Trayectoria Poética de Miguel Hernández: Evolución de su Poesía
La poesía de Miguel Hernández comienza en su juventud, a pesar de tener una educación limitada debido al ambiente rural en el que nace y a la humildad de su familia, por ser hijo de un pastor. En este entorno, Miguel logra entablar diversas amistades que, en años futuros, serían decisivas para el desarrollo de su poesía; entre estas destaca José Marín, posteriormente conocido como Ramón Sijé.
Primera Etapa: Poemas de Adolescencia y Perito en Lunas
La primera etapa poética de Hernández se recoge en sus poemas de adolescencia. Se trata principalmente de poemas que exaltan la belleza de la naturaleza mediante el uso de figuras literarias y musicalidad. En estos no se reconoce un estilo propio del autor, sino más bien son poemas que recogen variadas influencias literarias. El carácter descriptivo del entorno que adoptan estos poemas tiene como resultado el uso de términos agrestes o hernandianos, los cuales, de aquí en adelante, serán característicos de la poesía del autor.
Gracias a las amistades mencionadas anteriormente, Miguel realiza su primer viaje a Madrid, el cual no es exitoso; sin embargo, produce su maduración literaria. Así, habiendo regresado de Madrid, Miguel escribe su primer libro, Perito en lunas, en 1933. Este poemario refleja la etapa de maduración que se produjo en el autor, ya que refleja un estilo propio. Destaca la gran presencia de imágenes y metáforas presentes en poemas que, nuevamente, se basan principalmente en su entorno. Además, los poemas estaban planteados en forma de adivinanza; así, fueron publicados sin título individual, lo cual los hizo demasiado crípticos y difíciles de entender para los críticos de Hernández, quienes no vieron la valía de estos poemas.
Etapa Religiosa: El Gallo Crisis y El Silbo Vulnerado
También en esta etapa es importante mencionar los poemas que el poeta escribió a modo de colaboración para la revista El gallo crisis, debido a sus evidentes marcas religiosas. Estas marcas religiosas dieron origen a El silbo vulnerado, un poemario escrito con el fin de redimirse con su amigo José Marín tras rechazar la ayuda que este le ofreció en la elaboración de su primer libro. En estos poemas se tratan principalmente temas ligados a lo religioso, a los cuales se les otorga cierto vínculo con la naturaleza. Sin embargo, la publicación del libro se ve obstaculizada debido a las nuevas amistades que Miguel hace en sus continuos viajes a Madrid, las cuales le muestran la evolución de su poesía, que se ha convertido en una exaltación a la religiosidad.
Cambio Ideológico y El Rayo que no Cesa
Es gracias a estas nuevas amistades, entre las cuales destacan Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, que se produce un cambio de ideología en el poeta, quien ahora muestra rechazo hacia la iglesia y ostenta una actitud menos conservadora que la que tenía en su natal Orihuela. En este contexto, Miguel busca devolver a su poesía aquello que sus amistades cultas reclaman. Es entonces cuando se incorpora a la Escuela de Vallecas, un grupo de escritores “anti-urbanos” que reafirman la postura del pastor-poeta al apreciar, al igual que él, la belleza del entorno natural.
Destaca también en este período la crisis sentimental que atraviesa el poeta debido a los desencantos amorosos que lo afectan. Es en esta situación en la que el oriolano produce su obra El rayo que no cesa en 1936. Este poemario, basado en la descripción de emociones fuertes, presenta temas como el amor, el desengaño y la pérdida. Además, sus poemas son ricos en iconografía, la cual se ve apoyada por el uso de términos hernandianos (al igual que en sus orígenes). Asimismo, destaca la riqueza de términos taurinos en esta obra, en la cual el poeta pretende reflejarse a sí mismo como un animal maltratado por la mujer. De esta manera, destaca la figura femenina dentro del poemario, haciendo referencia principalmente al amor. Así, el lector puede presenciar lamentos, enamoramiento, engaño, desamor y desesperanza en esta obra, basada en sonetos.
Guerra Civil: Viento del Pueblo y El Hombre Acecha
Tras la publicación de este libro, se produce el estallido de la Guerra Civil. Miguel, quien había aborrecido a la Guardia Civil por detenciones injustas, se enlista en el PCE, rechaza una retaguardia cómoda y se introduce de lleno en la guerra.
En su siguiente obra, Viento del pueblo, se hace evidente el paso del “tú” al “vosotros” en su poesía, puesto que pasa de centrarse en emociones internas a colectivizarlas. Así, este poemario se basa en temas como sucesos bélicos, lucha y sufrimientos, los cuales se tratan con un tono de ensalzamiento. De este modo, se produce literatura propagandística con la cual el poeta logra acercarse al pueblo y, además, levantar la moral de las masas, cuya ideología se identificaba con la de Hernández.
Sin embargo, el carácter heroico de la guerra cambia en la siguiente publicación del poeta. Se trata del libro El hombre acecha, publicado en 1939. En este se hace evidente un tono reflexivo bajo el cual se unifica a la raza humana, esta vez sin tener en cuenta ideologías políticas. Es, por tanto, una obra en la cual destaca el llamado a la libertad con temas en los que se refleja la amargura, las vivencias directas del poeta en la guerra, como su paso por diferentes cárceles, y el fracaso bélico de los republicanos.
Últimos Poemas y Legado
Con el fin de la guerra, Miguel Hernández es encarcelado, y en estos años (1939-1940) escribe sus últimos poemas. En ellos destaca el uso de palabras sombrías y lúgubres, las cuales resaltan la soledad del autor. De esta manera, logra transmitir su aflicción y melancolía en la cárcel. Los temas de esta recopilación de poemas se basan principalmente en emociones internas de Hernández, en cuyas escrituras se hace evidente la influencia de su vida personal y de Josefina Manresa. Finalmente, en 1942, tras un período de enfermedad en el que el poeta dejó de escribir, Miguel Hernández murió en la enfermería de la cárcel de Alicante.
Conclusión
En conclusión, la poesía hernandiana atraviesa diferentes fases a lo largo de la vida del poeta. De esta manera, pasa de ser una poesía de exaltación de la belleza a exaltar la religiosidad y, finalmente, los sucesos bélicos. Además, su carácter evolutivo se basa también en la gran influencia que la vida de Miguel ejercía sobre su escritura, dando resultado a poesía en la cual destacan sentimientos internos que varían según la etapa vital del poeta. Finalmente, el cambio en los poemas de Miguel Hernández se basa en su lenguaje, el cual cambia haciendo, en algunas ocasiones, que el lector reflexione sobre la realidad (sobre todo en las últimas etapas), que sienta compasión y/o que se deleite percibiendo la belleza de lo natural.