Trayectoria poética de Antonio Machado
Se pueden distinguir cuatro etapas que señalan su pensamiento y su intención poética. Se trata de la intensificación de un mismo proceder. Los temas, las formas de los relatos, los recursos estilísticos, persisten a lo largo de toda su obra.
Primera etapa (1899-1907): Modernista
Constituida por su primer libro, Soledades (1903) y su posterior Soledades, galerías y otros poemas (1907). En el primero encontramos al Machado más modernista, con rasgos procedentes del simbolismo francés. Junto a la simbología, el influjo modernista se refleja en la adjetivación, en algunas imágenes y hasta en la métrica, donde se palpa su gusto por los versos dodecasílabos y alejandrinos. Sin embargo, en la ampliación de 1907, Machado refleja cierto afán depurativo de los elementos modernistas, haciendo que la musicalidad, el color y las imágenes brillantes den paso a un Machado subjetivo, que escribe mirando hacia el fondo de su alma, preocupado por temas como Dios, el paso del tiempo, la muerte o el amor.
Segunda etapa (1907-1912): Generación del 98
En 1907, Machado es destinado a Soria. Allí publica Campos de Castilla en 1912. El libro se inicia con el famoso «Retrato» en el que se expresa una vigorosa proclamación de independencia frente al modernismo artificioso y, aunque todavía encontramos poemas intimistas, su poesía se hace más descriptiva y realista, más abierta al exterior, haciendo que dominen los cuadros de paisajes y de gentes, o las meditaciones sobre la realidad española. Pero pronto se percibe la sintonía entre el paisaje y el alma. Machado proyecta sus propios sentimientos sobre aquellas tierras y centra su mirada sobre lo adusto. A esa visión lírica responden una «preocupación patriótica» sobre el pasado, el presente o el futuro de España, se observa esa actitud crítica característica de los escritores de la Generación del 98. Donde la perfecta captación del paisaje, sus colores y formas se combina con la reflexión generacionista. En cuanto a la forma, emplea una métrica variada y continúan predominando los versos alejandrinos y la sílaba arromanzada.
Tercera etapa (1912-1924): Más Crítico
En 1912, tras la muerte de su esposa Leonor, Machado marcha a Baeza. Su poema «Recuerdos» (1913), recogido en la segunda versión de Campos de Castilla, supone un adiós a su amada tierra soriana y marca la línea divisoria entre poemas castellanos y andaluces. En su tierra, Machado se siente desterrado, por lo que la mayoría de poemas escritos en Campos de Castilla están inspirados en el recuerdo de Soria y ligado al de Leonor, cuya muerte inspiró una bellísima serie de poemas. Sin embargo, la experiencia en Baeza cambió muchas cosas en el ánimo de Machado, quién ahondará en el tono de crítica social ante las desigualdades e injusticias. Denunciará la rutina, el caciquismo, la incultura o la mala influencia religiosa. En cuanto al estilo, le atrae lo popular y se ve influido por la copla tradicional. Emplea un tono más adusto y recio.
Cuarta etapa (1924-1939): Más Filosófico
En 1924 aparecen Nuevas Canciones, donde apreciamos que la poesía de Machado sigue evolucionando. Junto al paisaje o lo sentimental, se abren paso las inquietudes filosóficas del poeta. El carácter filosófico y crítico de Machado se acentuó con posterioridad en su obra en prosa como Juan de Mairena, un profesor, filósofo y poeta inventado por el propio Machado, que discurre sobre temas poéticos, sociales, políticos y filosóficos. Su poesía posterior es escasa y de ella cabe destacar sus «Canciones a Guiomar», un amor tardío, y unas cuantas «Poesías de la guerra» inspiradas en el drama español.
Conclusión
Machado inició su obra poética hacia 1899, en tiempos de predominio modernista. Desde Rubén Darío, el modernismo significó un enorme enriquecimiento de los recursos expresivos, una renovación del léxico y de las imágenes. Machado recogió esa influencia, pero su inspiración personal es diferente y su poesía va avanzando, hacia sí mismo, descubriendo una nueva forma de poesía en la que los elementos emocionales quedan más al descubierto que los lógicos, aunque ambos resultan esenciales para el poema. Del equilibrio entre los elementos emocionales y los lógicos nace su poesía. En ella no hay metáforas rebuscadas; basta una idea, un sentimiento. El poeta no le da todo hecho al lector, sino que hace que este interprete el poema.
En conclusión, estos y otros aspectos no analizados han hecho de la poesía de Machado una de las más conocidas. El propio Serrat le dedicó un monográfico completo que popularizó su figura y obra en 1969. Ese mismo año, la UNESCO lo declaró poeta de los valores universales y reconoció el valor universal de su obra, que continúa siendo fuente de inspiración para las nuevas generaciones.