Evolución de la Poesía Española: Del Modernismo a la Vanguardia y la Posguerra

Poesía hasta 1936

Los primeros signos de renovación en la lírica aparecen a finales del siglo XIX con el Modernismo, un movimiento artístico, especialmente poético, iniciado en Hispanoamérica. Frente al sentido burgués de la segunda mitad del siglo, pretende dar un aire aristocrático y exquisito huyendo de lo vulgar y lo cotidiano. Se supera el realismo dominante con un fervoroso culto a la belleza. Les interesa la expresión de los sentimientos íntimos, por lo que se elude el aspecto más gris de la vida, creando ambientes irreales y exóticos, promulgando el arte por el arte. Los autores más relevantes son Rubén Darío, Antonio y Manuel Machado, Valle-Inclán, etc.

Esta poesía se va extinguiendo y va declinando hacia una poesía más depurada y equilibrada, la ‘Generación del 14’ o ‘Novecentismo’, que selecciona el lenguaje de forma exhaustiva, buscando la belleza por un proceso más intelectual que vital. Lo mental está bastante refrenado, marcado por la razón. Destaca, sobre todo, Juan Ramón Jiménez.

En torno a 1920 se produce un momento de intensa inquietud cultural, fecunda sobre todo en poesía, ya que hay una búsqueda de nuevas formas a través de las vanguardias. Tienen una clara voluntad de rebeldía frente a la concepción de arte basada en la imitación de la realidad. Aunque tienen posturas muy diferentes, los diversos ismos tienen características comunes que tuvieron profunda repercusión en la literatura: idealismo y autonomía del arte, irracionalismo, afán de originalidad y experimentación lírica. En España, los movimientos más importantes son el ultraísmo y el creacionismo, que desprecian lo sentimental y subjetivo.

Casi paralelamente a los movimientos de vanguardias surge la Generación del 27, un grupo compacto que se beneficia de la larga experiencia del arte modernista y de la revolución retórica de la vanguardia. Inician la construcción de una poesía afincada tanto en la tradicionalidad como en la renovación. Su temática se basa, además de en los grandes asuntos humanos (el amor, el universo, el destino, la muerte), en la ciudad, la naturaleza y el amor, y en el compromiso con la vida y con el arte. Estilísticamente, optan por imágenes con las que consiguen renovar el lenguaje poético.

Destacan Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Lorca, Alberti, Aleixandre…

Poesía después de 1936

La situación de la poesía después del conflicto tiene unas características específicas, ya que hay autores que han muerto (Lorca) y otros que están exiliados (León Felipe).

Los poetas exiliados seguirán caminos diferentes, aunque siempre tratarán temas recurrentes comunes en todos ellos, como el de la patria perdida, al principio evocando la lucha y las ilusiones perdidas, que pasará luego a un sentimiento de nostalgia.

Dentro de los poetas que permanecen en España, podemos establecer una clara división entre los vencedores y los vencidos:

  • Los vencedores publican en las revistas ‘Garcilaso’ y ‘Escorial’ una poesía de talante triunfal (llamada arraigada).
  • La poesía desarraigada será cultivada por los ‘vencidos’, para los cuales 1944 será un año clave por la publicación de Hijos de la Ira de Dámaso Alonso y de Sombras del paraíso de Vicente Aleixandre, que, junto a la aparición de revistas como ‘Espadaña’, supone el comienzo de la renovación poética española.

Dentro de esta poesía desarraigada destaca la aparición de la poesía existencial, basada en la angustia ante la muerte y ante el paso del tiempo. Es una poesía metafísica que ahonda en el dolor personal y que evolucionará hacia la poesía social de manos de autores como Blas de Otero ya en los 50.

La poesía social trata de situar los problemas humanos en su marco social. El poeta debe tomar partido ante los problemas del hombre y del mundo que le rodea. Se utiliza la poesía como instrumento para transformar el mundo. Además del ya citado Blas de Otero, destaca la producción social de Cela y José Hierro.

A finales de los 50 comienzan a aparecer poetas nuevos que representan la superación de la poesía social. Todos están unidos por una decidida voluntad de superar los esquemas establecidos, aunque muestran cierto escepticismo respecto a la función social de la poesía. Lo característico de este nuevo lirismo es la creación de una poesía de la experiencia personal. Hay una preocupación fundamental por el hombre. Subrayan el valor de la forma, del estilo y la palabra poética; renace el interés por las posibilidades del lenguaje y por los valores estéticos. Destacan Claudio Rodríguez, Ángel González, Gil de Biedma, etc.

En 1970 se publica la antología Nueve novísimos poetas españoles, que reúne a algunos autores que escriben en una sociedad de consumo, por lo que adoptan una nueva sensibilidad. Constituyen un nuevo vanguardismo, ya que les importa el estilo frente a los contenidos. Emprenden una renovación de la forma. Les importa la literatura en sí misma, no para cambiar el mundo. Los autores más importantes de esta tendencia son Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero, Ana María Moix…

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