El teatro posterior al 39
Al finalizar la guerra civil española, nuestro teatro se encuentra con 3 graves problemas:
- a. Por un lado, el agravamiento de las condiciones comerciales del género teatral: la crisis económica hace que solamente los más poderosos puedan asistir a las representaciones, y la censura impide todo contenido político crítico en las obras.
- b. Por otra parte, se produce un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro con anterioridad a la guerra, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros (Valle-Inclán, Unamuno y García Lorca) o al exilio de otros (Max Aub, Alejandro Casona, Rafael Alberti). Esta ruptura se produce, sobre todo, con las tendencias más innovadoras, mientras que el teatro comercial continúa en su misma línea, ya que no supone un peligro para nadie.
- c. Por último, se habla del inicio de una crisis del teatro que puede explicarse por varias razones: al no quedar grandes autores españoles (muertos y exiliados), los empresarios recurren a traducciones de obras de autores extranjeros, con lo que los jóvenes dramaturgos españoles se van a encontrar con más dificultades a la hora de estrenar sus obras. El cine se convierte en el gran espectáculo de masas y desplaza al teatro en los gustos del público. En el teatro español posterior a la guerra civil se suelen establecer una serie de etapas que iremos viendo paso a paso.
*Dentro del teatro en el exilio debemos mencionar a autores como Rafael Alberti, que produce en esta etapa sus mejores obras dramáticas (La aduana, Noche de guerra en el Museo del Prado) y a Max Aub, ya notable dramaturgo antes de la guerra, que escribió en el exilio obras teatrales de carácter documental sobre la guerra civil, el nazismo y sus secuelas, el exilio, la guerra fría… con una estética realista y cierto tono épico (Cara y cruz, El rapto de Europa…), además de más de una veintena de piezas en un acto que renuevan la tradición del entremés y el sainete, aunque de carácter grave y trascendente. Sin duda, el autor más destacado es Alejandro Casona, autor de una veintena de piezas dramáticas entre las que destacan La dama del alba, Prohibido suicidarse en primavera, Los árboles mueren de pie. Los rasgos más sobresalientes de su teatro son el lirismo, el simbolismo, el lenguaje poético, la propensión al melodrama, el conflicto entre realidad y fantasía y el didactismo.
1. El teatro de posguerra (1939-1955)
A lo largo de este periodo nos encontramos con 3 tendencias:
1.1. Teatro de continuidad sin ruptura
Nos referimos a la comedia noventaycinquista, comedia burguesa que continúa la evolución de la alta comedia, caracterizada por la cuidada construcción (división en 3 actos, minuciosas acotaciones y diálogos de cierta calidad estética), la diversificación de la intriga para mantener en vilo el interés del espectador y la alternancia de sentimentalismo y humor. Los temas, muy reiterativos, insisten en asuntos matrimoniales, problemas de celos, infidelidades diversas, con el fin de exaltar el valor de la familia, el matrimonio y el hogar. Entre los cultivadores de este tipo de dramaturgia destacan autores como José María Pemán o Joaquín Calvo Sotelo.
1.2. Teatro de humor
Un considerable número de autores se entregan a la creación de obras insustanciales e intrascendentes que combinan lo inverosímil con escenas costumbristas, con el fin de producir una sátira amable de la sociedad de su tiempo. El humor se consigue a través del juego verbal, el equívoco y el disparate. Dentro de esta vertiente del teatro de humor podemos diferenciar:
- Comedia del absurdo: Destaca en los años cuarenta Jardiel Poncela, brillante dramaturgo ya antes de la Guerra Civil, que continúa con su afán renovador de la dramaturgia española; la imaginación, el ingenio, lo inverosímil, lo fantástico o lo absurdo siguen siendo la constante de sus nuevas piezas: Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada… En los años 50 triunfa Miguel Mihura. Su obra más importante es Tres sombreros de copa, comedia que satiriza la rutina y mediocridad de la burguesía de provincias y la miserable vida del teatro de variedades. La estructura de la obra es clásica y se respetan las unidades de espacio y tiempo. La transgresión formal viene del lado de las situaciones y del lenguaje, que conducen la obra por la senda del disparatado humor vanguardista, con toda su carga de rebeldía estética, moral y de costumbres. Las situaciones insólitas, el inadecuado uso de los objetos, los coros de extraños personajes, los múltiples efectos sonoros, la ruptura de la lógica, las respuestas absurdas, las hipérboles inesperadas, los juegos lingüísticos ponen en solfa los intereses, convenciones e instituciones (principalmente la del matrimonio) que hacen imposibles la libertad individual y la aspiración a una felicidad absoluta. Aunque la obra fue compuesta en los años 30, no se representará hasta veinte años después, lo que impidió que se consolidara en su momento una línea de renovación del teatro español, la que conjugaba comicidad y vanguardismo; además, eso supuso también que el autor, decepcionado, claudicase a los gustos del público (en sus obras posteriores, de menor calidad, encontramos frecuentes concesiones melodramáticas y desaparece la visión crítica).
- Comedia comercial y realista: Representada por Alfonso Paso, abastecedor de un teatro de consumo que oscila entre el melodrama conformista y el humor intrascendente. Es autor de más de un centenar de comedias, cuyos rasgos característicos son la fácil intriga y la ideología reaccionaria. Posee gran habilidad en la construcción de tipos, situaciones y diálogos.
- Neo-astracán: Continuadores de Muñoz Seca que estrenaron algunas piezas intrascendentes durante la posguerra.
1.3. Teatro existencialista
Llamamos así a un conjunto de obras que pretenden representar los conflictos existenciales del ser humano (soledad, incomunicación, falta de sentido vital, melancolía, fluir del tiempo,…). Junto a estas preocupaciones existenciales aparecerán las preocupaciones sociales, pero en estos primeros años no será fácil exponer la crítica y la denuncia social en las obras debido a la presión de la censura. Debemos considerar dos posturas dentro de esta tendencia:
- a. Teatro posibilista: Representado por Antonio Buero Vallejo e iniciado en el año 1949 con Historia de una escalera. Este teatro introduce la denuncia social de una forma indirecta para burlar la censura del momento.
- b. Teatro radical: Que ejerce la denuncia política directamente. Su mejor representante es Alfonso Sastre y se inicia a partir del año 1953 con Escuadras hacia la muerte.
Antonio Buero Vallejo: En todo su teatro se reiteran temas como la libertad, la justicia, la verdad, y también muchos motivos argumentales y dramáticos, como los personajes con limitaciones físicas o la utilización de espacios y otros elementos reales con función simbólica. Es asimismo habitual en sus obras el deseo de ahondar en ciertos aspectos de la naturaleza humana: la soledad, la felicidad, el amor, la libertad, la doblez, la hipocresía, la falta de autenticidad… Pero no se trata de un teatro psicológico, sino alegórico, en el que la preocupación por problemas humanos universales propicia que los dramas tengan un alcance moral que bordea lo metafísico. No obstante, y pese a cierta tendencia hacia la abstracción existencial, es habitual que las tramas de las piezas queden encarnadas en personajes definidos históricamente, cuyos problemas individuales adquieren una dimensión genérica. Por esa delimitación sociohistórica de los personajes y tramas de sus obras, el teatro de Buero ha tenido una constante intención de testimonio o crítica social. Aun con todos esos rasgos comunes, pueden distinguirse en el teatro de Buero varias etapas: en la primera predomina un enfoque existencial y una estética realista, con obras como la ya mencionada Historia de una escalera; en la segunda etapa predomina el enfoque social e histórico. La ambientación histórica es un recurso para sortear la censura. Es su modo de hacer un teatro posible trasponiendo los problemas actuales al pasado, por lo que los espectadores habrían de entender los conflictos de siglos anteriores como una alegoría del presente. La etapa se abre con el estreno en 1958 de Un soñador para un pueblo (sobre el motín de Esquilache). Otros dramas históricos son Las Meninas, que tiene como protagonista a Velázquez; El concierto de San Ovidio, ambientada en el París de los años previos a la Revolución francesa. Crítica social e innovaciones técnicas son también rasgos característicos de otras piezas de Buero durante los años 60, como por ejemplo El tragaluz, una de las obras más alabadas por la crítica. En la tercera etapa (obras posteriores a 1970) insiste en temas y procedimientos de su teatro anterior. No obstante, puede señalarse un mayor propósito experimental, en consonancia con la literatura de la época. Destaca en este periodo La Fundación. (El recurso más característico de esta pieza es lo que R. Domenech ha llamado la técnica de la inmersión, por la que se capta al espectador convirtiéndolo en un personaje activo que percibe la acción a través de los ojos de un personaje (Tomás, el protagonista) y experimenta en sí mismo el drama de este.
2. El teatro de protesta y denuncia (1955-1965)
A partir del año 1955 se puede decir que aparece el teatro social en España, aunque ya había habido manifestaciones anteriores, como es el caso de las obras de Buero Vallejo y Alfonso Sastre. La aparición de estas obras de contenido crítico es posible debido a tres razones:
- a. La necesidad de que el teatro exprese los problemas del momento. Esa necesidad fue general para todos los autores españoles del momento, independientemente del género literario que cultivaran.
- b. Aparición de un nuevo tipo de público joven y universitario que pide un nuevo concepto de teatro, crítico con la situación histórica que vive España.
- c. La relajación de la censura, que permite el estreno de estas obras políticamente comprometidas.
Los temas principales de este periodo serán dos: la denuncia de la injusticia y la desigualdad social, y la alienación de los seres humanos en el nuevo orden social. Entre los recursos técnicos que definen las nuevas obras conviene que destaquemos los siguientes:
- Realismo directo.
- Realismo que recupera elementos de las comedias de costumbres de Carlos Arniches (ambientación popular, lenguaje sencillo).
- Uso de técnicas esperpénticas que deforman la realidad.
- Expresionismo y simbolismo.
3. Teatro renovador (1965-1975)
Aunque los temas continúan siendo los mismos del periodo anterior: la injusticia, la falta de libertades, la crítica a la dictadura, la denuncia de la pobreza… en torno al año 1965 los autores españoles se cansan de un teatro técnicamente sencillo y comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas que se venían desarrollando desde principios de siglo (teatro pobre, teatro de la crueldad, Living Theatre, etc.). Técnicamente, por tanto, las obras de estos momentos se caracterizan por un abandono del realismo mediante diferentes procedimientos:
- Parábolas al estilo de Bertolt Brecht.
- Los personajes se convierten en símbolos de ideas, temas o comportamientos.
- Empleo de recursos esperpénticos de deformación de la realidad.
- Empleo de recursos extraverbales: gestos, vestuario, iluminación, sonidos, etc.
- Ruptura con la tradicional división entre escenario y espectadores, convirtiendo la escena en un espacio dinámico e invitando al público a participar en la función.
Ello explica que muchas veces, más que de obra, pueda hablarse de espectáculo de creación colectiva e incluso improvisada. El más importante de los nuevos dramaturgos es Francisco Nieva, quien, aunque comienza su producción dramática en los años 50, no verá representadas la mayoría de sus obras hasta después de la muerte de Franco. Es el creador del teatro furioso, relacionado con el teatro del absurdo, aunque sin el pesimismo propio de este, que plantea el problema de las relaciones entre el hombre y una sociedad opresora que lo aliena. Peculiar es el teatro de Fernando Arrabal, creador del llamado teatro pánico que surge por la fusión de elementos del teatro del absurdo y de las vanguardias históricas (dadaísmo, surrealismo…) con el propósito de crear un teatro total (el término pánico viene del griego pan= todo) que exalta la libertad creadora y persigue la provocación y el escándalo del espectador. En sus obras no falta casi nunca el compromiso ético, desde el antibelicismo de Pic-nic a la defensa del anarquismo en Oye, Patria, mi aflicción. En los últimos años del franquismo tiene notable importancia el fenómeno del teatro independiente: a la muerte del dictador existían en España más de cien grupos teatrales, que, al margen del teatro comercial establecido, procuraban romper con su rigidez y llevar el teatro a los más diversos rincones del país. Bajo el rótulo de teatro independiente se engloban grupos de aficionados junto a otros que poseían diversos grados de profesionalización. Algunas de estas agrupaciones alcanzaron gran repercusión: Los Goliardos, Tábano, Teatro Libre, en Madrid; Els Joglars y Els Comediants, en Barcelona; La Cuadra, en Sevilla; Quart 23, en Valencia; Akelarre, en Bilbao… Estos grupos son, precisamente, los que representan algunas de las obras de los dramaturgos del realismo social y de los autores de teatro experimental que no encontraban lugar en los cauces convencionales del teatro comercial.
4. Últimas tendencias teatrales (desde 1975)
De los nuevos autores dramáticos de estas últimas décadas, puede decirse que se produce en sus obras una variedad de tendencias parecida a la de la lírica o la narrativa española contemporáneas. En el caso del teatro, el eclecticismo posmoderno permite que convivan las fórmulas dramáticas propias del teatro comercial (melodramas, musicales, obras cómicas,…) con dramas históricos, sainetes costumbristas, piezas experimentales, farsas más o menos esperpénticas, obras realistas con cierta intención social, etc. Podemos citar a autores como José Sanchis Sinisterra (!Ay, Carmela!); José Luis Alonso de Santos (autor de la conocida comedia Bajarse al moro); Fernando Fernán Gómez, artista polifacético, actor, director de cine y autor del drama realista Las bicicletas son para el verano; Paloma Pedrero (Cachorros de negro mirar); Albert Espinosa (Los pelones). Entre las tendencias vanguardistas hay que hacer mención al llamado teatro visual, que integra diferentes manifestaciones artísticas (mimo, danza, video, música…) en el espectáculo. Continuador del teatro independiente de finales del franquismo, se caracteriza por su intención crítica y catártica y por la participación activa del espectador en la representación. La Fura del Baus puede considerarse el grupo más representativo de esta tendencia.