Miguel Hernández: Poeta entre dos generaciones
Por su estilo se le considera miembro de la Generación del 27, pero su edad y su trayectoria poética lo sitúan en la Generación de la Posguerra, por lo que es tratado como un eslabón entre ambos períodos. Desde el punto de vista temático, sus composiciones muestran un predominio de los sentimientos (la vida, el amor y la muerte), a la vez que denuncia la falta de libertades. Podemos diferenciar varias etapas en su poesía:
- Primeras composiciones: Inicia su actividad con la publicación de Perito en lunas, obra en la que refleja la influencia de Góngora y de la Generación del 27. Predomina la intención estética.
- Poesía amorosa: Es la etapa de su plenitud poética. Trata la experiencia amorosa –sentida como un anhelo insatisfecho– y la angustia existencial. Destaca El rayo que no cesa.
- Poesía social y de compromiso: Adopta un tono de compromiso con la causa republicana y de denuncia contra la injusticia.
- Poesía de los últimos años: Tras la guerra, escribe composiciones breves de lírica tradicional que tratan del amor, del dolor y de la desesperanza por la ausencia de su esposa y de su hijo. Destaca Cancionero y romancero de ausencias.
La Poesía Española en los Años 40: Evasión y Existencialismo
El panorama de España durante esta época es desolador: racionamiento, hambre, aislamiento internacional y represión. En medio de esta situación encontramos dos tipos de poesía de diferente carácter: una poesía de evasión y una poesía de tono existencial.
Poesía de evasión: El grupo garcilasista
Reciben este nombre por su admiración hacia Garcilaso de la Vega y su clasicismo, aunque el grupo se consolidó en torno a revistas como Garcilaso (1943). Destaca José García Nieto. Los garcilasistas defienden una poesía formalista, de corte neoclásico, muy próxima a la estética de algunos poetas de la Generación del 27.
Poesía existencial
La poesía de tono existencial de esta época camina en dos direcciones, ambas buscan una respuesta a los problemas del ser humano.
Poesía arraigada
Se acoge a la fe religiosa y rebosa esperanza, armonía y serenidad. Buscan la belleza y la perfección del verso. Destaca Luis Rosales. Otros autores son Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco. Evolucionaron hacia tendencias y estilos muy personales; no obstante, comparten la misma actitud estética que los garcilasistas. El lenguaje es cuidado, aunque a veces adopta un tono coloquial y sencillo. Utilizan temas de la vida cotidiana que reflejan una constante búsqueda de Dios.
Poesía desarraigada
A diferencia de las tendencias anteriores, cultivan una lírica que se enfrenta con la realidad. Expresan, con tono violento, su malestar vital, su angustia ante las consecuencias de la Guerra Civil y su protesta contra un Dios ausente y callado. Destaca Hijos de la ira de Dámaso Alonso, que supuso una ruptura con la lírica del momento, tanto en la forma como en la temática. Sus poemas, de carácter existencial, están llenos de angustia. Otro autor fundamental de esta corriente es José Hierro.
Poesía social
La poesía social, también denominada cívica o de compromiso, surge como necesidad de ofrecer un testimonio crítico de la realidad y adoptar una actitud de compromiso ante la situación de España. Destaca Cantos íberos de Gabriel Celaya, pero su principal representante es Blas de Otero.
Blas de Otero
Su obra no es extensa, pero sí de una gran calidad. Su lenguaje es muy elaborado y de enorme fuerza expresiva. Escribió en su primera etapa Ángel fieramente humano, versos que dirigía a un Dios al que sentía impasible ante el clamor de su voz. Más tarde compuso Pido la paz y la palabra, obra en la que su poesía se hizo plenamente social. En sus últimas obras, buscó la renovación formal, como en Historias fingidas y verdaderas.
Estos escritores cultivan una poesía social con rasgos propios, que evolucionan hacia diferentes estilos poéticos; sin embargo, tienen como característica común el uso de un lenguaje sencillo, prosaico a veces, con el que pretendían llegar a la “inmensa mayoría”. Los temas predominantes son el deseo de libertad y, sobre todo, España: los poetas expresan el dolor que sienten por el país y protestan ante la realidad española, la Guerra Civil y sus consecuencias.
La Generación de los 50: Poesía como Conocimiento y Experiencia
A mediados de los años 50, en pleno auge de la poesía social, surgió un grupo de poetas que, si bien parten de la crítica a la realidad social, lo hacen con un tono menos dramático que el de la generación anterior. Buscan un estilo propio y un lenguaje más cuidado, aunque habitualmente sobrio. Los versos vuelven a un mayor intimismo y a lo subjetivo. A veces, en sus poemas aparecen el humor, la ironía y el escepticismo. En general, los poetas entienden la poesía no solo como comunicación, sino también como una forma de experiencia personal y de exploración de la realidad. Entre los poetas de esta etapa se encuentran Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Manuel Caballero Bonald, José Ángel Valente, Carlos Barral, Antonio Gamoneda y Claudio Rodríguez.
Un ejemplo destacado es Jaime Gil de Biedma, quien ofreció en sus poemas una visión desencantada, escéptica y crítica del mundo, especialmente de su entorno burgués. La infancia, el amor, la amistad y el erotismo fueron sus temas más frecuentes. Su estilo era sincero, de palabra sencilla y expresiva. Sus obras principales incluyen: Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos.
Años 70: La Irrupción de los Novísimos
Los poetas de esta década persiguen un ideal estético innovador que los sitúa en la línea de las corrientes experimentales. Renuevan la concepción poética, la estética y los temas; por ello, se les conoce también con el nombre de novísimos. Este cambio se reflejará en la antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970). Pere Gimferrer fue el abanderado de esta generación (La muerte en Beverly Hills). Otros autores destacados serían Manuel Vázquez Montalbán, Félix de Azúa, Ana María Moix y Leopoldo María Panero.
Castellet caracteriza a los “novísimos” por su ruptura con la poesía anterior, su formación influida por los medios de comunicación de masas, el gusto “camp” (lo estéticamente “pasado de moda”), el gusto por la mitología popular que procede del mundo del cine y del deporte, la consideración de la poesía con valor en sí misma (autonomía del arte) y el empleo de abundantes alusiones culturales (literarias, filosóficas, artísticas o históricas). Es una poesía “culturalista”.
Poesía Española desde 1975 hasta la Actualidad: Últimas Tendencias
No existe aún perspectiva histórica suficiente para emitir formulaciones exactas o juicios concretos sobre la última poesía. Sin embargo, podemos apuntar algunas de estas orientaciones y señalar a sus representantes más destacados:
- Culturalismo: Continúa la línea culturalista iniciada por los novísimos. Destaca Antonio Colinas.
- Clasicismo: Búsqueda de formas y temas clásicos. Destaca Luis Antonio de Villena.
- Poesía pura o minimalista: Poemas de marcado carácter intelectual y depuración expresiva. Destaca Jaime Siles.
- Poesía de la experiencia: Retoma la línea de los 50, centrada en lo biográfico, lo cotidiano y un lenguaje conversacional. Destacan autores como Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes o César Antonio Molina (mencionado en el texto original).
- Poesía del silencio: Caracterizada por la contención expresiva y la sugerencia. Destaca Álvaro Valverde.
- Voces femeninas: Destacan importantes poetas muy diferentes entre sí, con una obra consolidada y reconocida, como Ana Rosetti, Olvido García Valdés, Chantal Maillard, Almudena Guzmán, entre otras muchas.