una tipología elaborada deductivamente a partir de la definición de la literatura como “mímesis”; y una elaboración de taxonomías a partir de los géneros históricos presentes en las literaturas griega y latina.

Platón, en La República III, distingue tres clases de poesía según el papel del autor en el texto: “un tipo de poesía y composición de mitos íntegramente imitativa” sin intervención del poeta, que serían la tragedia y la comedia; otro que se produce “a través del recital del poeta”, en el que engloba a lo que después se llamará lírica; y un último género “en que se mezclan ambos procedimientos” y que corresponde a la épica.

Aristóteles (Poética 1448a) establece la clasificación de los géneros a partir del modo, el medio y el objeto de imitación. Respecto a los modos de imitación, diferencia dos: la forma activa propia del teatro, en que únicamente intervienen los personajes; y la forma narrativa en que pueden señalarse dos variedades según si el poeta narra personalmente, o lo hacen sus personajes. Respecto al medio de imitación (ritmo, canto, verso), se diferencian por usarlos de manera distinta. Y en cuanto al objeto de imitación, los géneros se distinguen por hacer a los hombres mejores, peores o iguales. Para Aristóteles, los géneros están sujetos a la posibilidad de cambio y tienen unas características estructurales propias (tiempo, acción, tipo de verso…)

Platón también incluye en el Ion una propuesta taxonómica; como el poeta escribe según le inspira la Musa, cada uno sobresale en un género determinado y no en los demás, y diferencia los ditirambos, loas, danzas, epopeyas y yambos; y en Las leyes clasifica los géneros musicales y habla de himno, treno, ditirambo, peán y nomo. Por su parte, Aristóteles habla de ditirambo, comedia, tragedia, nomos y parodias.

El Romanticismo y la Crisis de los Géneros

2.L) El movimiento cultural más decisivo en el cambio de orientación que va a tomar la reflexión sobre los géneros es el romanticismo, aunque también contribuyen a ello formas de pensamiento, como la filosofía de Hegel, que no tienen carácter romántico. Se produce un cuestionamiento de la idea de género. Esta crisis conduce a un cuestionamiento de nuevos criterios e incluso lleva a una negación del género en los casos más extremos.

El romanticismo como movimiento cultural y artístico es la manifestación de un cambio de la sociedad europea. Si bien la Ilustración había depositado sus expectativas en el protagonismo y desarrollo del Ser Humano, sin embargo el orden político absolutista y la concepción racionalista e inmutable de lo humano que la Ilustración representaba obstaculizaban dicho ideal, haciéndose perceptibles sus límites. Ya a lo largo del siglo XVIII toma cuerpo una visión relativista de las percepciones y de los comportamientos humanos que lleva a admitir que cada época y sociedad, lo mismo que cada individuo, tienen su propia singularidad humana. La filosofía de la historia, que se formula en ese periodo, no es sino una cristalización de esa visión del desarrollo humano a través de la diversidad. En relación con esto se produce una defensa, y con el Romanticismo una apoteosis, de la subjetividad, tanto del individuo como de los grupos humanos. Se entiende que tanto los humanos como los pueblos a los que pertenecen tienen un nacimiento y desenvolvimiento propios. Se lleva a cabo una defensa de la originalidad y un rechazo de las normas. Esta mentalidad se observa también en el tratamiento de los géneros.

Con el Romanticismo se lleva a cabo también una defensa de la originalidad y un rechazo de las normas. Este cambio de actitud conlleva el que se ponga de relieve la transformación de los géneros, hasta el punto de que en formulaciones extremas se sostenga que los géneros son un obstáculo para la elaboración y comprensión de las obras de arte literarias, y que por tanto hay que darlos por inexistentes, como si entre la obra y la literatura en general no operara ninguna entidad intermedia. A esto se llegará a finales del siglo XIX, pero en cualquier caso se afirma que los géneros están en constante transformación, hacia la disolución o la mezcla con otros, dándose lugar a géneros nuevos.

Hay géneros que por su mezcla o síntesis superan los anteriores, como ocurre con el drama (según piensa Lessing, A. Schlegel, V. Hugo…) o con la novela (así piensa F. Schlegel, Shelling, J. P. Richter…).

Se entiende que hay una afinidad entre las artes, y así, por ejemplo, J. P. Richter establece un paralelismo claro entre la poesía y la música romántica. La síntesis que se contempla, no es sólo, por tanto, dentro de cada una de las artes, sino que el drama, que ya de por sí es síntesis de épica y lírica, confluiría con la música en el drama musical, el cual consideran como el género de mayor proyección en el futuro (Véase en el apartado anterior, cómo los géneros que suman o sintetizan, imponiéndose sobre los otros de los que parte, son los propios de las últimas etapas de la historia de las artes y de la literatura).

En relación con la problemática de los géneros, hay que tener en cuenta que a partir del romanticismo las actitudes y categorías estéticas tales como “lo romántico”, “lo sentimental”, “lo satírico”, “lo humorístico”, “lo irónico”, adquieren importancia al mismo nivel que los géneros (véase la práctica del tema 1 dedicada a géneros y categorías). F. Schlegel dice que en la novela como género mixto cabe el mito, la narración, lo romántico, lo glorioso. Para J. Richter lo romántico es una categoría que se superpone a los géneros.

En determinados casos estas actitudes equivalen a procedimientos transformadores de los géneros. Víctor Hugo señala la importancia de la parodia como género de síntesis y su importancia para el nacimiento de nuevos géneros como la novela. En esto se adelanta a ideas de algunos formalistas rusos y de Bajtin.

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