Evolución del Teatro Español en la Segunda Mitad del Siglo XX y la Obra de Antonio Buero Vallejo

El Teatro Español de la Segunda Mitad del Siglo XX: La Dramaturgia de Antonio Buero Vallejo

Años 40

El teatro que se representa en la España de los años 40 está condicionado por la sociedad burguesa del momento y dirigido a su ideología:

  • Teatro cómico: heredero del sainete y el astracán. Presenta situaciones tópicas y chistes lingüísticos, con escaso valor literario.
  • Teatro folclórico musical: la música eclipsa el aspecto literario.
  • Teatro histórico-político: ensalza glorias y héroes del pasado.

En la creación dramática sobresalen dos líneas:

  • El drama burgués, teatro de evasión o de consumo que defiende valores conservadores con elegantes diálogos y que aporta poco al género. Autores destacados son José María Pemán, Joaquín Calvo-Sotelo, Juan Ignacio Luca de Tena y Alfonso Paso. Edgar Neville se considera un continuador de la alta comedia.
  • El teatro del humor es quizá lo más interesante de la época, considerado precedente del teatro del absurdo. Presenta situaciones disparatadas, llenas de imaginación e ingenio, que ponen en evidencia las contradicciones humanas. Destacan:
    • Enrique Jardiel Poncela: busca una audaz comicidad de lo inverosímil. Obras: Eloísa está debajo de un almendro, Un marido de ida y vuelta.
    • Miguel Mihura: su humor se acerca al absurdo, con una burla corrosiva de los hábitos provincianos y burgueses, y una sonrisa dolorosa en Tres sombreros de copa (1932), obra que no se pudo representar hasta veinte años después. Más tarde se decanta por comedias más convencionales, como Maribel y la extraña familia y Ninette y un señor de Murcia.

Años 50: Teatro Realista de Protesta y Denuncia

Surge un teatro realista y social, con propósitos de testimonio y denuncia —hasta donde tolera la censura— y un estilo basado en la lengua cotidiana. Antonio Buero Vallejo, con su Historia de una escalera (estrenada en 1949), abre una nueva etapa del teatro español. Gonzalo Torrente Ballester, en Teatro español contemporáneo, explicó el impacto de la obra indicando que el público “Iba a ver la verdad, sencillamente.Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte, La taberna fantástica) fue otro nombre clave de la época. Su teatro, que arrancó de presupuestos existenciales, llegó a reflejar los problemas del momento y la preocupación social, poniendo siempre en relieve las desigualdades y la falta de humanidad. Otros autores fueron: Lauro Olmo (La camisa), Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa), Carlos Muñiz (El tintero) y Martín Recuerda (Los salvajes en puente San Gil).

Antonio Buero Vallejo (1916-2000)

Republicano, condenado a muerte (en la cárcel pintó el famoso retrato de Miguel Hernández) y más tarde liberado, decide dedicarse plenamente al teatro. Su producción está marcada por el compromiso con los temas humanos, ya sean de tipo existencial o social, con el objetivo de provocar la reflexión. Su género es la tragedia, con la que pretende la catarsis del espectador. El diálogo cobra un papel muy importante y el lenguaje utilizado es denso, profundo y preciso. Cuida los aspectos escénicos —minuciosamente descritos en las acotaciones— e introduce novedades como la implicación del espectador en la obra.

La crítica ha establecido tres etapas en el teatro de Buero Vallejo:

1. Etapa existencial (1949-1957)

Desde Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad (1949) hasta Las cartas boca abajo (1957). Su producción se distingue por el pensamiento existencial y el interés centrado en los problemas individuales y familiares, sin menosprecio de los sociales. A pesar de la aparición de símbolos, predomina el escenario tradicional, aunque ya aparecen características que serán mucho más desarrolladas en su dramaturgia posterior: oposición activos/contemplativos, el tema de la ceguera, la búsqueda de la verdad y el rechazo de la mentira, la crítica de la guerra, entre otros.

2. Teatro social (1958-1967)

La responsabilidad social y política del individuo se incrementa. Sus actos provocan efectos en el mundo que lo rodea. Hay una tendencia evidente a denunciar la mentira, el abuso de poder, la guerra y la explotación en las adversas circunstancias de la dictadura franquista, lo cual lleva a Buero a cultivar la tragedia histórica: Un soñador para un pueblo, Las meninas, entre otras. El marco histórico y las acciones son espejo del pasado reciente (e incluso presente) de la España de Buero. Técnicamente, el escenario se hace múltiple, representándose escenas de manera simultánea. La acción se fragmenta y disemina en diversos tiempos y espacios. Comienza el uso de narradores y se incrementa la participación del público en el punto de vista íntimo de los protagonistas, visible desde En la ardiente oscuridad, por la ausencia de luz en el escenario y la sala en algunos momentos, traspasándose momentáneamente la ceguera de los personajes a los espectadores. El tragaluz (estrenada en 1967) es una de las obras teatrales de Buero Vallejo más representativas de su concepción dramática, tanto desde un punto de vista temático como escénico. En el escenario coexisten tres o cuatro planos espacio-temporales que dotan a la obra de gran complejidad. Plantea una doble problemática: por un lado, es un proceso a la realidad de la posguerra; por otro, una reflexión sobre el sentido de la existencia desde una perspectiva moral. El carácter trágico de ambas circunstancias está resuelto de un modo esperanzado, como es propio de la concepción trágica de Buero Vallejo: el desenlace trágico queda atenuado por la reflexión moral. El destino se cumple, pero mostrando la etiología de los errores: el carácter de los personajes, la presión de la situación social, etc. Es posible, por tanto, un futuro mejor si se alcanza un objetivo destacado como imprescindible: la comprensión y solidaridad con el prójimo.

3. Teatro experimental (a partir de 1967)

El teatro de Buero Vallejo continuó por la línea de la experimentación y el desarrollo de técnicas innovadoras que incorpora a sus fines y tiñe de rasgos peculiares. En El sueño de la razón o La fundación, el espectador participa del punto de vista del yo, de la subjetividad del protagonista: la sordera de Goya, por ejemplo. Son obras con ricos efectos escenográficos, que pueden relacionarse con la irrealidad y con lo onírico. Su última obra estrenada, Trampas del azar, data de 1994.

Años 60 y Principios de los 70: Innovaciones Técnicas

Hay un intento de acercamiento al teatro extranjero con sus corrientes renovadoras:

  • Bertolt Brecht: teatro dialéctico, técnica de la distanciación. Invita a la reflexión y a la crítica. Dará origen a un teatro racional, dialéctico y político.
  • Antonin Artaud: relacionado con los surrealistas. Rechaza la primacía del texto, preconizando el “espectáculo total”. Concibe el teatro como rito o celebración en la que el espectador debe implicarse.
  • Teatro del absurdo: relacionado con enfoques existenciales (Sartre, Camus, Pirandello, Kafka). Muestra el absurdo de la existencia a través de un lenguaje disparatado, de la mezcla de lo grotesco y lo trágico, la angustia y el escarnio desesperado contra el mundo. Los autores más significativos son Ionesco y Beckett.

A medida que avanzan los 60 y nos adentramos en los 70, se notará el cansancio del realismo social y se producirán intentos de un nuevo teatro, un teatro experimental, aunque con frecuente carga crítica. Desde un punto de vista estético cada autor posee una voz diferenciada, pero todos usan un lenguaje poético-alegórico, los personajes son simbólicos, dan gran importancia a los códigos de comunicación sonoros y visuales, introducen todo tipo de artilugios mecánicos y electrónicos en escena y, sobre todo, hacen que el espectador participe de forma activa en la representación. Las experiencias más interesantes surgen de los grupos de teatro independiente; los más destacados fueron: Els Joglars, Tábano, La Fura dels Baus, Els Comediants, Akelarre, entre otros. Como autores independientes sobresalen Francisco Nieva (La carroza de plomo candente), Martínez Mediero (Las hermanas de Búfalo Hill, El bebé furioso) y el más interesante de todos, el vanguardista Fernando Arrabal, creador del ‘teatro pánico’, que busca provocar al espectador y tiene una visión pesimista del mundo y del hombre (Pic-Nic, El cementerio de automóviles).

El Teatro desde 1975

Tras el fin de la dictadura, se siguen dos tendencias: la representación de obras de autores clásicos exóticos y la representación de los textos silenciados hasta entonces. Dentro de la variedad de líneas en el teatro, predomina un teatro realista de tema social y carácter costumbrista, centrado en la realidad cotidiana: repercusión social de la nueva economía, la marginación, las drogas, los problemas de pareja, etc. Los autores de más éxito son Antonio Gala (Anillos para una dama, ¿Por qué corres Ulises?), Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas son para el verano), José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro), José Sanchis Sinisterra (Ay, Carmela), Juan José Alonso Millán (Cuéntalo tú que tienes más gracia), entre otros. La llegada de la democracia levantó una gran expectación alrededor del teatro, pero el público ha ido desertando de los teatros, porque son caros y por la competencia de otros medios y soportes más económicos. Lo costoso de representar una obra ha traído como consecuencia la proliferación de monólogos, más baratos de montar. Destaquemos los basados en los clásicos, como los que ha montado el actor José Álvarez, “El Brujo”, sobre el Tenorio, el Lazarillo, el Quijote, etc., o la adaptación teatral de la novela de Miguel Delibes, Cinco horas con Mario, interpretada en su momento por la excelente actriz Lola Herrera.

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