Evolución Escénica en España Pre-Guerra Civil: De Benavente a Lorca

Tendencias del Teatro Español Anterior a 1939

La escena teatral española anterior a 1939 estaba dominada por un teatro de carácter conservador y comercial que encontraba gran acogida entre un público predominantemente burgués, que solo buscaba en el espectáculo dramático un medio de entretenimiento. A medida que avanza el siglo, destacan los intentos de renovación de algunos autores que incorporaron innovaciones procedentes de corrientes europeas y relativas a la finalidad del teatro, los temas tratados, la técnica dramática y los elementos escénicos.

Así se explica que el teatro español del primer tercio de siglo se reparta en dos frentes:

1. El Teatro Comercial

En el teatro tradicionalista se observan varias tendencias: la comedia burguesa, el teatro en verso y el teatro cómico.

1.1. La Comedia Burguesa Benaventina

Jacinto Benavente es la figura más representativa de las posibilidades y limitaciones del momento. Tuvo un comienzo audaz con El nido ajeno, que trata sobre la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa. Los jóvenes inquietos aplaudieron su carga crítica y, a la vez, lo saludaron como un renovador del lenguaje teatral. Pero la comedia fue un fracaso: tuvo que retirarse del cartel.

Se vio entonces Benavente ante el citado dilema: mantener la carga crítica y verse rechazado, o aceptar los límites impuestos por el público. Al fin, escogería lo segundo. En efecto, el tono va suavizándose en sus obras siguientes: entre otras, La noche del sábado, Rosas de otoño… Sigue retratando, en general, a las clases altas, con sus hipocresías y convencionalismos; sabe que al público burgués le gusta sentirse criticado hasta cierto punto, que se cuida de no traspasar. Y así, no solo es tolerado, sino cada vez más aplaudido.

  • Sus obras se mantendrán en la línea de la llamada “comedia de salón”, salvo excepciones. La excepción más notable es Los intereses creados (1907), su obra maestra, deliciosa farsa que encierra una cínica visión de los ideales burgueses.
  • También intentó el drama rural. Y aquí, su mayor éxito sería La Malquerida (1913), sobre una devastadora pasión incestuosa.
  • En 1922 se le concede el Premio Nobel. Y el éxito de público seguirá acompañando a sus obras posteriores, incluso en la posguerra.

1.2. El Teatro Poético Modernista

Lo que a principios de siglo se llamaba “teatro poético” combina resabios posrománticos con rasgos de estilo modernista (el verso sonoro, los efectos coloristas, etc.). Todo ello asociado, curiosamente, a una ideología tradicionalista que, ante la crisis espiritual de la época, responde exaltando los ideales nobiliarios y los grandes hechos del pasado.

  • Francisco Villaespesa. Es autor de poemarios de un modernismo fácil y superficial. Sus dramas son ejemplo de aquella mirada a las glorias pasadas; baste citar títulos como El alcázar de las perlas, Doña María de Padilla, La leona de Castilla
  • Eduardo Marquina. Alternó también la lírica y el teatro. Cosechó grandes éxitos de público con inevitables dramas históricos, como Las hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol (su obra más famosa) o Teresa de Jesús, etc.

1.3. El Costumbrismo Cómico

Nos referiremos sobre todo a dos géneros que alcanzaron éxito de público: la comedia costumbrista y el sainete. Se caracteriza este teatro por hacer hincapié en el ambiente pintoresco de determinadas regiones españolas (Madrid, Andalucía), por la creación de personajes típicos, por su lenguaje coloquial y humorístico y, en lo ideológico, por su conservadurismo.

  • El alicantino Carlos Arniches es el más conocido autor de sainetes. Especialista en las costumbres madrileñas de los barrios populares, sus personajes achulados y castizos se expresan con un rico lenguaje que provoca la carcajada. Sus sainetes más logrados son El santo de la Isidra y Flor del barrio. Desde 1916, Arniches intentó un género nuevo, denominado tragedia grotesca, con obras construidas con personajes caricaturescos y trágicos a la vez, en las que se advierte una cierta crítica social. La señorita de Trevélez es el título más conocido de esta serie.
  • Los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero escribieron en colaboración cerca de doscientos sainetes y comedias costumbristas ambientadas en una Andalucía irreal y tópica. El humorismo omnipresente pinta una Andalucía rosa, sin preocupaciones, ajena a la conflictiva realidad de la región. Los títulos más destacados son El patio, Las de Caín, Malvaloca,…
  • En un nivel inferior de calidad, que no de éxito, situemos el género cómico llamado “astracán”, cuyo creador fue Pedro Muñoz Seca. Son piezas descabelladas, sin más objeto que arrancar la carcajada, pero no puede olvidarse un título como La venganza de don Mendo, hilarante parodia de dramas románticos o neorrománticos y, de rechazo, del teatro en verso de aquellos años.

2. El Teatro Renovador

En el teatro renovador, que se enfrenta al teatro comercial vigente, se pueden distinguir dos orientaciones: el teatro de ideas y el teatro vanguardista.

2.1. Teatro de Ideas

Se enmarcan en el teatro de ideas los autores que proyectan en las obras dramáticas sus principios existenciales y sociales con el fin de remover la conciencia del espectador.

  • Miguel de Unamuno (Fedra, El Otro)
  • Jacinto Grau (El señor de Pigmalión)

2.2. Teatro Vanguardista

El teatro vanguardista sirvió para experimentar con nuevas técnicas de representación escénica.

  • Ramón Gómez de la Serna (Los medios seres)
  • Rafael Alberti (El hombre deshabitado)
  • Además, hay que destacar la figura de Alejandro Casona, que consiguió gran éxito con su teatro poético y simbólico (La sirena varada, Nuestra Natacha y, ya en el exilio, La dama del alba).

Pero en la renovación del teatro sobresalen especialmente dos dramaturgos que supieron aunar la exposición y difusión de ideas con la innovación en las técnicas dramáticas y en el lenguaje: Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca.

2.3. Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)

Ramón María del Valle-Inclán es el creador del esperpento, que consiste en distorsionar la historia y la sociedad española con una estética deshumanizante que se aplica a las situaciones, los personajes y el lenguaje para dar una visión crítica, grotesca y trágica de la realidad que hace reflexionar al espectador.

La producción teatral de Valle-Inclán se puede organizar en tres ciclos o periodos fundamentales:

  • Ciclo mítico: Tras unos inicios modernistas, Valle-Inclán inicia este ciclo, formado por las Comedias bárbaras y Divinas palabras. En estas obras se representa una Galicia mítica convertida en un universo hostil que rige la conducta de los personajes. Divinas palabras (1920), que se centra en la codicia que se desata en torno a un enano hidrocéfalo convertido en espectáculo de feria, se aproxima al esperpento por su crítica de la condición humana y su estética.
  • Ciclo de las farsas: En este ciclo (Farsa italiana de la enamorada del rey; Farsa y licencia de la reina castiza), el teatro de Valle-Inclán presenta también características que apuntan al esperpento: parodia de la estética modernista, combinación de lo grotesco y lo sentimental e intensificación progresiva de la crítica ideológica.
  • Ciclo esperpéntico: Se inicia con Luces de Bohemia (primera versión en 1920 y versión definitiva en 1924), obra en la que Valle-Inclán formula los principios del esperpento y lleva a cabo una sátira de la historia, la sociedad, la política, la cultura y el arte en España mediante la parodia de todo tipo de ambientes y la visión distorsionada de situaciones y personajes. El trágico y absurdo final de Max Estrella –un poeta ciego y fracasado que deambula por Madrid acompañado de su guía y amigo Latino de Híspalis– representa la derrota del idealismo y la constatación de la injusticia. Tras esta obra, Valle escribió otros tres esperpentos, que agrupó bajo el título de Martes de Carnaval, en los que se parodia al ejército español.

2.4. Federico García Lorca (1898-1936)

La concepción del teatro de Federico García Lorca se inscribe en la línea de los intentos de renovación dramática llevados a cabo por otros autores vinculados a la Generación del 27.

Sin embargo, el teatro lorquiano se diferencia de otros ensayos renovadores por presentar el sello inconfundible de las obsesiones personales del autor, que son comunes a su teatro y a su poesía, y un manejo magistral de las técnicas dramáticas y el lenguaje. Los aspectos fundamentales del teatro de Lorca son los siguientes:

  • La intención didáctica, por la que se plantean temas de interés existencial y social sobre los que el autor pretende hacer reflexionar al espectador.
  • La plasmación del conflicto entre la realidad y el deseo, que ocasiona la frustración del individuo y, como última consecuencia, su destino trágico.
  • La perfecta fusión de la dimensión humana y la dimensión estética.
  • La combinación de lo culto con lo popular para crear un lenguaje dramático basado en la tradición literaria y en el folclore español.

En la evolución del teatro lorquiano se pueden distinguir tres etapas:

  • Primeras obras: Se incluyen los primeros tanteos dramáticos del autor: una obra de tipo romántico (El maleficio de la mariposa); Mariana Pineda (1925), drama histórico que supuso su primer éxito; y farsas para actores (La zapatera prodigiosa), que abordan el enfrentamiento entre el amor y los intereses sociales.
  • Dramas vanguardistas: Esta segunda etapa está marcada por la experiencia vanguardista surgida a partir del viaje de Lorca a Estados Unidos en 1929. En su momento, el mismo autor consideraba que las dos obras de esta etapa, El público y Así que pasen cinco años, eran irrepresentables por su hermetismo surrealista y por las dificultades técnicas. En ambas se aborda la frustración del individuo que se enfrenta a la represión de sus deseos más íntimos.
  • Teatro de plenitud: En esta etapa, Lorca escribe Bodas de sangre (1933), Yerma (1934), el drama Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores (1935) y La casa de Bernarda Alba (1936). Las tres tragedias rurales son obras protagonizadas por mujeres que se debaten entre el principio de autoridad y el de libertad individual, conflicto que origina frustración y muerte: en Bodas de sangre, una boda por intereses económicos que pretende ocultar una pasión amorosa auténtica, finaliza con un enfrentamiento sangriento; en Yerma, la maternidad frustrada y la presión social hacen perder el juicio a la protagonista, que termina asesinando a su marido; y en La casa de Bernarda Alba, obra maestra del teatro lorquiano, la rebeldía de Adela ante la tiranía social encarnada por Bernarda, su madre, termina con el suicidio de la joven.

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