Evolución de la Novela Española: Desde la Transición hasta el Siglo XXI

La muerte de Franco en 1975 supuso la desaparición de la censura, dejando el camino abierto a la literatura. Esto provocó un gran incremento del número de escritores, incluyendo a más mujeres, una enorme proliferación de títulos y se empezó a ver una clara vinculación entre la labor literaria y la periodística. Aunque en estos años no se pueden marcar unas tendencias claras, como ocurría en años anteriores, sí que apreciamos unos rasgos en común en este periodo. Entre estos rasgos comunes destaca el interés que muestran los autores por la trama, el abandono de la experimentación y la complejidad, además de la simplificación de la escritura y de la técnica narrativa. Destaca la menor implicación social de los autores, que ahora escriben por el gusto de atraer y entretener a los lectores.

La Transición y el Fin del Experimentalismo (Años 70)

Durante los años 70 se seguirá escribiendo con una leve experimentación. Sin embargo, la literatura española irá saliendo del experimentalismo, siendo en 1975, tras la publicación de La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza, cuando se va percibiendo una nueva forma de hacer novela. Esta novela revelaba una vuelta al interés por la trama, al viejo placer de contar historias, rasgo que se convertirá en el principal nexo de unión de las diversas modalidades de relato en esta etapa. Salvo excepciones, los escritores no siguen tendencias determinadas, sino que tienden a saltar de una a otra según va aumentando su número de publicaciones e incluso mezclarán distintas temáticas en una misma novela. Se escriben novelas en las que el escritor habla de sí mismo (su intimidad, preocupaciones existenciales…). Pero lo más destacable es la inspiración de los novelistas en géneros marginales: ciencia ficción, novela policíaca, folletines, novelas de aventuras… Junto con Eduardo Mendoza, destacaremos a Francisco Umbral con su obra La noche que llegué al café Gijón.

Consolidación y Diversidad (Años 80 y Posteriores)

A partir de los años 80, una vez ha desaparecido definitivamente la experimentación en la literatura española, escriben tres generaciones de escritores: los mayores (C. J. Cela, Mazurca para dos muertos; G. Torrente Ballester, Quizá nos lleve el viento al infinito; M. Delibes, Los santos inocentes), los novelistas de la Generación del medio siglo (J. Benet, J. Marsé, J. Goytisolo) y nuevos escritores.

La década final del siglo XX y la entrada en el siglo XXI se caracterizan por una gran diversidad de tendencias, motivada por una libertad estética que dará pie a:

  • Novela de intriga (novela negra): Muy consolidada en Estados Unidos, Inglaterra y Francia, encontrará su lugar entre el público español. Se escriben obras como El aire de un crimen de Juan Benet, El balneario de Manuel Vázquez Montalván, La tabla de Flandes de Arturo Pérez Reverte y El invierno en Lisboa o Plenilunio de Antonio Muñoz Molina.
  • Novela lírica: Motivados los autores por el gusto por contar, se escribirá una novela lírica en la que lo importante es la historia, contar algo acerca de cualquier tema y entretener con ello al público. Luis Mateo Díez escribirá Las estaciones provinciales, Julio Llamazares La lluvia amarilla, Antonio Muñoz Molina, El jinete polaco, José María Merino Las lágrimas del sol y Javier Marías, Todas las almas. Destaca una novela intimista en la que se tratan problemas como el desamor y la soledad, entre las que figuran La soledad era esto, de Juan José Millás.
  • Novela culturalista y estilística (o metanovelesca): Novelas eruditas, reflexivas, con elementos intimistas, con barroquismo lingüístico como Corazón tan blanco de Javier Marías. Hay en este grupo también novelas que hablan de novelas en las que el protagonista suele ser un escritor cuyo conflicto gira en torno a preocupaciones sobre la creación literaria y el proceso narrativo, además de temas afines al sentido de la vida y de la escritura. Suelen tener muchas alusiones culturales. Entre ellas destacan Beatus Ille de Antonio Muñoz Molina, Gramática parda de J. García Hortelano y No soy un libro de José María Merino. Uno de los autores más representativos de esta tendencia es Enrique Vila-Matas con Bartleby y compañía (2000) o Esta bruma insensata (2019).
  • Novela histórica: Muy unida a la metanovela porque suele ser bastante culturalista. La Guerra Civil y la posguerra han sido el marco cultural de la mayoría de relatos históricos, entre los que destacan Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas, Episodios de una guerra interminable, El corazón helado (2007) de Almudena Grandes, La voz dormida (2002) de Dulce Chacón, Riña de gatos de Eduardo Mendoza, Luna de Lobos de Julio Llamazares, Historia de una maestra de Josefina Aldecoa y Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez. Pese a que el período histórico clave en esta novela es la Guerra Civil, se escriben obras ambientadas en otros períodos históricos como La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza y Las aventuras de El capitán Alatriste o Sidi (2019) de Arturo Pérez Reverte.
  • Novela testimonial: Pese a ser una tendencia minoritaria, se escribirán relatos realistas sobre problemas sociales. En algunos casos se trata de una novela de personaje sobre los que se hace una introspección psicológica. Al recuerdo se une el análisis interior de los personajes, de sus relaciones y de su evolución psicológica. Álvaro Pombo escribió El metro de platino iridiado, Javier Marías El hombre sentimental, Ray Loriga Héroes, José Ángel Mañas Historias del Kronen y Juan José Millás El desorden de tu nombre.
  • Novela erótica: Novedosa porque empieza a crearse tras la censura franquista, en la que destacan las obras Las edades de Lulú de Almudena Grandes, Octubre, octubre de José Luis Sampedro y Corazón tan blanco de Javier Marías también formaría parte de este grupo.
  • Novela del realismo crítico y social: Se plasma un conflicto entre los personajes y el mundo, en espacios urbanos y rurales, y ofrece una visión crítica y comprometida con la realidad histórica de la época. Juan José Millás, Letra muerta, Jesús Carrasco con Intemperie y La tierra que pisamos, Luis Mateo Díez con Camino de perdición y Rafael Chirbes, Crematorio (2007).
  • Novela de aventuras: Utiliza intriga, suspense, sentimentalidad, ambientación histórica, etc. Arturo Pérez Reverte El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990) y Carlos Ruiz Zafón con La sombra del viento (2001).

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